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La vieja Europa

26 de noviembre del 2002

Comunicado de Izquierda Castellana
La policía española preparaba una carnicería contra la manifestación antifascista del 20 N en Madrid

Nodo50

La manifestación del 20 N en Madrid, que desde hace años conmemora la muerte de Franco denunciando las insuficiencias del Régimen de la Transición y criticando la política antisocial e injusta del capitalismo, comenzó en la Glorieta de Atocha a las 12'30 de la mañana del domingo 24 de noviembre. La fuerte lluvia ni el amenazante despliegue represivo pudieron evitar que miles de personas, llegadas de todos los barrios de Madrid comenzaran a marchar por la calle Atocha hacia arriba, tras una pancarta con el siguiente texto: "Contra la Guerra y contra el Fascismo. No a la ilegalización de las ideas".
Gentes de todas las edades, pero entre las que abundaban las personas jóvenes no se habían dejado impresionar por el dispositivo policial constituido por Unidades Móviles especializadas en atacar concentraciones humanas. Más de cincuenta furgonetas y numerosas ambulancias del SAMUR constituían el ejército formado por el Delegado del Gobierno español en Madrid para la ocasión.
Antes de comenzar la manifestación empezaron las primeras provocaciones policiales. Las dotaciones de Madrid, reforzadas con la Unidad Móvil de Valladolid identificó con chulería a numerosas personas que se dirigían hacia el lugar de salida de la manifestación. La tensión fue creciendo a partir del momento que se inició la marcha. En los laterales de la manifestación los antidisturbios, armados con gruesos palos de madera maciza, del tamaño de un mango de pico, empujaban continuamente a los manifestantes. En la cabecera de la manifestación los mandos policiales ordenaban a las personas que portaban la pancarta inicial que no se gritaran ciertas consignas que no eran de su agrado o de lo contrario cargarían de inmediato contra la marcha antifascista. Por todas partes, la manifestación iba acordonada por furgonetas policiales que iban y venían en uno y otro sentido con la puertas abiertas y cuyas dotaciones apuntaban con las escopetas lanza-pelotas a los manifestantes. Estaba claro que se estaba preparando algo muy gordo. Policías armados hasta los dientes entraban una y otra vez en la manifestación en actitud muy provocadora.
Había pasado un cuarto de hora desde que se había salido de la Glorieta de Atocha y todavía no se había llegado a la plazuela de Antón Martín, pero todo presagiaba que la policía no permitiría que la manifestación llegara hasta la Plaza de Santa Cruz, donde estaba prevista la lectura del comunicado. Todo hacía temer que en estrechamiento de la calle Atocha sería el "cazadero" elegido por la policía para masacrar la manifestación. Algunos manifestantes pudieron oír de boca de un "antidisturbio": "Vamos, he bajado desde Coruña para daros de hostias y no me vais a joder la fiesta".
En estas circunstancias, los convocantes de la manifestación optaron por desconvocar la manifestación para defender la integridad física de las personas participantes en la protesta antifascista. A partir de esos momentos grupos de composición numérica diversa se encaminaron a distintos lugares de la zona, siendo el mayor de ellos el que se reunió en la Plaza de Tirso de Molina.
La desconvocatoria de la manifestación trastocó los planes represivos de la policía. Los agentes llegaron a perder el control sobre los manifestantes, quedando de manifiesto que el dispositivo policial, montado para atacar sin piedad a personas indefensas, no valía para proteger las sedes del capitalismo financiero español, varias de cuyas sucursales sufrieron daños considerables por obra de personas anónimas.
Como consecuencia de las actuaciones policiales posteriores se debe lamentar que algunas personas sufrieran ataques policiales en diversas partes, siendo especialmente grave el registrado en la Puerta de Toledo, donde algunas personas fueron vistas sangrando. Por otra parte en los ambientes antifascistas de Madrid reina la preocupación por el trato que puedan estar recibiendo en Comisaría las personas detenidas o por si se pudiera estar preparando contra ellas algún montaje policial que propicie una represión judicial ulterior.
Una vez más se ha puesto de manifiesto el talante parafascista de Ansoátegui, el Delegado del Gobierno que ha impedido la celebración de una manifestación legalizada y en la que en ningún momento ocurrieron incidentes o desórdenes que justificaran semejante acoso policial.