Tropas americanas en Argentina
Preparando el ejército para el ALCA
Rosanna González Pena
En estos días se discute si se dará o no inmunidad diplomática a aproximadamente 200 integrantes de las Fuerzas Especiales del Ejército de los Estados Unidos, que vendrán a realizar maniobras conjuntas en Misiones para el mes de noviembre del corriente año. Muchos discuten si es necesario o no que se les brinde una inmunidad especial, pero creo que por discutir detalles, se nos puede perder el bosque.
No va a ser la primera vez que las tropas americanas realizan junto con las nuestras, operaciones de entrenamiento en la selva misionera. Ya las habían realizado en Iguazú en el año 1999, muy cerca de la Triple Frontera, a la que los americanos le tienen tantas ganas. En esa ocasión también había invitados de los ejércitos de Uruguay, Brasil y Paraguay. No sería de extrañar que el Departamento de Defensa Americano, en poco tiempo decida dejar algunas tropas de manera permanente en ese lugar so pretexto de considerarlo un verdadero "nido de terroristas".
Muchas voces se han levantado en disidencia con la posibilidad no sólo de la inmunidad legal, sino directamente en contra de la presencia de militares de los Estados Unidos en territorio argentino, ya que no hemos tenido muy buenas experiencias en anteriores ocasiones. Cientos de militares nacionales, algunas décadas atrás, fueron "adoctrinados" por los estadounidenses en la tristemente famosa Escuela de las Américas, lo que para los civiles de nuestro país no significó más que muertes y desapariciones.
Mucho antes del 11 de septiembre, desde Washington se estudia la creación de un dispositivo bélico que abarque todo el hemisferio, comandado obviamente desde el Pentágono. En ese plan las fuerzas armadas de los diferentes países americanos tendrían como objetivo una vez más, patrullar y velar por la seguridad interior, historia que ya hemos vivido sin mucho éxito ni felicidad. El Pentágono organizó un seminario en marzo de 2001 en Miami, a través del Centro de Estudios Hemisféricos de Defensa. En el mismo, según una nota aparecida en el diario La Nación por esos días y firmada por Luis Esnal, se pudo escuchar la sugerencia de que las Fuerzas Armadas de los países latinoamericanos deben pasar a ocuparse de conflictos internos, a falta de los externos. A esta "originalidad" la denominaban policiación de las Fuerzas.
El año pasado para el mes de agosto, se realizaron otras "maniobras de paz" en la provincia de Salta bajo el nombre de Cabañas 2001, las que pasaron totalmente inadvertidas para la gran mayoría de la población y del periodismo nacional. Los únicos que presentaron una queja formal fueron los profesionales universitarios de Salta por medio de la Federación que los nuclea: "... expresamos extrema preocupación por la falta casi total de información precisa sobre los motivos, objetivos, duración, consecuencias y necesidad de tales actividades, que en el actual momento de tensión y conflicto social en la región aparecen como inoportunas e imprudentes ..."
También esa vez y según los papeles presentados por el Jefe del Ejército de la región Salta los soldados americanos serían aproximadamente 200, pero en realidad resultaron más de 570, inflación que nadie atinó a explicar, total, ya que estaban acá no iban a pedirles que se fueran. Lo que sí quiso dejar muy claro el general Olivera, es que los costos los cubrían íntegramente los americanos, ya que se trajeron hasta la comida desde su país.
No es un secreto para nadie que Estados Unidos presiona sobre la crisis económica para imponer en la región el ALCA, y que se han escuchado en "charlas informales" la posibilidad de canjear parte de las deudas latinoamericanas por bases militares permanentes. Se han publicado en Brasil despachos de los corresponsales en Argentina que hablaban de los proyectos que los distintos gobiernos argentinos, tanto el de Menem como el de Fernando de la Rúa, estudiaron con las sucesivas administraciones de Washington para instalar una base de radares o de misiles en la ciudad de Salta, y del propósito de instalar una base militar estadounidense en Chubut, lo que también tomó estado público el año pasado en nuestro país. Tan avanzadas estaban las conversaciones que tuvieron que ser admitidas por el gobernador José Luis Lizurume.
