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Cuarta declaración
del Colectivo Situaciones
(sobre la insurrección
argentina de los días 19 y 20)
La fuerza del ¡"NO"!
La insurrección
de "nuevo tipo" en la que participamos los argentinos en el mes
de diciembre nos enseña hasta qué punto es la potencia del pueblo
en las calles, diciendo "NO", lo que verdaderamente cuenta. El poder
mostró toda su impotencia. Aunque ahora digan -desde las sombras- que
el Partido Justicialista movió los hilos, la verdad es que los dirigentes
de todos los partidos y los sindicatos no hicieron otra cosa que correr detrás
de la multitud. Resulta ahora fundamental producir nuestras propias formas
de comprensión sobre las nuevas modalidades del protagonismo popular
para evitar que los dispositivos de poder nos expropien el sentido de la pueblada
y, sobre todo, para aprender de nosotros mismos y hacer mas contundente la
resistencia.
La insurrección de los días 19 y 20 fue ejemplar: no tuvo autor.
Su protagonista exclusivo fue la multitud. Este protagonismo popular nos muestra
características novedosas. En contra de las versiones que comienzan
a circular en los medios de comunicación masivos, no hubo un poder
por detrás de la gente, decidiendo por nosotros: nadie movió
los hilos desde las sombras. Incluso quienes desde algún lugar de poder
se presentan hoy como los impulsores secreto de la pueblada saben bien hasta
qué punto no han hecho otra cosa que acomodarse siempre atrás
de los acontecimientos. Sólo la ilusa imaginación de políticos
y conspiradores puede presumir de haber manipulado semejante torrente de energías
vitales que recorrieron el país.
La pueblada habló
claro: dijo ¡"NO"!. Hay quien dice que eso "es poco",
que " no alcanza". Que las luchas sólo valen si proponen
un "modelo de sociedad alternativa". Hay que ser claros: el "NO"
de la insurrección tuvo una contundencia indiscutible. Fue un no positivo
tanto por la fuerza que demostró como por los devenires que inaugura.
No se trata sólo de la caída de un gobierno: este "NO"
rebelde le marca un límite al poder y afirma las fuerzas de la resistencia.
No se trata tampoco de un acto "incompleto", ni de una "protesta
sin propuesta", como dicen los "dirigentes políticos"
y los "comunicadores", sino de un acto de fuerza que se autoafirma
y demuestra el nivel actual de la resistencia popular. Este "NO",
no deviene poder estatal: no necesita "legitimarse" mediante propuestas.
No responde a la norma comunicacional que precisa de discursos seductores
e imágenes atractivas. Se trata de la potencia del pueblo resistiendo
la opresión. Y a la vez constituye un claro mensaje a los pueblos de
América Latina y del mundo sobre las posibilidades de terminar con
el dominio imperial y de los poderes locales, articulados en el "neoliberalismo".
La inteligencia popular
rebasó las previsiones de intelectuales y estrategas. Resulta fundamental,
a partir de ahora, ser capaces de pensar este fenómeno desde el mismo
movimiento popular y no a partir de las interpretaciones y categorías-
del poder y sus organizaciones. En ese sentido habrá que tener en cuenta
que:
1- La potencia de la base ha demostrado, de manera contundente, la impotencia
del poder estatal, en su pretensión de autonomizarse de lo que pasa
por abajo. El Estado de Sitio y la represión sólo funcionan
con el miedo y el aislamiento. Como toda relación de dominio, el capitalismo
trabaja a partir de la separación de los cuerpos y los lazos entre
las personas: se alimenta de la tristeza y la impotencia de los pueblos, haciendo
de estos, individuos aislados y promoviendo el miedo y las falsas esperanzas.
El cacerolazo primero y la multitud en las calles, luego, han desarticulado
las capacidades represivas del poder. Un pueblo auto-organizado y decidido
es soberano, incluso, sobre el aparato represivo estatal.
