25 de octubre del 2002
Argentina: Entrevista a Alcira Argumedo
'Las referencias políticas fuertes son más parecidas a lo viejo que a lo nuevo''
Mauricio Maronna - Argenpress
La destacada socióloga argentina Alcira Argumedo, entrevistada
por el colega Mauricio Maronna de la Redacción del matutino La Capital
de Rosario opinó sobre la situación de nuestro país. El
texto de la nota expresa: 'Alcira Argumedo era durante los 60 una joven socióloga
que decidió mostrar una veta alternativa a la dictadura de Juan Carlos
Onganía creando las Cátedras Nacionales: espacios alternativos
a las universidades intervenidas. Influida desde siempre por el pensamiento
nacional y popular, realizó tareas de asistencia técnica en temas
vinculados a la problemática transnacional, la comunicación y
la teoría social latinoamericana para entidades oficiales como la UBA,
el Indec y la Unesco. Dueña de un pensamiento nada superficial, Argumedo
es contundente: 'La Argentina está absolutamente destrozada'.
MM - En diciembre del año pasado cayeron dos presidentes constitucionales,
pero parecía que también caía una forma de hacer política.
AA - Las corporaciones políticas legitimaron estrategias de despojo,
y lo propio sucedió con la Justicia. La corrupción llegó
hasta los estudiantes de Franja Morada, que se quedaban con planes Trabajar.
Todo esto sumió a la Argentina en una situación de catástrofe.
MM - ¿Cuáles serían los ejemplos cuantitativos?
AA - En 1975 la deuda externa era de 7.800 millones de dólares y hoy
es de 170 mil millones. Pero entre el 82 y el 2001 se pagaron 200 mil millones
de dólares y se enajenó el 90% del patrimonio público.
Y hoy el PBI per cápita es un 23% más bajo que en el 77. La población
bajo la línea de pobreza estaba en un 7% y hoy está en el 53%,
más un 27% que está sobre esa línea pero en cualquier momento
cae. Y hay otro 20% que, si bien no está en la línea de pobreza,
se empobreció dramáticamente. Es un modelo que afectó,
con distintos grados de dureza a los trabajadores, a las clases medias y a importantes
franjas de la clase media alta. Toda esa catástrofe encontró en
diciembre de 2001 la gota que rebasó el vaso.
MM - Muchos intelectuales dicen que los episodios del 19 y 20 de diciembre se
produjeron porque esta vez le tocó pagar los platos rotos a la clase
media porteña.
AA - Esa interpretación es simplista. Hubo diputados de partidos conservadores
que alertaron en el 2001 sobre lo que estaba sucediendo en los sectores medios
altos. Y no es que se hayan hecho trotskistas. Se produjo una acumulación
de antecedentes, y el corralito fue la gota que derramó el vaso. Esto
se ve en Rosario: el proceso de desindustrialización afectó a
los trabajadores del cordón industrial, pero también a medianos
empresarios, altos ejecutivos, profesionales, etcétera. No es cierto
que solamente la clase media se moviliza porque le tocan el bolsillo.
MM - Permítame plantear dudas sobre eso.
AA - Está bien. Es cierto que una fracción de la clase media que
pensaba en que conservaría ciertos privilegios tomó conciencia
de que (como en el poema de Bertold Brecht) ahora le tocaba la puerta a ellos.
Pero si no hubiese existido el corralito también hubiera aparecido el
malestar de las clases medias. El corralito fue una grosería que afectó
muy dramáticamente a determinado sector que tenía esas últimas
reservas para mantener un nivel de vida. Las asambleas tienen menos cacerolazos,
se redujeron en número, pero lograron mayor relación territorial
con los problemas de los barrios a los que pertenecen. Y el fenómeno
de los piqueteros es uno de los procesos más importantes de reconstitución
del tejido social. La desocupación vivida en términos individuales
es tremendamente destructiva de la personalidad: se produce un fenómeno
de autodesvalorización, culpabilización, desarticulación
familiar.
MM - Se produce un fenómeno de contención, socializador.
AA - Correcto. Es un factor curativo social muy importante. El dilema de la
Argentina es sobre qué valores se reconstituye: o el modelo individualista
como lógica de desarrollo o la solidaridad; o la competencia a cualquier
precio o el intercambio de saberes, entre otros factores. Estos modelos son
a los potenciales de la revolución científico-técnica lo
que era la corte de Versalles, María Antonieta y Luis XVI a los potenciales
de la revolución industrial. Este es el escenario que se abre en la Argentina
y es la clave de los desafíos. El 19 y 20 de diciembre fue un punto de
inflexión.
MM - Pero si eso fue un punto de inflexión, ¿cómo se explica que
hoy los que tienen posibilidades de seguir gobernando sean los mismos?
