Caos y Control
Por Gervasio Espinosa / SURMEDIA
Si afirma la verdad el apotegma que el peronismo tomó como propio de
su general fundador, el que dice que la realidad es la única verdad,
el peronismo es, verdaderamente, un caos. Pero siendo, como su práctica
presume, la única verdad (la única realidad), entonces es todo:
es caos y es control.
El sábado próximo pasado, para precisar mejor el sábado
19 de octubre, Eduardo Duhalde dijo que corriéndose el riesgo de no poder
concretarse las elecciones presidenciales (exclusivamente presidenciales) del
30 de marzo por las vicisitudes planteadas por la justicia peronista (María
Romilda Servini de Cubría –la jueza que falló inconstitucionales
las internas abiertas y simultáneas– no lo declara por el decoro de su
magistratura), el Congreso Nacional peronista (el que sesiona y sanciona en
el edificio del Congreso Nacional) debería: 1ro. ratificar el acto eleccionario
ya convocado por decreto del ejecutivo peronista y, 2do, imponer la verdad,
es decir una ley de lemas para que la interna del partido se funda con la elección
de marzo haciendo realidad la sucesión peronista, única manera
de controlar el caos.
Un día después, ayer, domingo próximo pasado, para precisar
mejor el domingo 20 de octubre (de 2002, sin duda), con el objetivo de controlar
el caos, Eduardo Duhalde afirmó que no corresponde obviar las elecciones
internas peronistas porque no sería constitucional la implantación
de una ley de lemas para pamperonizar las elecciones de marzo, más precisamente,
vale reafirmarlo, las del día 30 de ese mes, en el año 2003.
Entre el viernes anterior al sábado próximo pasado y el domingo
siguiente, ayer, dicho con precisión, hubo agitadas reuniones peronistas,
que primero habrían movido a entender verdaderamente la realidad de una
manera y luego, también, a entenderla de otra, claro que siempre verdaderamente.
No hacerlo así no hubiera sido un verdadero control del caos.
El país verdadero, el país controlado, es el país pamperonista.
Es también un país pampsíquico, cuya realidad es, verdaderamente
y nada más, de naturaleza psíquica. Es decir, realmente, un caos.
¿Otro país es posible?