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Argentina: La lucha continúa

23 de septiembre del 2002

Juicios por la verdad en argentina
La Mercedes Benz, del nazismo al proceso

Gabrielle Weber
Argenpress

La periodista alemana Gabrielle Weber, analiza en esta primer nota aspectos sobre la relación de un grupo empresario extranjero en la represión contra dirigentes y militantes sindicales combativos durante la última dictadura militar.
La mesa del comedor se transformó en un estrado para testigos. A su alrededor se sentaron seis secretarios judiciales, el fiscal nacional Félix Crous y los jueces Jorge Ballesteros del Tribunal de la Capital y Leopoldo Schiffrin del "Juicio por la Verdad" en La Plata. Se notaba claramente: el dueño de casa no quería ser testigo. Desde hace meses, David Filc intentaba evitar someterse a un interrogatorio. "No", dice él, "nadie me avisó que me van a visitar hoy". Propuso declarar más tarde, por escrito. Se acomodaba inquieto en su silla, vestido de jogging. En pocos minutos, se dio cuenta que no podría evitar declarar frente a este "batallón judicial".
Desde hace un año, su nombre figura en una lista de testigos del "Juicio por la Verdad" en el Tribunal de La Plata, que intenta aclarar el destino de los desaparecidos durante la dictadura, entre ellos el de Esteban Reimer, miembro de la Comisión Interna de la Mercedes Benz en González Catán. Filc fue hasta el año 1982 director de venta de la empresa. Cuando el Tribunal le envió la citación, respondió con un certificado médico que diagnosticaba insuficiencia cardiaca, lo que fue posteriormente confirmado por un médico oficial. Pero el juez Schiffrin no quiso conformarse con una declaración por escrito. Anteriormente ya había citado al jefe del sindicato de los trabajadores automotrices SMATA, José Rodríguez y a los gerentes de aquella época de la Mercedes Benz:
- el jefe de producción Juan Tasselkraut. La Fiscalía de Nuremberg desde hace tres años lleva adelante una investigación por asistencia en varios asesinatos. Uno de los sobrevivientes, el obrero Héctor Ratto, declaró que Tasselkraut entregó la dirección de un compañero de trabajo a los represores y esa misma noche este compañero fue detenido y nunca mas se supe nada de él. Tasselkraut negó en el juicio su participación en los asesinatos y haber entregado direcciones a los represores. Pero contó con franqueza que en la fábrica la productividad había caído a un 40 por ciento, como consecuencia de las actividades de la Comisión Interna, hostil al sindicato SMATA. Después del asesinato de los miembros de la Comisión Interna, la productividad "se normalizó". Los jueces le preguntaron por qué "No hay milagros, doctor", fue la repuesta.
- el director de los asuntos jurídicos, Pablo Cueva. Entregó una lista a la policía política de Buenos Aires con nombres y direcciones de miembros de la Comisión Interna, posteriormente asesinados. "Sí, es mi firma", contestó cuando le mostraron la lista. No supo explicar los motivos de la entrega de la lista. ¿La empresa hacía regalos a las comisarías cercanas a la fábrica? preguntó el fiscal. Sí, afirmó Cueva, por año la empresa disponía de millones de dólares para donaciones. Con ese dinero se pagó, por ejemplo, el equipamiento neonatológico al Hospital Militar de Campo de Mayo, donde durante la dictadura funcionó una maternidad clandestina. Ahí fueron llevadas las presas embarazadas, les provocaron el parto artificialmente y luego las torturaron y mataron. Sus bebés fueron entregados a militares. Los equipos donados por la Mercedes Benz, hoy Daimler Chrysler, cumplieron su función.
