20 y 21 de diciembre: Asamblea Nacional de los trabajadores y el pueblo
Artículo publicado en el Nº 40 del periódico "Eslabón"
Momento crucial para la unidad de las masas contra la ofensiva imperialista
Quienes un año atrás se convencieron de que al gobierno de la
Alianza lo había derrocado la sublevación popular con la sola
fuerza de su movilización, continúan arrastrando ese grueso error
de caracterización. La burguesía y el imperialismo, que obraron
entonces manipulando la lucha social, continúan haciendo lo mismo. Frente
a ello, la clase obrera se mantiene en repliegue, mientras el conjunto social
que se movilizó en diciembre y el período siguiente, confundido
y desmoralizado por las consignas que recibió de quienes supuestamente
debían dirigirlo, está en pleno reflujo. Mientras tanto, pese
a la campaña que intenta convencer de lo contrario, la crisis se agudiza
día a día, al mismo compás que impone la ofensiva imperialista.
Es previsible que se produzcan nuevas explosiones. Pero sin objetivos claros
y dirección reconocible, esto sería usado por las clases dominantes
para avanzar también en el recorte de las libertades democráticas,
condición obligada para aplicar la política en curso. Debemos
impedir que la conmemoración de las jornadas de diciembre sea manipulada
por el enemigo. En cambio, transformémosla en punto de partida para la
unidad de nuestra clase y nuestro pueblo.
"Mientras la clase obrera no está aún madura para un movimiento
histórico independiente,
la existencia de las sectas se justifica (históricamente).
En cuanto alcanza su madurez, todas las sectas son esencialmente
reaccionarias"
Carta de Marx a Bolte, 23/11/1871
¿Cómo debemos actuar los revolucionarios frente a aceleración
descontrolada de la crisis y las elecciones de marzo próximo? Nuestro
punto de partida está en la divisa histórica del movimiento obrero
internacional: la emancipación de los trabajadores será obra de
los trabajadores mismos.
¿Qué papel cabe entonces a la militancia revolucionaria en la actual
situación de confusión, desorganización y parálisis
de la clase obrera y el pueblo?
Para la UMS no cabe la duda: hoy, actuar de manera revolucionaria significa
encontrar el camino que haga posible la actuación conjunta de millones
de personas tras objetivos comunes. No hay perspectivas de avance efectivo contra
los efectos devastadores del capitalismo en crisis si no se alcanza un punto
de unidad social y política para las grandes masas hoy centrifugadas
por las convulsiones brutales de la crisis.
El repliegue profundo de la clase obrera está produciendo desvíos
gravísimos en las filas revolucionarias: mientras unos llaman a formar
un "partido piquetero", otros invitan a dar clases de marxismo. "Luchismo"
al margen de toda interpretación teórica, o teoricismo al margen
de la lucha social.
Por otra parte, valiosos luchadores obreros, en combate con las burocracias
en sus diferentes versiones, limitan su accionar al plano sindical, y en el
mejor de los casos lo combinan con militancia política en organizaciones
que, o bien obran como sectas, o bien son obligadas víctimas del escaso
desarrollo organizativo de una perspectiva revolucionaria socialista en el proletariado.
Es imperativo asumir que la tarea planteada, en cambio, es bregar porque los
trabajadores (con y sin ocupación), las juventudes barriales, universitarias
y secundarias, el conjunto de las capas medias afectadas por el desastre, en
su resistencia espontánea a los golpes cotidianos de la crisis puedan
encontrar un punto de acción conjunta, un objetivo común, que
no puede estar en ámbito de acción de resistencia, sino en el
terreno político.
¿Cuál puede ser hoy ese punto?
No tenemos duda: llamar a edificar una herramienta que unifique social y políticamente
al conjunto de los trabajadores y sus aliados, condición esencial para
que sea útil a las masas explotadas y oprimidas tras el propósito
de tomar las palancas del poder político.
Sí: decirle a las masas que deben tomar el poder en sus manos (no darle
clases de marxismo); e instrumentar hasta donde nos resulte posible los mecanismos
prácticos para que las propias masas puedan recorrer ese camino (no convocar
en cualquier circunstancia a huelgas generales u ocupación de instalaciones).
