9 de septiembre del 2002
El otro
Madres de Plaza de Mayo
Después de comprobar cierta incapacidad electoral en los candidatos Carrió y Zamora, la burguesía criolla prepara una nueva coartada para contener por izquierda el avance popular y mantenerse en el poder: el Adolfo.
El nacionalismo a la Rodríguez Saa rejunta varios clavos remachados: Aldo Rico y sus fascistas; Moyano, Piumato y sus burócratas; presos políticos a la Raúl Castells; intelectuales de la izquierda nacional; viejos vicejefes del aparato justicialista contrariados con Duhalde y Menem, entre otras sorpresas. Falta Seineldín y están todos.
El cotillón del peronismo aún se permite reunir mucha gente en las movilizaciones y sincronizar un discurso progresista hasta ahí nomás, con anclaje en aquel proceso de moderada industrialización que condujo el general Perón en sus tiempos mozos.
Con promesas por izquierda y certezas por derecha, el puntano teje pacientemente una alianza electoral que le permita obtener el gobierno en las próximas elecciones. A la vez que anuncia salariazo, cierto reparto de la riqueza y empleo, desanda aquel decreto de "no pagar la deuda externa" y sugiere nuevas negociaciones con el Fondo Monetario. Mientras los referentes de "la zurda" en el movimiento citan a Marx y a las Madres de Plaza de Mayo, Rodríguez Saa deja que hable el genocida Aldo Rico en el acto inaugural, reivindicando su "patria" de obediencia ciega y represión. Al tiempo que fanfarronea con una carta de Hugo Chávez, le guiña el ojo al gobierno de Estados Unidos.
Pero en su discurso jamás se discute el asunto importante: el orden social capitalista y la sumisión de la economía nacional a las necesidades del imperialismo. Eso, se sabe, es la tarea que le corresponde al pueblo movilizado en las calles y rutas, con piquetes y tomas de fábricas, con marchas y cortes de puentes, con revolución pura y dura y no con el queso que la burguesía puso en la trampera electoral.
Editorial de ¡Ni un paso atrás! Programa del 5-09-02