AA - Acá se están discutiendo modelos de sociedad y Estado. El
tiempo de articulación sobre nuevas bases, de nuevas formas de relación,
de la dinámica de las asambleas (tenga en cuenta que se acabaron los
jefes indiscutidos, la mesa de los cuatro o cinco que transaban entre ellos
y los otros iban y votaban) es distinto a los tiempos electorales. Esta estructura
de poder tradicional está peleándose entre sí: la Corte
con el Parlamento y el Ejecutivo, a su vez los grupos financieros entre sí,
a su vez dentro mismo de la Bonaerense, etcétera. Pero estos sectores
tienen mayor agilidad para dar respuestas, como lo refleja que Rodríguez
Saá esté primero en las encuestas, por ejemplo. Pero son respuestas
de patas cortas. Pero alternativas no aparecen. Las referencias políticas
fuertes son más parecidas a lo viejo que a lo nuevo. Los liderazgos mediáticos
no funcionan, no generan credibilidad.
MM - ¿Lo dice por Carrió?.
AA - Por Carrió y por cualquiera de los otros, más allá
del respeto que les pueda tener. Pero su forma de construcción es antigua
respecto a lo que se está buscando, que son articulaciones horizontales,
representaciones más reales, controles sociales a los representantes...
Y repensar un modelo de sociedad, porque Argentina está destrozada. Hay
que repensar a la Argentina.
MM - Pero buena parte de la sociedad descree absolutamente del planteo asambleístico
de Zamora. ¿Cómo se gobierna un país cotidianamente desde una
asamblea?
AA - Es que no hay que hacer una cosa tipo Rousseau, por razones prácticas.
No se pueden hacer asambleas de 37 millones de personas cada quince días,
es obvio. Lo que es necesario es establecer reglas de juego claras que vayan
generando sus propias representaciones. No se trata de que hagan política
solamente los que ejercen cargos políticos, se trata de que también
hagan política aquellos que trabajan en comedores para chicos o los que
hacen trabajos para jóvenes en riesgo. Ellos también construyen
una sociedad política desde una concepción más amplia.
Desde los 80, solamente eras político si te transformabas en un operador,
referente o candidato.
MM - Se habla de la globalización como un punto de la historia inmodificable.
AA - Eso fue un cuento de niños. Seamos claros: es imposible pensar en
un mundo donde 350 personas reciben cada año el mismo monto de dinero
para distribuir entre sí, que el que reciben para sobrevivir 2.700 millones
de personas. Lo que sucede es que a veces es muy difícil ser contemporáneo
y percibir la magnitud de los datos que se atraviesan.
MM - Casi nadie repara en esto.
AA - A mí me gusta mencionar el diario íntimo de Nicolás
II de Rusia, al que le estaban tomando el Palacio de Invierno y él, ese
día, escribía: 'Hoy mi corazón late alegremente porque
la pesca está maravillosa'.
MM - ¿No hace falta una nueva derecha y también una nueva izquierda?
AA - Más que hablar de izquierdas y derechas, la Argentina tiene una
composición social que, si no enfrenta a las dos corrientes poblacionales
principales (la blanca, proveniente de abuelitos europeos, y la morocha, proveniente
de indígenas y mestizos), la confluencia de esos sectores se dará
sobre valores nacionales y populares. Ahora está de moda hablar de lo
nacional y popular, yo lo puedo decir porque cuando no estaba de moda empleaba
ese término.
MM - Se la llamaba 'nac & pop'.
AA - Claro... Pero los dos partidos mayoritarios eran de una misma raíz.
Acá no hay izquierdas o derechas, hay un 85% de la población,
radical o peronista, que en sus raíces legítimas, si se complementan,
podrán generar un proyecto autonomista que incluya a todos. La supervivencia
de los universitarios como tal depende de esa integración; se lo decía
los otros días a los estudiantes de odontología: si en este país
tener dientes es un derecho social, significa formar muchos odontólogos.
Ahora, si el modelo de sociedad va a permitir que el 50% de la población
no tenga dientes, sobra gran parte de los odontólogos. Y esto sirve para
todos los profesionales. La supervivencia de la clase media depende de la integración
nacional'.
Consultada luego sobre la experiencia del FREPASO la socióloga respondió:
'Tengo cierta autoridad moral para criticar a Chacho Alvarez porque me fui del
Frente en el 94 diciendo lo que voy a decirle ahora: frente a las presiones
del establishment (porque yo estoy absolutamente convencida de que Alvarez es
un hombre honesto) el Frente Grande giró 180 grados. Y cuando tuvo la
posibilidad de gobernar, no fue ni chicha ni limonada', apunta Argumedo. 'Chacho
quería luchar contra la corrupción de la clase política
y de la Corte Suprema, pero acá la corrupción es la de los grupos
financieros. Si Enron, Xerox, IBM, y tantísimas otras están siendo
investigadas en Wall Street, acá se comportaron como el pirata Morgan.
Chacho quería luchar contra la corrupción de los payasos pero
no quería tocar a los dueños del circo. La crónica del
Frepaso entre el 94 y el 2001 es la crónica de un fracaso anunciado'.
Y concluye: 'Ni se ponían del lado de la oposición ni entraron
en la lógica de la corporación política. Y entonces no
tuvo lugar en el mundo. Cayeron en esta cosa patética de retirarse porque
venía López Murphy, poniendo como condición para volver
al gobierno que ingrese Cavallo'.