Marcha y escrache a la primera de Avellaneda
En memoria de Darío y Maxi A tres meses de la masacre de Avellaneda una multitud escrachó a la comisaría que anidó a la mayoría de los asesinos, empapeló el barrió, coreó consignas y se retiró en orden. Los cánticos, las consignas, las preocupaciones.
"Juicio y castigo a los asesinos de ayer y de hoy", reclamaban los manifestantes, dolidos porque los represores siguen libres.
Por Laura Vales / PAGINA 12
"Darío: Tenía razón la canción. Los sueños están creciendo aunque no estés", le escribió Mariano a Darío Santillán, entre el diálogo y la despedida. Ayer se cumplieron tres meses de la represión contra los piqueteros en el Puente Pueyrredón y militantes y amigos de Darío Santillán y Maximiliano Kosteki se reunieron en Avellaneda para escrachar a la Comisaría 1ª. Mariano estaba en la columna que cantó contra la policía, empapeló el barrio y se retiró del lugar sin incidentes. "Queremos denunciar que los autores materiales de la represión y de las muertes de nuestros compañeros siguen libres", señalaron los desocupados de la Coordinadora Aníbal Verón al explicar los motivos de la protesta.
En el escrache participaron los familiares de los dos militantes muertos por la policía. Mabel, la mamá de Maximiliano, marchó tras una pancarta que pedía "Juicio y castigo a los asesinos de ayer y de hoy". Estaba de luto, con un pantalón negro, una remera negra, zapatillas oscuras y anteojos de sol. Se mostró convencida de que la causa judicial "no va a avanzar sin una fuerte presión en la calle" y lo fundamentó con tres conceptos: "Los policías Colman y Quevedo, que habían sido detenidos inicialmente, ya están libres. Hay un prófugo al que nadie busca y no están investigando quién tuvo la responsabilidad política por lo sucedido".
Luis Santillán, el padre de Darío, caminó acompañado por su hijo Leo. Eligió un perfil bajo y sólo habló con los medios para decir que le parece que la investigación "va muy lenta". Detrás de ellos se encolumnaron los desocupados del Bloque Piquetero, los abogados de la Coordinadora contra la Represión Policial, asambleas barriales, y docentes, entre otros.
La comisaría 1ª fue elegida para el escrache porque de allí salieron los efectivos que participaron en la represión pero continúan en libertad. A la 1ª pertenecía Carlos Leiva, quien vestido de civil disparó con munición de plomo contra los manifestantes que escapaban por la avenida Mitre. También de la 1ª era el oficial Mario De la Fuente, el que en las fotos de la represión aparece con un buzo a rayas azul y blanco, hoy beneficiado con una eximición de prisión. Dentro de la misma seccional los piqueteros detenidos observaron moverse como en su casa a Francisco Celestino Robledo, el policía retirado desde el ‘96 que el 26 de mayo actuó como parte del grupo de tareas del comisario Fanchiotti. De allí salió también el equipo que allanó ilegalmente el local de Izquierda Unida. Mariano Benítez, el chico a quien le dispararon un itakazo en la cabeza dentro del local, estuvo en la protesta del brazo de los familiares.
La seccional está ubicada a unas diez cuadras del puente. El escrache se había anunciado para las dos de la tarde, pero la policía decidió desplegar más de un centenar de efectivos armados en la puerta desde medida mañana. El edificio fue vallado por completo y luego se levantó una segunda pared de rejas en cada esquina, de manera que los manifestantes no pudieran ingresar a la cuadra.
En un extremo de la calle, detrás de ese enrejado de protección, se instalaron efectivos con perros, mientras que en la otra esquina se acomodó la caballería. A último momento en el lugar donde llegarían los piqueteros y las cámaras de televisión se ubicó una línea de mujeres policías. Detrás de ellas, entre los perros y los caballos, la infantería esperó con cascos, chalecos antibalas, armas largas, escudos y palos.
El escrache empezó a las tres de la tarde. Una cuadra larga de escrachantes se acomodó sobre la avenida Belgrano para cantarle a los de azul "Por una pizza reprimís a tu mamá". Dos chicas del colectivo Arte Callejero treparon a un poste de luz y colgaron un cartel amarillo, como una señal de tránsito, que indicaba "Policía asesina - Comisaría 1ª - Lavalle 158". Otras pegaron en las paredes del barrio afiches en los que se leía "Para muestra basta un botón - No es sólo la policía, es toda la institución". Los piqueteros volvieron a marchar hasta la estación de Avellaneda al terminar la protesta. Un grupo de trabajadores ferroviarios que cortaba las vías del tren en reclamo por la reincorporación de 350 despedidos adhirió al homenaje y recibió a su vez el apoyo de los desocupados, que enviaron al corte una delegación.
Otros volvieron a recorrer el hall de la estación y los andenes para reconstruir lo sucedido tres meses antes. Por los pasillos y el patio de la estación paseaban policías de civil sin mucho disimulo. A las cinco y media de la tarde los últimos manifestantes dejaron el lugar. En las paredes de la estación solamente quedaban las pintadas recordando el lugar donde cayeron Santillán y Kosteki. Otras decían "Fanchiotti, da la cara" o "Los caídos viven en nuestra lucha". Sobre las vías, la protesta de los desocupados nuevos todavía no se había levantado.