28 de octubre del 2002
Argentina, Venezuela: asaltar al cielo
Manuel Valencia A.
Rebelión
Cuando Marx acuña la expresión "asaltar el cielo" estaba
graficando la experiencia de la Comuna de Paris, donde se estableció
el gobierno del proletariado en respuesta a la decisión de la Asamblea
Nacional francesa de firmar la paz con Bismarck. La Comuna propuso medidas revolucionarias,
no llegando éstas a implantarse por la represión de las tropas
enviadas por dicha Asamblea. Se contabilizaron 20 mil muertes en lo que se llamó
la Semana Sangrienta; dado el heroísmo y valor de los "comuneros". La
importancia de esta experiencia radica no solamente en la circunstancia de haber
propiciado la única corrección del Manifiesto Comunista, sino
en que constituye una propuesta de sustitución de un Estado por otro
que realmente no lo era.
Siguiendo la interpretación de Marx, podemos decir que esta experiencia
buscaba la sustitución de la propiedad privada por la propiedad social
de los medios de producción social.
Todo esto viene a cuento por la situación en Argentina, donde el movimiento
obrero ; –identificado como "piquetero"- ha ocupado numerosas fabricas; las
cuales han sido cerradas por sus propietarios ante su inminente bancarrota.
Allí, a partir del desmoronamiento del modelo económico imperante,
se ha desencadenado un proceso de transformación política (sintetizado
en la expresión "que se vayan todos") que inexorablemente desembocará
en nuevas formas de organización social. La ocupación de las fábricas
indica –por su importancia y cuantía (Parmalat, Lavalan y muchas otras)-
la magnitud de los cambios que podrían sobrevenir. Los piqueteros buscan
la expropiación de las maquinas, los edificios y el capital de las empresas
para su entrega a los trabajadores. Aquí no se trata de cogestión
o participación accionaria, mucho menos de estatización de las
mismas, sino de federar las fabricas autogestionadas para confrontarse con la
propiedad capitalista y el Estado mismo. El objetivo pareciera ser la constitución
de un modelo económico propio que responda a la interrogante planteada
por Jorge Altamira: ¿quién gobierna a la Argentina, la clase obrera o
la capitalista? Así las cosas, el movimiento piquetero aspira -como sus
pares comuneros- a "asaltar al cielo". El respaldo decidido de la clase obrera
argentina para con estas acciones es significativo; particularmente porque siendo
el gobierno actual peronista, buena parte de ese respaldo viene de obreros peronistas.
En este sentido, el movimiento piquetero argentino ha definido dos líneas
de acción: la huelga general y la convocatoria a asamblea constituyente,
en ese orden. Es decir, asegura primero la caída del ancien régime
mediante la "subversión civil" y luego -quizás conjurando demonios
externos que asecharían la "revolución argentina"- se juega la
vía democrática para la toma del poder. A este respecto habría
que plantearse dos interrogantes: a) ¿la clase media argentina es piquetera?
y b) ¿cuál sería la posición de los militares? Ciertamente,
el proletariado parisino asaltó el cielo porque nunca "tuvo nada", al
contrario la clase media argentina que quiere "volver a tener". En cuanto a
los militares, éstos intervendrían según "la naturaleza
de los cambios" que la revolución proponga. Aunque recuérdese
que los comuneros pretendían disolver al Ejército.
Por otro lado, en Venezuela, Chávez a lanzado un llamado similar a los
obreros venezolanos si se presentase el caso que los empresarios decidieran
una "bancarrota golpista". Ello con la finalidad de deponer el régimen
instaurado a partir de la Asamblea Constituyen de 1999. La respuesta de éstos
ha sido inmediata; alegando la violación de unos de los principios más
caros de las democracias liberales: la propiedad privada.
Olvidándose la función social que tienen los medios de producción:
el empleo y el suministro de bienes y servicios para la sociedad. Eso no importa,
pues a criterio Francis Fukuyama -unos de los "intelectuales orgánicos"
de la democracia liberal- éstos serían derechos económicos
de "tercera generación", no compatibles con aquéllos como el de
la propiedad.
Sin embargo, la CTV -demarcándose de ese maridaje contra natura que tenía
con la patronal venezolana- ha respondido con mayor sagacidad política,
exigiendo un decreto de aumento general de salarios del 40%.
Ante esta situación, la oposición llamada democrática sostiene
que esto es otro intento de Chávez para apoderarse del movimiento sindical
y una argucia más con el objetivo de intimidar. Termina calificándola
como una "confiscación". Ahora bien, la advertencia de Chávez
hay que contextualizarla –como bien lo ha hecho presurosa la Procuradora de
la Republica- dentro de un "estado de excepción".
Aclarando que se busca únicamente la "reforma" al Reglamento de la Ley
Orgánica del Trabajo, con miras a aquellas empresas con dificultades
económicas.
En resumen, la propiedad queda en manos del patrono; la participación
obrera sería consensuada y mediando la "inversión" de sus activos
sociales en el capital accionario de la empresa. ¡Una confiscación al
revés! Y a pesar de esto la oposición –ya no democrática,
sino abiertamente golpista- insiste en un paro indefinido cuyo fin último
es deponer al régimen. Definitivamente, Chávez debería
ser piquetero.