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La vieja Europa

27 de noviembre del 2002

Imputación de pertenencia a banda armada
El juez Garzón y la monarquía bananera española

Ramón Cánovas
Rebelión

El juez de Instrucción, Garzón, en un paso mas hacia el más difícil todavía (sin manos, sin dientes) pero sabiendo que tiene de su parte a todo el aparato judicial-político-ejecutivo- mediático, dicta un auto de imputación por pertenencia a banda armada a todos los que han ostentado cargos en la organización independentista vasca a través de los diferentes nombres desde su creación en 1988 hasta la actualidad:
Herri batasuna, Euskal Herritarok, Batasuna.
Esta operación entra dentro de la actual filosofía dominante de la justicia en España: 1)- La acusación no tiene que demostrar la culpabilidad del acusado, es el acusado quien tiene que demostrar su inocencia. 2)- La sospecha es suficiente prueba argumental para enjuiciar a cualquier ciudadano.
Entiendo que a nadie se le puede acusar de presuntas maldades subjetivas. Un ciudadano no puede llevar ante los tribunales a otro, argumentando su infinita maldad:
"Porque es malo". Si les podría llevar por delitos probados contra su persona (o el estado) tipificados en el código penal. En el caso que nos ocupa entiendo que no es eso lo que ocurre. A los representantes abertzales, no se les está imputando personalmente ningún acto delictivo, pero si se le imputa el supremo acto delictivo:
"Pertenencia a banda armada". ¿Cómo se demuestra la pertenencia a una organización clandestina? Estas no tienen archivos de afiliados, no levantan actas de sus reuniones y no tienen estatutos registrados. Parece claro que la única forma sería, por los actos delictivos probados que a las personas se les pueda imputar. Pero llegado a este punto, nos encontramos con la pescadilla que se muerde la cola y con la cuadratura del círculo. No se les imputa actos delictivos, pero si la pertenencia a banda armada. Lo que significaría un nudo gordiano irresoluble para un estado de derecho que se precie, no es tal para una monarquía bananera como es España. Ya que lo solucionan de forma directa y sencilla. Simplemente los tramites judiciales se irán resolviendo a favor del estado autoritario que se ha instalado en la geografía española. Todo ello con el aplauso de los medios y la justificación del ejecutivo. Lo que deja bien claro hasta que punto, la división de poderes no es mas que una entelequia. Y hay de aquellos discrepantes que se atrevan ha la más mínima critica. Pues primero se les acusará de cómplices y después todo se andará, también pueden verse enjuiciados y porque no, (la justicia es ciega) encarcelados. Personas como Joaquín Navarro, Anguita, Madrazo o Llamazares. Para que todo esto se pueda hacer sin sobresaltos, primero se ha depurado a la Audiencia Nacional de "elementos indeseables" y se seguirá depurando en los diferentes estamentos judiciales, hasta acabar con todos los jueces que tengan un mínimo de dignidad.
Esto significa, que mañana un ciudadano que pasee tranquilamente por la Puerta del Sol puede ser acusado de pertenecer a la banda mas tenebrosa y maligna del mundo (BTM), y sin que sepa que cargos se le imputan, ser condenado a cadena perpetua sin remisión y de por vida.
No estamos hablando de ciencia ficción, ya pasó en Inglaterra con un gobierno socialdemócrata en la década de los 60. Un joven que durmió una noche en un parque en compañía de un mendigo fue acusado con su familia de ser los autores de un atentado y todos fueron condenados sin pruebas y se pasaron en prisión alrededor de 25 años. Hechos narrados sobre una historia real en la película En el nombre del padre.
Cada vez más estamos en España ante un estado que guarda menos las formas de las llamadas democracias formales. Pero mientras todo esto está ocurriendo, hay que preguntarse ¿dónde está la izquierda? Hay momentos en que hablar es un deber. Todos los sindicalistas saben, que en las empresas cuando sólo habla uno, se descabeza mediante el despido y aquí paz. Pero cuando son algunos más los que hablan, las cosas cambian. En España son muchos los que se dicen de izquierda, pero muchos los que siguen callando.