2- Las organizaciones políticas y sindicales operan administrando "pequeños
poderes" sobre los que se constituyen los grandes-, mientras no
somos capaces de construir espacios de gestión autónomos. No
fue por casualidad que estas organizaciones quedaron totalmente marginadas
de la insurrección. Ellas pierden su peso relativo frente a la presencia
popular, decidida y espontánea. Cuando pretenden liderar las expresiones
de este nuevo protagonismo social rebelde, caen en una ilusión absoluta.
A sus militantes les corresponde reflexionar seriamente hasta qué punto
su papel no es el de dirigir, hegemonizar o representar al pueblo, sino acompañar,
asistir y ponerse al servicio de las luchas del movimiento de rebeldía
popular, y de las nuevas formas de democracia directa, autonomía y
radicalidad. En muchos casos estas organizaciones, que expresaron un ciclo
de luchas obreras y populares, obstaculizan el surgimiento de elementos de
un contrapoder que imagina sus propias formas de soberanía y de protagonismo.
3- La potencia del pueblo en la calle no radicó en una organización
centralizada. Por oposición a quienes quieren "dirigir" a
la multitud, la pueblada nos mostró hasta qué punto la multiplicidad
de manifestaciones, puntos de concentración, grupitos de todo tipo,
diversidad de formas organizativas, de iniciativas y de solidaridades fue
precisamente lo que hizo imposible cualquier tipo de negociación, de
acuerdos o de traiciones. Cada vez que, en nombre de la eficacia, aparece
una "conducción", un "delegado" o un "representante",
se crean las condiciones para la claudicación, la integración
y la moderación de las luchas. Por eso es que la multiplicidad que
no es dispersión- constituye una clave central de la nueva radicalidad.
4- Habrá que ser capaces, ahora, de resistir todas las versiones dominantes
que se abren paso desde la política y los grandes medios de opinión
y que intentan explicar lo sucedido en los términos del poder, invirtiendo
el sentido de los hechos, como si lo que fue producto de la potencia de la
multitud en las calles no fuese sino un asunto de "internas de palacio".
Como si al Gobierno de De la Rúa lo hubiera volteado el Partido Justicialista,
etc. Estas interpretaciones ocultan y expropian el protagonismo popular. Nos
hacen olvidar cómo el poder se asienta sobre las tendencias en la base
difundiendo la creencia que desde el Estado se manejan los hilos de los acontecimientos.
Este es el origen de la ilusión de la "toma del poder", que
nos desvía del objetivo primordial: la constitución de una red
de contrapoder capaz de democratizar los espacios de gestión desde
abajo o, de enfrentarlos con éxito, si no hubiese más
alternativas-.
5- La violencia insurreccional fue ejercida -como en los piquetes y los levantamientos
populares de los últimos tiempos- como forma de autodefensa. La legitimidad
de estos actos es autoconferida: no depende de ninguna aprobación externa.
La autodeterminación y la lucha resistente constituyen elementos fundamentales
de la libre expresión popular y son fuente de elaboración de
criterios y valores de justicia.
Es este carácter
"autodefensivo" e insurreccional de la violencia la base de una
asimetría fundamental con respecto al ejercicio de la violencia producida
por el poder, responsable tanto de las muertes provocadas directamente por
las fuerzas represivas como por la psicosis siempre útil a la "ideología
de la seguridad" (que reduce a hombres y mujeres a meros individuos retraídos
y temerosos de todos los demás, que en su imaginación -y luego
en la realidad- se convierten en potenciales enemigos). Las operaciones de
inteligencia y "guerra psicológica" estuvieron destinadas
a reforzar este mecanismo del poder.
Por eso resulta fundamental
distinguir la violencia popular, la "autodefensa", de la violencia
generada, entre pobres, por la "ideología de la seguridad".
La autodefensa popular se constituye a condición de ir venciendo este
aislamiento, este miedo "al otro" que permite la manipulación
desde el poder, y la pérdida de toda autonomía- para componer
una fuerza común, integradora y amplificante, que potencia y continúa
las fuerzas y deseos individuales a escalas colectivas.
6- Será fundamental ahora la comprensión y la elaboración
-desde la base- de las categorías y el lenguaje que nos permitan pensar
con rigor lo que sucedió. Resulta imprescindible construir las claves
de reflexión capaces de leer, desde la potencia (y no desde ninguna
visión de poder), la novedad y la singularidad de las nuevas formas
del protagonismo social.
