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LAS VARIANTES DEL GOLPE
Desbarranque represivo del régimen. Desalojos nazis, razzias,
intentos de quebrar lo poco que queda del andamiaje jurídico del país.
Reuniones de la SIDE con jueces ultramontanos, funcionarios de Interior y jefes
policiales. "Jefas y jefes de hogar":intento de establecer un piso salarial
de 35 dólares. La defensa de la civilización en la Argentina ha
quedado en manos de piqueteros, asambleas populares y trabajadores en lucha.
Nuestra salida.
Por Alejandro Guerrero
Los extranjeros detenidos por cualquier motivo podrán ser deportados
en cuanto queden en condiciones de obtener su libertad condicional, en lo que
significa un retorno a la ley de residencia de 1904, cuando el gobierno de Julio
Roca ajustaba los mecanismos represivos contra los obreros europeos que organizaban
sindicatos y huelgas en las riberas del Plata.Según los diarios, la norma
que se estudia ahora obedece a un pedido de los Estados Unidos para reforzar
la zarandeada "lucha contra el terrorismo".Y, ya que hablamos de terrorismo,
conviene recordar el desalojo propio de nazis cometido en la madrugada del miércoles
12 en un asentamiento de Villa Fiorito, donde grupos especiales de la Policía
Bonaerense demolieron casas de material y derribaron chaperío, rompieron
muebles, detuvieron y apalearon gente y hasta se llevaron presos a dos abogados
que defendían a los nuevos "sin techo".Además, ya se preparan
razzias para detectar y expulsar inmigrantes indocumentados, tal como años
atrás reclamara el burócrata sindical Gerardo Martínez,
de la Uocra, quien atribuyó la desocupación a las corrientes migratorias
y no a los vaivenes del mercado laboral capitalista.Entretanto, se supo que
boinas verdes norteamericanos ya están en la Argentina y hacen simulacros
con el Grupo Especial de Operaciones Federales (GEOF) de la PFA. Mientras tanto,
el jefe de la SIDE, Carlos Soria, se reúne con los jueces más
reaccionarios (su líder es Alberto Santamarina, apellido de vieja raigambre
conservadora y fascista), con funcionarios del Ministerio del Interior, de la
Interpol y de la Policía Federal.Los mismos diarios que informan sobre
estas conspiraciones proporcionan un dato clave: gobernadores y banqueros piden
endurecer las medidas de seguridad ante la posibilidad de desbordes sociales
generados por la crisis.Está claro que, a falta de zanahoria, los saqueadores
sólo pueden contestar con el palo a las demandas del pueblo hambriento.Por
su parte, Mario Blejer, colocado por el FMI al frente del Banco Central,pide
una ley de impunidad para los delitos que cometerá, según él
mismo confiesa, al arbitrar entre los bandoleros que pugnan como perros por
los pedazos del sistema financiero argentino, cuya "reestructuración",
en cualquier caso, será pagada por los más de 70 mil millones
de dólares robados al ahorro argentino.Todo esto ocurre en un país
donde se tienen seis millones de desocupados,donde el 53 por ciento de la población
es pobre y el salario promedio de los trabajadores aún ocupados está
por debajo de la línea de pobreza. Y el propio Fondo Monetario nos dice
que lo peor todavía no se ha visto, puesto que, una vez firmado el acuerdo
del gobierno con ese organismo de usureros, empezarán "los verdaderos
sacrificios". Civilización de piqueteros o barbarie capitalista
Los planes "jefas y jefes de hogar" ya desataron una lucha entre mafiosos por
la repartija punteril que promovieron. Pero, además, al obligar a quienes
lo reciben a una "contraprestación" promueven que los hoy desocupados
reemplacen trabajadores de convenio y quede fijado un nuevo piso salarial de
150 pesos (35 dólares y monedas).Frente a semejante panorama, el zarpazo
represivo, el golpe de fuerza contra el pueblo argentino, la tendencia a gobernar
por decreto e instaurar una dictadura policial que borre hasta los restos del
andamiaje jurídico nacional, resulta del todo inevitable. Esa tendencia,
digamos al pasar, se observa hasta en la Legislatura porteña, donde un
proyecto de resolución fascistoide intenta eliminar las devaluadas funciones
del recinto para transformar ese parlamento (que dejará de ser tal) en
un apéndice del señor Ibarra, como, en la práctica, ya
sucedió con los superpoderes otorgados al jefe de gobierno y con la aprobación
por adelantado de la renegociación fraudulenta de los bonos de deuda
externa de la Ciudad.Por eso, también, el jefe del Ejército, general
Ricardo Brinzoni, y el ministro de Defensa, Horacio Jaunarena, proponen derogar
la ley de seguridad interior para que los militares vuelvan a espiar ciudadanos
fronteras adentro y se organice un "superministerio" de represión para
hacer frente a conflictos sociales. Por eso el viejo golpista Mariano Grondona
le exige a Brinzoni un plan B, "por si las moscas".Cuando tales cosas ocurren,
ya no puede hablarse de "crisis de representatividad" sino del derrumbe de todo
un régimen político incapaz de dar pan, de la disolución
de las relaciones sociales capitalistas: he ahí la base material del
fascismo, del golpe, de la barbarie represiva.Y la barbarie es, precisamente,
la única salida que puede ofrecer el capitalismo agónico, agotado
históricamente. En nuestro caso nos ponen al borde de la hiperinflación,
con todo lo que ella tiene de devastadora,económica y políticamente,
para las masas populares. Por esa vía brutal eliminarán del mercado
los capitales excedentes, resolverán las pujas entre ellos y, luego sí,
podrán pensar en nuevo ciclo de acumulación.En verdad, si la Argentina
no está todavía sumida en la barbarie, si no se ha impuesto un
retroceso histórico a nuestro grado de civilización, es gracias
a la lucha del movimiento piquetero, de las asambleas populares, de los trabajadores
que empiezan a arrancar sus organizaciones de las manos mugrientas de la burocracia
sindical.Así adquiere su sentido el reclamo popular: que se vayan todos,
que no quede ni uno solo.
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