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26 de marzo del 2002
Globalización y derechos humanos
Pedro López López
Metro Directo
El movimiento mal llamado antiglobalización avanza inexorablemente.
Los resortes propagandísticos del pensamiento único no han sido
capaces de frenarlo. Los intentos de asociarlo al vandalismo y la violencia
para facilitar su rechazo por parte de la opinión pública han
fracaso estrepitosamente. Hasta el punto de que las informaciones que se han
dado del último foro de Porto Alegre o de las impresionantes manifestaciones
del pasado fin de semana en Barcelona, han dejado bastante claro que los grupos
violentos que han protagonizado altercados y actos vandálicos tienen
poco que ver con el movimiento antiglobalización, o, más correctamente,
con el movimiento por otra globalización.
Este movimiento ha recibido dos acusaciones principales: que no tiene propuestas
que hacer, limitándose tan sólo a rechazar la globalización
neoliberal, y que se trata de una amalgama de organizaciones heterogéneas
incapaces de ponerse de acuerdo.
Pues bien, ambas acusaciones son falsas. En primer lugar, el movimiento tiene
muchas propuestas que van incorporándose a la agenda de la globalización.
Propuestas como la tasa Tobin (Attac), medicamentos para todos (Intermón),
derecho a un medio ambiente limpio (organizaciones ecologistas), etc., van siendo
conocidas por la ciudadanía a pesar de la muralla informativa que se
ha empeñado en informar del movimiento relacionándolo con actos
vandálicos y grupos violentos, incluso terroristas. En segundo lugar,
no es cierto que la multitud de organizaciones opuestas a la globalización
neoliberal no puedan llegar a un acuerdo para elaborar una globalización
alternativa. Lo que ocurre, simplemente, es que cada una incide en diversos
aspectos, que son complementarios, de los derechos humanos.
Y aquí está la cuestión clave y lo que va quedando claro:
la globalización neoliberal pretende en su avance convertir en papel
mojado los textos relativos a derechos humanos. Respeta sólo la cuenta
de resultados de las grandes empresas, la voluntad de los poderosos. Sin embargo
las organizaciones que componen el movimiento por una globalización alternativa
tienen algo fundamental en común: la globalización debe apostar
por el respeto escrupuloso a los derechos humanos. La Declaración Universal
de los Derechos Humanos de 1948 es un texto incuestionable para todas las organizaciones.
Y éste es el mensaje principal que contiene la crítica a la globalización
neoliberal: su desprecio de los derechos humanos, su crueldad con los débiles
y los "perdedores", sus valores insolidarios. No creo que se trate de un mensaje
tan confuso. Lo que ocurre es que no quieren oír.