- por la fuerza se hizo comparecer a Rubén Lavallén. Torturador y condenado por robo de la niña Paula Logares. Sus padres fueron secuestrados en Montevideo y llevados a la comisaría en San Justo donde Lavallén estaba a cargo. Los padres de Paula desaparecieron y Lavallén retuvo a la pequeña durante años en su casa. En su comisaría fueron torturados también obreros de la Mercedes que ya declararon en el "Juicio por la Verdad", entre ellos Juan Martín. A partir de 1978, Lavallén fue nombrado jefe de seguridad de la fábrica en González Catán: "un trabajo bien remunerado", reconoció frente a los jueces. Dijo que nunca se enteró que hubiesen torturas y sobre el robo de Paula se negó a declarar. El fiscal y la abuela de Paula, Elsa Pavón, pidieron orden de detención contra él.
Al final, David Filc se ablandó y empezó a hablar. "Yo era el judío de la Dirección", contó a los jueces, "EL judío en ESTA empresa". El joven fiscal Crous sacudió la cabeza. Dos meses después de la entrada de Filc a la Mercedes, en mayo de 1960, el servicio secreto israelí, el Mossad, secuestró a Adolf Eichmann, quien fuera hasta 1945 el "responsable técnico" del holocausto. Eichmann trabajaba en la fábrica en González Catán. Filc confirma. Su propia familia que no huyó de Varsovia fue exterminada por los nazis. Cuando Filc entró a la Mercedes "había mucha gente de la SS", recordó.
Había otro judío: Juan Tasselkraut. Pero él obviamente nunca se molestó por el pasado nazi de la empresa. Su familia emigró antes de la segunda guerra mundial a Argentina. De su familia sólo sobrevivió un pariente en Alemania, Karl Heinz Tasselkraut en Berlín; los otros murieron en el gas. Tasselkraut (2) trató hace un par de años de comunicarse con su pariente en Argentina, pero el Tasselkraut (1) no estaba muy interesado. Tasselkraut (2) desistió cuando se enteró por Internet de la supuesta colaboración de su pariente con el asesinato de la Comisión Interna. Tasselkraut (2) vivía en la RDA, porque, así lo dice, "no podía vivir en la República Federal donde los viejos nazis estaban en el gobierno". Se refiere al señor Globke, redactor de las leyes raciales de Hitler y miembro del gobierno de Konrad Adenauer en los años sesenta. Tasselkraut (2) hizo carrera en la Alemania del socialismo real. Era colaborador del Ministerio de Seguridad del Estado y tenía empresas que importaban tecnología estratégica de los países capitalistas, lo que era prohibido por la OTAN. Después de la reunificación, la Fiscalía Federal lo procesó por eso.
Cuando el Mossad secuestró a Eichmann, el tema fue tabú en la empresa, a pesar de que toda Argentina habló sobre este hecho durante meses, recuerda Filc. Otro tema tabú fue la desaparición de la Comisión Interna durante la última dictadura militar. A la autora de este artículo Filc ha reconocido, tres años atrás, que la empresa Mercedes Benz aprovechó el momento propicio para deshacerse de estos activistas gremiales, inculpándolos como "subversivos" - lo que significaba en aquella época una sentencia de muerte. Los detalles de los secuestros Filc declaró ignorarlos, porque él trabajaba en la Central, en la Avenida Libertador, y no en la fábrica. ¿No se notaba una desaparición en aquella época? Sí, por supuesto, desaparecieron físicamente. ¿Por qué la empresa pagó durante diez años los sueldos a las viudas? Eso lo decidió el director del personal, no Filc. Y el director del personal está muerto.
Filc era el director de ventas desde 1977. El principal comprador de camiones, unimogs y armas de todo tipo era el Ejército argentino. Como es usual, mantenía también relaciones sociales con sus clientes. El ministro del Interior, Albano Harguindeguy, lo invitó a la boda de su hijo. Y el comandante del Primer Cuerpo, Carlos Guillermo Suárez Mason, le comentó durante los almuerzos cómo trabajaban sus "grupos de tareas", estos comandos de torturadores y asesinos. El gobierno alemán pidió la extradición de Suárez Mason por el asesinato de la ciudadana Elisabeth Käsemann.
