25 de octubre del 2002
Aznar, protector del franquismo
Historiadores piden abrir los archivos y condenar el genocidio de esa dictadura
La Jornada
La dictadura de Francisco Franco (1939-1975) desarrolló un complejo
sistema represivo: 192 campos de concentración albergaron a los cerca
de medio millón de personas aprisionadas tras el alzamiento militar contra
la Segunda República española, y desde ahí se intentó
''doblegar'' a cientos de miles de prisioneros, según una de las conclusiones
del congreso Los campos de concentración y el mundo penitenciario
en España durante la Guerra Civil y el franquismo, que finalizó
hoy en el Museo de Historia de Cataluña de esta ciudad.
Los historiadores y periodistas que participaron en el primer foro de estas
características apelaron a la ''justicia histórica'' para reclamar
al Estado español que propicie la apertura de todos los archivos relacionados
con este negro episodio.
El congreso, que reunió durante dos días a destacados investigadores,
sacó a la luz una serie de datos recabados por medio de la tradición
oral y de la información pública que se ha abierto al escrutinio
de los historiadores, y que ha permitido que ahora, según datos fiables
en términos historiográficos, se pueda afirmar que la dictadura
franquista provocó la muerte a alrededor de 150 mil personas y condenó
a otro medio millón a sufrir los estragos de los campos de concentración,
las cárceles y los trabajos forzados.
Según la tesis de Javier Rodrigo, historiador del Instituto Universitario
Europeo de Florencia, fueron precisamente los campos de concentración
franquistas ''el primer eslabón'' de la compleja ''cadena depuradora
y represiva sobre el ejército republicano derrotado, en el sentido militar,
intendente, estratégico, funcional, económico, moral, ideológico
y social''.
Desde estos siniestros lugares, diseminados por todo el territorio y que se
caracterizaban por las condiciones infrahumanas y el hacinamiento, se establecían
las clasificaciones de los prisioneros: el grado "A" era el de los "afectos"
al régimen y que se traducía en la libertad inmediata o el traslado
al frente de batalla, según la época; el "B" los definía
como "voluntarios en las filas republicanas sin responsabilidad"; el "C", los
''enemigos de la patria que podían ser acusados de rebelión militar'',
y el "D" eran los supuestos responsables de delitos comunes.
Estos últimos fueron sometidos a trabajos forzosos o consejos de guerra,
que muchas veces derivaron en ejecuciones sumarias y fusilamientos colectivos.
Carmen Molinero, de la Universidad Autónoma de Barcelona y una de las
organizadoras del congreso, explicó a La Jornada que ''las investigaciones
de la represión franquista son muy largas en el tiempo, porque al terminar
la dictadura se convirtió en uno de los temas de investigación.
Desde entonces se ha trabajado mucho en distintos ámbitos, sobre todos
los relacionados con las víctimas mortales, que implicó una gran
labor, porque la investigación siempre se hace a partir de la fuente
oral y localizando documentos fiables en los registros de cementerios y hospitales,
pues en el Registro Civil no aparece si los muertos habían sido víctimas
de la represión".
Molinero reconoció que "nunca" será posible dar una cifra definitiva
y exacta de las víctimas mortales de la dictadura, "porque de una parte
importantísima de esas ejecuciones tenemos solamente los nombres de las
personas, pero no sus cuerpos, por lo que no es de extrañar que recientemente
se hayan hecho las exhumaciones de fosas comunes" en diversos territorios de
España.
Rodrigo añade a este debate la constatación de que "los campos
cumplieron su función represiva y en ellos se dejaron sentir las tendencias
de grado totalitario en el trato a los prisioneros de guerra. Esto se puede
afirmar no sólo por las pruebas que de ellos nos dan la inquietante presencia
de agentes de la Gestapo en San Pedro de la Cardeña o las demenciales
investigaciones sobre siquismo marxista y la pureza de la raza hispánica
del Gabinete de Investigaciones Sicológicas de Vallejo-Nágera,
sino también por el endurecimiento de las condiciones de vida en los
campos, el mantenimiento a veces indefinido del internamiento y por la articulación
de programas de reducación ideológica, moral y religiosa sobre
los prisioneros" Desafortunadamente todavía "no podemos acceder a mucha
información sobre lo ocurrido en el franquismo, para empezar la Fundación
Francisco Franco (regentada por familiares del ex dictador, que es al mismo
tiempo la organización civil más beneficiada con aportaciones
económicas por el Ministerio de Cultura del Ejecutivo español
de José María Aznar) se niega a ceder la documentación
que se llevó".
Expone Molinero: "Significa que ciertamente hay poca voluntad del Estado para
aclarar ese pasado inmediato, por eso reivindicamos la generación de
memoriales democráticos para que desaparezca el olvido institucional
sobre el que se ha asentado nuestra democracia, y se reivindique la lucha de
cientos de miles de personas que se dejaron la vida y lucharon contra la dictadura
durante tantos años".
Durante la etapa de transición española y en la amnistía
de 1977 "se decidió no indagar en la responsabilidad franquista en esta
serie de actos para hacer más fácil el proceso de democratización,
además de que en ese momento las fuerzas antifranquistas y democráticas
colaboraron; pero consideramos que en este momento esta postura no se puede
mantener. Ninguna sociedad democrática se puede mantener sobre la base
del olvido y el desconocimiento de su pasado, por lo que se hace necesario reivindicar
la memoria de los hombres que lucharon por una sociedad más libre y más
justa, que en la historia oficial fueron llamados los antiespaña",
dijo la historiadora.
Molinero también reconoció que la postura de Aznar y su partido
de negarse a condenar ante el Parlamento el alzamiento militar que provocó
esta matanza, es muestra de que si "hay nexos de unión entre el franquismo
y la clase política española", pues "no se condena el franquismo
porque se considera que no fue tan malo".
A esta polémica su sumó Michel Leiberich, de la Universidad de
Perpiñán, quien consideró "urgente y necesario conocer
la verdad sobre los campos de concentración para evitar los tics
de totalitarismo que pueden aparecer en cualquier sistema democrático.
Las dictaduras, los totalitarismos y los periodos oscuros pueden desaparecer
ahogados en transiciones amnésicas".