7- La multiplicidad es una de las claves del nuevo protagonismo popular. No
hay una forma de lucha, un discurso ni una vía de resistencia superior
y exclusiva. Por eso es importante no decaer en el trabajo que se desarrolla
previa y posteriormente a la pueblada. Igual que en la insurrección
misma, el movimiento de la resistencia se va coordinando sin centralizarse
en una organización única: se constituye bajo esta forma movimientista;
sin conducción; sin "orgánica"; sin líderes
únicos, sino situacionales; sin programas o modelos, sino con proyectos
concretos, y sin estructuras que ahoguen la creatividad popular, sino a través
de verdaderas experiencias de contrapoder.
8- La insurrección, como mezcla de cuerpos, ideas, culturas y lenguajes
es la experiencia de desbaratar todo orden que se pretenda soberano sobre
la multitud. Pero la insurrección no tiene por qué responder
a las expectativas que la modalidad política de la representación
revolucionaria se hace de ella. De hecho, la pueblada no constituyó
un momento al interior de ninguna estrategia política, ni el final
de ningún proceso de acumulación. No fue, tampoco, una "situación
de situaciones", un momento de centralización en donde los retazos
dispersos cobran, de pronto, un sentido, para perderlo, luego, en la fragmentación
impotente. La pueblada fue, sí, un momento de autoafirmación,
de descubrimiento de la potencia del pueblo, de encuentro de distintas formas
de expresión popular y también del enfrentamiento y de constatación
de la incapacidad de los poderes por "sostenerse en el aire". Será
central pensar el hecho de que la lucha por la justicia ya no pasa fundamentalmente
por la política (partidos políticos, gestión estatal,
etc) sino por las prácticas que producen, efectivamente y en situación
nuevos valores y experiencias de una sociabilidad no hegemonizada por el capitalismo.
9- La "representación política" sólo registra
los "ecos", y no lo sustancial: lo que pasa a nivel de los cuerpos
y las situaciones reales. Por eso hay que preservar la primacía de
las experiencias de producción de nuevos saberes y valores. El atajo
de la lucha por los "pequeños poderes" nos desvía
hacia la reproducción de las formas de existencia del capitalismo sustituyendo
las experiencias materiales por su representación jurídica,
política y mediática.
10- Es momento de mostrar el coraje de resistir el surgimiento de liderazgos
externos a las modalidades y al significado de este "NO", de este
pronunciamiento popular que se ha constituido sin convocatorias organizadas,
sin líderes mediáticos, sin promesas y sin falsas esperanzas.
11- Un valor puesto en juego en la pueblada fue, precisamente, la reapropiación
del lazo social: estar en las calles y comprobar que cada uno de nosotros
es parte de una multitud, de una fuerza social y material. Por eso no hay
que perder de vista las operaciones expropiatorias de nuestra propia subjetividad
individual y social en juego por los medios de comunicación y la sociedad
del espectáculo, que busca borrar la marca insurreccional. En contra
de las versiones que se difunden desde los centros de poder, las acciones
espontáneas de los días 19 y 20 sobrepasaron cualquier intento
de control y manipulación desde arriba: la misma multitud se movilizó
sin "promesas", sin "dirigentes", sin "partidos"
y sin "modelos". Esta fue su fuerza, y aquí radica la gran
novedad del movimiento que hay que poder pensar, elaborar y desarrollar.
El gran desafío
es producir experiencias de contrainformación, contraculturales, educativas,
de derechos humanos, economías alternativas, grupos autónomos
de investigación y talleres producción teórica y práctica
colectivas, y demás modalidades de lucha capaces de alimentar redes
potentes que, más allá de las estructuras representativas partidos
políticos, grandes medios, aparatos gremiales, ONG´s, etc-, vayan
organizando el pensamiento y las prácticas de -y desde- la base.
Hasta Siempre,
Colectivo Situaciones
Buenos Aires, 25 de diciembre
de 2001