9 de julio del 2003
Tregua en Palestina
Israel debe recordar su historia
Lisandro Otero
Organización Editorial Mexicana
La tregua que se insinúa en el Medio Oriente forma parte de un ardid norteamericano para estabilizar una zona mientras implanta el orden colonialista en otra. En la medida en que en Irak se despierta el espíritu de resistencia y las emboscadas y sabotajes se incrementan, (lo mismo sucede en Afganistán), consolidar la explotación del petróleo de aquella zona demanda un equilibrio de fuerzas, un sosiego político que no se ha alcanzado. Por ello esta tregua que Hamas y Jihad han aceptado y por la cual Sharon, de mala gana, ha retirado sus tropas de la franja de Gaza.
Desde que Naciones Unidas recomendaron en 1947 que Palestina fuese dividida en dos Estados, uno árabe y otro judío, esa zona del Cercano Oriente ha permanecido en permanente conflicto. Hay nuevas generaciones de judíos que han madurado después de la guerra del Yom Kippur y estarían deseosas de tener un dirigente más liberal que Sharon. El Likud es el partido del nacionalismo derechista, del populismo reaccionario. Su triunfo sobre el Laborismo significó el retorno a la agresividad belicista y el Cercano Oriente se vio arrastrado de nuevo a los fuegos de la guerra. Israel asumió el rostro feo del militarismo.
Simón Pérez ya había accedido, siguiendo la política del asesinado Yitzak Rabin, devolver a Siria las alturas de Golán a cambio de un acuerdo de no beligerancia; estaba dispuesto a garantizar la estabilidad de un Estado palestino que se asentaría en el territorio del corredor de Gaza. Pero Sharon estima que para mantener la seguridad de Israel es necesario alentar la guerra.
Sharon es conocido como el inductor de las masacres de Sabra y Shatila, campamentos de refugiados palestinos donde fueron asesinados millares de mujeres y niños inermes. También fue el autor intelectual de la invasión del Líbano en 1982 y es el impulsor de los asentamientos israelíes: la fundación de comunidades judías en los territorios árabes conquistados mediante el expolio de la guerra. El pueblo judío está harto del gobierno de Sharon. De su parte han estado los judíos pobres, los extremistas religiosos, los sefarditas y la ultraderecha. De parte del laborismo, los intelectuales, parte de la clase media ilustrada y los esquenazis.
Por otra parte el terrorismo causa víctimas ajenas al conflicto. Los crímenes de Sharon no deben ser pagados por judíos inocentes que mueren en los mercados, en las plazas públicas, con las bombas de Hamas y Jihad. La aniquilación de Israel tampoco es una meta justa. Se trata de una nación que ha habitado esas tierras durante milenios y también tiene derecho a existir. Lo que se impone es la convivencia y el diálogo; la distribución equitativa de aquel espacio vital.
La barbarie implantada por las tropas israelíes en Palestina ha desgarrado la conciencia mundial. ¿Es posible que Israel haya olvidado su propia historia? El Holocausto organizado por los nazis costó las vidas de seis millones de seres de su propio pueblo. ¿Cómo es posible que Israel mantenga esta permanente agresividad contra los estados árabes, en imitación de los salvajes métodos nazifascistas que tanto daño les causaron? ¿Cómo es posible que Israel olvide que fueron organizaciones hebreas, como el Irgún, las que desataron el terrorismo en el Cercano Oriente? ¿Han olvidado la brutal explosión en el Hotel Rey David que causó centenares de víctimas? El terrorismo no es una solución pero Israel ha practicado el terrorismo de Estado con su siniestra organización de contraespionaje, el Mossad.
A partir de 1948 casi un millón de árabes abandonó su patria, en Palestina, al decretarse la instauración del estado de Israel. En 1956 los israelitas atacaron Egipto y se apoderaron de parte la península del Sinaí. En 1967 desataron la llamada Guerra de los Seis Días y terminaron de ocupar todo el Sinaí, Gaza, la orilla Este del canal de Suez y las alturas de Golán, en Siria. En 1973 Israel atacó de nuevo, en la llamada guerra del Yom Kippur. En 1978 Israel invadió el sur del Líbano. En 1981 los aviones israelíes bombardearon reactores nucleares iraquíes, también atacaron Beirut. Israel debe recordar las lecciones de la historia, incluso de su propia historia.
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