Vida, pasión,
muerte y resurrección de un comprometido con sus hermanos los pobres
Un salesiano de veras que murió trabajando junto a sus hermanos, los
pobres.
Seguramente esta viviendo la resurrección, en la gloria de aquél
que libremente un día eligió seguir.
Miraba desde el techo y la Policía le disparó
Estaba sobre el techo de la escuela en la que trabajaba como portero. Miraba
lo que pasaba en el corazón del barrio Las Flores. Pasó un móvil
con policías que intentaban evitar un corte en la avenida Circunvalación,
a metros del lugar. Y un policía le disparó. La bala, una "posta"
de escopeta Itaka, le entró por la tráquea.
Claudio Leprati, de 35 años, soltero, que vivía en una villa en
la otra punta de Rosario, en el barrio Ludueña, sirviendo a la gente
como integrante de la comunidad salesiana, murió. Fue asesinado.
Claudio ‹Pocho para todos sus amigos‹ era "un pacífico, comprometido
con el barrio; el sueldo que sacaba en la escuela lo ponía a disponibilidad
de la gente de la villa que lo necesitaba", cuenta, con marcada tristeza, el
padre Néstor Gastaldi.
La villa, dentro de la cual tenía su humilde casa, es la de la Vicaría
del Sagrado Corazón en el barrio Ludueña, en la zona norte de
Rosario. La escuela donde trabajaba, la 756, está en el sur de la ciudad.
Y Pocho iba y venía todos los días.
"El ángel de la bicicleta, le decíamos, porque andaba en
su bicicleta, estaba enterándose y buscando la ayuda para cada familia",
recuerda el padre Gastaldi.
Es más: un día volvió a su casa y la computadora no estaba.
"Le habían robado la compu; rápidamente se enteró quién
se la había llevado y le dijimos que la fuera a buscar. Pero no: prefirió
dejar la cosa ahí. Esto habla de cómo era Pocho", sigue recordando
Gastaldi.
Leprati, criado y formado en una familia de buena posición social y económica
de Concepción del Uruguay, Entre Ríos, llegó a Rosario
hace unos quince años. Lo hizo para estudiar de seminarista. Pero después
de unos años dejó.
Igualmente, siguió ligado a lo religioso, y como servidor de los
salesianos optó por desarrollar una tarea de "animador pastoral" en uno
de los sectores más desprotegidos de la ciudad. Además, estudió
en un instituto terciario y se recibió de profesor de filosofía.
"No nos podremos olvidar de su actividad en el comedor escolar", cuenta el padre
Gastaldi. Como tampoco podrá olvidar que "la Policía lo mató",
mientras aguarda que en el Instituto Médico Legal entreguen su cuerpo.
El informe médico es contundente: hemorragia masiva de tórax por
herida de arma de fuego. Y el doctor Víctor Frigeri precisa a Clarín:
"Impactó una posta en la tráquea". La "posta" fue un proyectil
de escopeta con "bolitas metálicas de ocho milímetros". Fue disparado
con Itaka.
Lo ocurrido con Leprati tiene testigos. El director de la escuela, Carlos de
la Torre, dijo: "El balazo vino de la Policía". Y varios compañeros
se presentaron ya en los Tribunales para formalizar la denuncia, acompañados
por miembros de entidades de derechos humanos. Adriana Hernández Larguía
precisó: "Los policías venían en un móvil, le dispararon
y se fueron".