14 de agosto del 2002
¿A QUÉ VINO PAUL O'NEILL A BRASIL, URUGUAY Y ARGENTINA?
Paul O´Neill: las verdaderas razones de una visita a Brasil, Uruguay y Argentina
Por Carlos Gabetta / EL DIPLO
Muy cuestionado en su propio país y políticamente devaluado, el Secretario del Tesoro de Estados Unidos pasó como un relámpago por América del Sur. Más allá de la retórica oficial, lo que preocupa a Estados Unidos y el Fondo Monetario Internacional es la propagación de la crisis al mundo entero y el advenimiento de gobiernos adversos en la región.
Es pertinente preguntarse si Paul O'Neill visitó Brasil Uruguay y Argentina para tratar de analizar "in situ" la mejor manera de ayudar a esos países (el motivo explícito de su viaje); si lo hizo huyendo de las críticas que lo han colocado en el ojo de una tormenta que agita a todo el equipo económico del presidente George W. Bush (1) o, finalmente, si sus razones fueron la extensión de la crisis argentina al conjunto de la región y la perspectiva de que, en pocos meses o años, una serie de gobiernos de centroizquierda en el subcontinente echen por tierra los planes estadounidenses de concretar un Área de Libre Comercio de las Américas (ALCA) para el 2005 (2).
En efecto, O'Neill se parece hoy mucho más a un político devaluado y a punto de ser desplazado de su puesto que al todopoderoso Secretario del Tesoro que predicaba honestidad y templanza a los países emergentes desde un púlpito planetario. A pesar de que lleva apenas dos años en el puesto, las provocaciones de O'Neill son ya legendarias (3) y la última de ellas, cuando alegó que el Fondo Monetario Internacional (FMI) debía estar atento a que sus préstamos a Brasil, Uruguay y Argentina "no fuesen a parar a cuentas bancarias en Suiza", provocó un serio incidente diplomático con Brasil, cuyo presidente, Fernando Henrique Cardoso, exigió y obtuvo una disculpa oficial. Sus pares de Argentina y Uruguay, Eduardo Duhalde y Jorge Battle, inclinaron en cambio la testuz, en la actitud de quien otorga callando.
Pero durante este viaje no se comportó como un palurdo, salvo un breve momento en Brasil, cuando no pudo con su genio durante la visita a un hogar de niños desamparados y ¡sacó del bolsillo dos billetes de un dólar, los firmó y los obsequió! (4). Sus declaraciones fueron medidas y aunque no dijo gran cosa ni prometió nada, al menos no ofendió a nadie, si se exceptúa la inteligencia de los millones de habitantes de la región, a quienes intentó convencer de que una visita relámpago y rodeado de una nube de guardaespaldas a un par de hospitales u hogares de niños pobres le permitirían "hablar con la gente y formarse una idea de la situación y la mejor manera de ayudar". O'Neill y el gobierno estadounidense parecen tener de estas sociedades la misma idea que los guionistas de Hollywood se hacen del público del cine: que su edad mental es la de un púber de doce años.
Presiones económicas y políticas
Entre finales de julio y principios de agosto, Uruguay necesitó de los buenos oficios del gobierno de Estados Unidos para obtener un crédito de urgencia de 1.500 millones de dólares y así conjurar, al menos por el momento, una crisis bancaria similar a la que padece Argentina desde finales del año pasado. En Brasil, el real perdió un 22% de su valor durante julio y unos 14.000 millones de dólares se retiraron de los fondos de inversión en lo que va del año, al mismo tiempo que el famoso "riesgo país" subió en flecha (5). El conjunto de la región muestra alarmantes síntomas de desestabilización a causa de la crisis económica, el empobrecimiento general y las enormes desigualdades que ha provocado la aplicación sistemática de las recetas del FMI (6).
Lo que inquieta al gobierno estadounidense y a los centros de poder internacional es entonces, en primer lugar, que la crisis regional se extienda y transforme en crisis mundial, de lo cual la sucesión de quiebras y escándalos financieros en Estados Unidos podría ser un preanuncio (7). Luego, que en las elecciones que en los próximos meses -en todo caso antes de 2005- tendrán lugar en Brasil, Argentina, Ecuador, Uruguay y otros países de la región se confirme la tendencia que muestran las encuestas: los partidos o movimientos de centroizquierda con programas soberanistas y antineoliberales podrían imponerse, alterando de manera espectacular el panorama político continental. Por último, que estos desarrollos hagan abortar el proyecto ALCA y, colmo del horror para Estados Unidos, aparezcan importantes centros competidores en el comercio mundial, como podría ser un Mercosur profundizado y ampliado a Venezuela, Chile y otros países andinos.
Observando el panorama desde esta perspectiva se explica que el Congreso de Estados Unidos haya otorgado el "fast track" (vía rápida) para negociar el ALCA a George W. Bush, después de habérselo negado durante ocho años a Bill Clinton (8). O que "los mercados" hayan estado atacando a Brasil sin que existan verdaderas razones para ello; no más en todo caso que las que existen para otros países que se mantienen en calma, como México. O, más evidente aún, la postura sostenida hasta esta visita de O'Neill a la región por el FMI: exigir que los candidatos a las elecciones presidenciales brasileñas se comprometan a respetar sus reglas para otorgar los fondos que solicitaba Brasil para superar la coyuntura. Esta inadmisible exigencia es la prueba palpable de que Estados Unidos y el FMI intentan condicionar a los próximos mandatarios o provocar el pánico, la confusión y la consiguiente probable derrota del candidato Luiz Ignacio da Silva, "Lula".
En cualquier caso, el balance concreto de esta gira de O'Neill supone un relativo cambio de actitud de Estados Unidos, seguramente motivado por el alto riego de contagio internacional de la crisis sudamericana. Además de la ayuda aportada a Uruguay, al abandonar O'Neill Argentina se supo que el FMI había acordado un préstamo de 30.000 millones de dólares a Brasil, muy por encima de las estimaciones previas, que oscilaban entre los 5.000 y los 20.000 millones. Pero sólo 6.000 millones serán desembolsados ahora y el resto, 24.000 millones, estará condicionado a la aceptación de las reglas del FMI por el gobierno brasileño surgido de las próximas elecciones. Una manera de mantener la línea política y, al mismo tiempo, impedir que la crisis se propague en lo inmediato.
En cuanto a Argentina, O'Neill abandonó la retórica agresiva, aunque la actitud siguió siendo cauta. Pero quedó claro que al menos el gobierno estadounidense apoyará a Argentina ante el FMI para que éste prolongue hasta finales de 2003 el vencimiento de obligaciones de intereses y capital, unos 15.000 millones de dólares (9). Dinero "fresco" no habrá, pero si esto se concreta el actual gobierno provisorio argentino habrá obtenido un respiro y evitado en lo inmediato una moratoria.
Al abandonar O'Neill Argentina, el gobierno de este país anunció que en los próximos días enviará al FMI una "carta de intenciones" destinada a obtener esa gracia. Es previsible que esa carta resulte un decálogo de sometimientos a las política recesivas del FMI y, de este modo, que O'Neill haya conseguido -al menos en Argentina y Uruguay- lo que vino a buscar.
Pero en octubre habra elecciones en Brasil, en marzo en Argentina y es previsible que en los esos próximos meses la crisis haga correr mucha agua bajo los puentes. Del mismo modo que el corazón tiene razones que la razón no conoce, las sociedades latinoamericanas comienzan a desarrollar razones políticas y sociales que Estados Unidos, el FMI y los centros de poder económico mundial prefieren ignorar.