También hubo una denuncia realizado por diferentes ONG de Tierra del Fuego contra el gobernador Carlos Manfredotti, que por medio del Decreto 1369/01 del gobierno provincial habilitaba al Ejército de los Estados Unidos a instalar una serie de bases en territorio provincial. Las informaciones oficiales en cambio, hablaban de una instalación científica destinada a ensayos nucleares, lo que no sé si no es peor. Por esos mismos días curiosamente se comenzó a hablar del cierre de las bases argentinas en la Antártida.
Pero el tema de la inmunidad jurídica tampoco es una innovación del gobierno de George W. Bush. En el mes de noviembre de 1999, muy pocos días antes de irse, el entonces ministro de Defensa Jorge Domínguez firmó con el secretario de Defensa del gobierno de Clinton, William Cohen, una acuerdo por medio del cual se conformaba un grupo de trabajo bilateral sobre defensa Argentina-Estados Unidos. En julio de 2000 el embajador estadounidense James Walsh envió al canciller argentino las condiciones del personal civil y militar de los Estados Unidos de América mientras permanezcan en nuestro país.
En ese texto se aclaraba que el personal de los Estados Unidos podrá usar uniforme mientras desempeñe sus responsabilidades oficiales en la República Argentina; y en el mismo se establecía que los "reclamos de terceros que se originen en las actividades de los ejércitos serán dirigidos al Estado presuntamente responsable y serán resueltos de conformidad con las normas legales aplicables a ese Estado". Ya en Cabañas 2000, y con la venia del entonces canciller Rodríguez Giavarini, existía la imposición de inmunidad jurídica para los americanos que levantó protestas entre muchos jefes militares argentinos, pero que no fueron escuchadas por don Fernando de la Rúa. Dos años después no hacen más que exigir por tercera vez, lo que ya se les otorgó con anterioridad.
La idea de un mercado único desde Alaska hasta la Patagonia va de la mano de la utilización, en un futuro no muy lejano, de una moneda única. No es de mentes muy afiebradas pensar que es cierto lo que desde varios países latinoamericanos se viene vislumbrando: la existencia de un plan ideado en el Pentágono de crear una única fuerza militar en el hemisferio, con cabeza en los Estados Unidos. Nada más y nada menos que un dispositivo bélico bajo su mando.
Existe una planificación que no es secreta ni ha sido negada jamás, de una serie de bases diseminadas en todo el continente sumadas a un calendario de maniobras conjuntas que, de paso, le sirven para ir conociendo el terreno y recolectando información, a cambio de dejar a nuestros militares jugar con sus chiches de guerra nuevos. En noviembre traerían, de acuerdo con la información brindada, equipos individuales de campaña que incluyen armamentos nuevos, brújulas, gafas nocturnas, telémetros, sistemas de posicionamiento global e individual, con el apoyo de aviones y helicópteros propios. Y si nos portamos bien van a dejar que los toquemos.
En un documento del National Security Council, titulado "Síntesis de la estrategia de seguridad nacional" del año 1999, y que no es clasificado ni secreto, sino que está al alcance de todo el mundo, se puede leer: "El objetivo de la estrategia es asegurar la protección de las necesidades permanentes y fundamentales de nuestra Nación: proteger la vida y la seguridad de los norteamericanos, mantener la soberanía de los EEUU con sus valores, instituciones y territorio intactos y proveer la prosperidad de la Nación y la población. (...) Nuestra misión ha sido derribar las barreras comerciales en el extranjero con el objeto de crear puestos de trabajo en el país".
Y más adelante, explica hasta dónde están dispuestos a llegar para abrir estos mercados, "haremos lo que sea necesario para defender estos intereses. Incluso usaríamos nuestro poder militar en forma unilateral y decisiva, si fuera necesario". Las cosas que los americanos harían para abrir fuentes de trabajo para su gente es casi emocionante, si no fuera porque el documento suena casi amenazante para el resto del continente.
Vendrán con inmunidad, que no nos quepa la menor duda. Ya han venido antes, lo que pasa es que no nos enterábamos.