No hemos comenzado ayer ni terminaremos hoy de hacer los máximos esfuerzos
por difundir y enseñar la teoría científica de la revolución
social. Hemos estado y haremos nuestros mejores esfuerzos por seguir estando
en la primera línea de la lucha social. Pero nuestra máxima responsabilidad
hoy es advertirle a las vanguardias reales del movimiento de masas que, o bien
se encuentra un camino hacia la unidad social y política de nuestras
resistencias desperdigadas, o bien el enemigo de clase se hace fuerte en una
perspectiva que entrará como una cuña en nuestras filas y producirá
destrozos de enormes consecuencias.
Hacemos un llamado a los revolucionarios conscientes, a la intelectualidad que
se alinea con los intereses de los trabajadores y el pueblo: ¡analicen los elementos
objetivos de la crisis económica, social y política que estamos
viviendo! ¡repasen la historia de la lucha de clases y vean cómo se han
movido las clases dominantes en estas circunstancias! ¡vean cuáles han
sido los errores de las vanguardias y qué rumbo tomaron las masas! Debemos
extraer todas las consecuencias teóricas y prácticas de la gravedad
del hecho de que la clase obrera no tenga en ningún plano un eje de acción
común mientras la crisis se ahonda a velocidad de rayo.
Oportunidad histórica
Al mismo tiempo hay que ver que las masas (y por lo tanto los verdaderos revolucionarios)
tenemos delante una oportunidad histórica excepcional. No hay ejemplos
históricos en los que frente a una crisis de la magnitud que vive Argentina
los partidos de la burguesía se despedacen repudiados por las masas,
mientras multitudes de la pequeña burguesía marchan por las calles
contra Bancos y banqueros.
Los riesgos inmensos que afrontamos son equivalentes a la magnitud de lo que
se abre como posibilidad revolucionaria. Por eso, la militancia marxista está
frente a un debate sin tregua y ante una divisoria de aguas que no admite vacilación
ni concesiones. Ya vivimos la realidad de un movimiento obrero maduro para una
existencia independiente. Ya tenemos ante los ojos el carácter esencialmente
reaccionario de las sectas. Falta... la irrupción enérgica y sacrificada
de las fuerzas revolucionarias marxistas que antes de haber avanzado suficientemente
en su recomposición (y todos quienes siguen los materiales de la UMS
conocen las causas) tenemos la exigencia histórica de ponernos a la cabeza
del combate político mientras redoblamos esfuerzos por arribar a un Congreso
Fundacional de los genuinos comunistas, que dé a luz una fuerza cualitativamente
superior a la de la suma de nuestra militancia dispersa.
Pero ese paso estará bloqueado mientras no seamos capaces, desde nuestra
actual situación, de levantar una bandera para el conjunto de la clase
obrera y el pueblo.
En este cuadro, la UMS convoca a sus militantes, simpatizantes y amigos a realizar
un supremo esfuerzo por encontrar un punto de unidad de masas frente a la coyuntura.
Estamos convencidos de que el aniversario de la sublevación del 19 y
20 de diciembre de 2001 es una formidable oportunidad. Proponemos transformar
en todo el país los actos de celebración en Asambleas por la edificación
de una herramienta política de masas con un programa que las propias
Asambleas discutan. A partir de las Asambleas barriales, de los grupos de luchadores
sindicales clasistas, de las Juntas promotoras por una Herramienta Política
que surgen en diferentes puntos del país y de las múltiples actividades
preparatorias del congreso de la CTA, es posible preparar una gran Asamblea
Nacional de los trabajadores, los estudiantes y el pueblo, para discutir qué
hacemos ante la aceleración de la crisis y la tramoya electoral de la
burguesía y el imperialismo.
Preparemos Asambleas en cada barrio, en cada localidad, en cada lugar de trabajo
o estudio. Organicémonos para coordinar un punto de encuentro nacional
y plantar un mojón de unidad para el conjunto de la población
que no quiere vivir como nos impone la crisis.