El contacto cotidiano se hacía a través del concesionario Rodolfo Schneider, a quien la empresa pagaba un quince por ciento de comisión. Este Schneider, también muerto, tenía muchos gastos en coimas y sobornos, por ejemplo a José Rodríguez, jefe del sindicato SMATA. "Todos nosotros sabíamos con qué dinero Rodríguez pagó su mansión en Punta del Este", dijo Filc.
Filc se retiró de la empresa en 1982: se le había roto el corazón. No sólo por un infarto. También porque mientras él charlaba amablemente con los generales sobre business, los parientes de su esposa eran perseguidos por ser Montoneros. Algunos se refugiaron en el exilio. Pero uno quiso volver. Lo detuvieron en la frontera con Paraguay y se tragó una cápsula de cianuro. Así se evitó el resto.
En el transcurso de la declaración, Filc fue abandonando su postura negativa del inicio. Aparentemente le hizo bien hablar. El sabe lo que significa la impunidad. Sabe que gracias a la impunidad muchos viejos nazis vivieron en Argentina después de la guerra. Sabe que los autores del atentado contra la AMIA, donde él era tesorero, están libres. Y sabe que los asesinos de los obreros combativos de la Mercedes Benz se esconden detrás de las leyes de obediencia debida y punto final.
Detrás de Filc, en un estante, hay una foto de su hijo Dani. Se mudó a Tel Aviv en 1984 donde dirige la organización "Médicos para DDHH". Firmó una carta de objetores de conciencia dirigida al premier israelí Ariel Sharon. Rechaza proteger a los colonos israelíes que habitan en territorios palestinos. Eso puede ser castigado con prisión en el Israel de hoy. Filc senior está orgulloso de su hijo. Con una sonrisa en los labios firmó el protocolo, mientras el secretario judicial introduce el casete grabado en un sobre que cierra con lacre.
El representante de la clase obrera
Desde 1973, José Rodríguez dirige SMATA. Excluyó en aquella época a los miembros de la Comisión Interna de la Mercedes Benz por ser opuestos al sindicato. Eran "adoptados por la subversión", escribió Rodríguez el 4 de noviembre de 1975 al Ministerio de Justicia. Los nombres de los integrantes de la Comisión Interna fueron entregados por miembros de SMATA a la empresa y la empresa, a su vez, entregó los nombres a la policía política.
Veintiséis años mas tarde, el 16 de agosto de 2001, Rodríguez fue citado por Tribunal por la Verdad. Se presentó con cuatro guardaespaldas. "me enteré de los desaparecidos de Mercedes Benz con la CONADEP, para mí solamente estaban detenidos", declaró. ¿Por qué no se ocupó de los - a su juicio - "detenidos"? No lo supo explicar.
"Cada vez cuando desapareció un compañero, nosotros hablamos con las autoridades militares", escribieron los obreros sobrevivientes en una declaración, "¿Rodríguez era el único que no sabía de los asesinatos"?
Desde los años setenta, Rodríguez también es vicepresidente de FITIM, la Federación Internacional de los Trabajadores Metalúrgicos, que representa a 23 millones de obreros en el mundo. En noviembre del año pasado, el congreso de la FITIM en Sidney votó otra vez a Rodríguez como vice presidente. El presidente de la FITIM, el alemán Klaus Zwickel, jefe del sindicato IGMetall, conocía la declaración de los "sobrevivientes de la Mercedes Benz" contra Rodríguez, por un artículo de su revista sindical que nunca fue publicado. La oferta de enviarle la declaración completa de Rodríguez en el Juicio por la Verdad antes del congreso en Australia, fue rechazada: "no precisamos por el momento el protocolo".
Ahora, el sindicato austriaco de los trabajadores metalúrgicos pidió oficialmente a la central de la FITIM una investigación contra Rodríguez. En Viena, están interesados también en la información - brindada por un ex director de la Mercedes Benz - de que el jefe del sindicato cobró coimas por los negocios de armas con el Ejército argentino.