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Argentina: La lucha continúa

9 de septiembre del 2002

La delincuencia de cuello blanco

Juan Claudio Acinas
COMCOSUR
En 1939, Edwin H. Sutherland, un destacado sociólogo de la Escuela de Chicago, hizo pública una investigación con la que demostró que el delito no está correlacionado necesariamente con la pobreza, ni con las condiciones psicopatológicas o sociopatológicas que se asocian con ella.
Sutherland llegaba a esa conclusión tras considerar en su análisis la enorme amplitud y generalidad de los "delitos de cuello blanco," es decir: sobornos, fraudes, estafas, malversación o desviación de fondos, tráfico de influencias, incumplimientos y otras corruptelas; cometidos por hombres de negocios "respetables" y profesionales de cierto prestigio social, como empresarios, banqueros, políticos, magistrados, etcétera. Esto ya había sido planteado a mediados del siglo XIX por los periódicos anarquistas y socialistas europeos, al cuestionar el sistema penal y denunciar los crímenes de la burguesía.
Delincuencia de "los de arriba," por tanto, donde los delincuentes no suelen ser considerados como tales y donde disfrutan de una relativa inmunidad debido a la diferencia de poder que poseen en contraste con la debilidad de sus víctimas. Lo que supone una gran capacidad para presionar sobre las instancias judiciales, así como un trato administrativo privilegiado que suele reconducir sus casos a la esfera del derecho civil y les aleja de la cárcel.
Según una encuesta del año 1973 aparecida end la revista Die Zeit, un 83 % de la propia policía alemana pensaba que "en general los ricos tienen más suerte ante los tribunales." Para Sutherland, la práctica habitual de semejantes delitos se vincula a una sociedad que no está organizada solidariamente contra ellos. Delitos que violan la confianza que se pone en determinados sujetos que no pertenecen a la "clase baja" y gozan de un prestigio considerable. Todo esto genera un descrédito que a su vez debilita la moral pública y produce una desorganización social mayor.
(*) Revista Disenso - Las Palmas de Gran Canaria - Octubre de 1995