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Medio Oriente

La victoria de Osama

Immanuel Wallerstein
La Jornada

Los ataques del 11 de septiembre a las Torres Gemelas y el Pentágono se han atribuido a Osama Bin Laden y Al Qaeda, y son vistos como actos de terrorismo.
¿Cuál es el significado del terrorismo? ¿Cuál es su propósito? Por lo común el terrorismo se define como actos perpetrados contra cierta categoría de víctimas con el objetivo de sembrarles terror, es decir, miedo extremo. Tales actos se cometen en un intento por hacer que las víctimas cambien su conducta futura. En este caso, las víctimas eran genéricamente civiles estadunidenses. (Sé que había personas no estadunidenses en los edificios, pero en cierto sentido, desde el punto de vista de los terroristas, esto es accidental.) La primera pregunta es entonces: ¿lograron los ataques sembrar terror entre los estadunidenses, y de tal manera cambiar su conducta futura?
Si uno lee The New York Times del 12 de septiembre de 2003, cosa que con toda seguridad no hicieron ni Osama Bin Laden ni George W. Bush, uno podría decir que sí, que de hecho los ataques lograron cambiar la conducta de la gente atacada, en formas que para Osama Bin Laden pueden calificarse de victoria.
Estados Unidos solía alardear de ser una sociedad abierta, donde la gente iba y venía a voluntad, un país que daba la bienvenida a visitantes e inmigrantes, en el que la policía no era opresiva, un país donde la gente común y corriente no tenía miedo.
Hay un reportaje titulado "Seguridad en torno a la embajada estadunidense tensa las relaciones con Berlín". El reportaje de Reuters comienza: "La fuerte seguridad que selló la embajada estadunidense del resto de Berlín y paralizó una cuadra, antes bulliciosa, del corazón de la capital alemana, tiene un aire de guerra fría. Bardas de tres metros de alto, enormes barreras de concreto, guardias con ametralladoras y vehículos artillados hicieron de la calle, frente al edificio de cinco pisos, una especie de zona de guerra que alteró los negocios y el tránsito vehicular".
El reportaje explica la gran insatisfacción de los berlineses, las disputas con el gobierno de la ciudad por lo extenso del cordón en torno a la embajada y por el hecho de que las embajadas británica y francesa no consideraron necesaria la instalación de medidas de seguridad semejantes. El texto termina citando a un turista holandés: "No sé si realmente hay necesidad de instalar medidas de seguridad así. Me parece excesivo. Lo hace a uno sentir constreñido".
El segundo reportaje se titula: "Viajeros extranjeros en tránsito aéreo, disuadidos por las nuevas regulaciones". Este texto detalla las consecuencias del requisito impuesto ahora por el gobierno estadunidense a las muchas personas que únicamente cambian de avión en algún aeropuerto estadunidense, exigiendo que obtengan visas por adelantado, incluso a quienes no pasan de las salas de espera en tránsito.
¿Quiénes son estas personas? Bueno, brasileños que vuelan a Japón pasando por Nueva York, o costarricenses que vuelan a España y transbordan en Miami. Son también centroeuropeos que vienen de turistas a Estados Unidos (los costos y el tiempo requeridos para obtener una visa de turistas en Eslovaquia son excesivos; los checos tienen el dilema de proporcionar las muchas precisiones acerca del servicio militar que les piden los cónsules estadunidenses, porque una ley checa tipifica como delito revelar aspectos de su servicio militar. Esto ha ocasionado que una agencia de turismo checa impulse los viajes de sus clientes a Canadá, no sólo por los líos con las visas, sino porque el gobierno canadiense ofrece, de hecho, ayudar con la planificación de los viajes.)
La tercera nota lleva por título "Trabajadores de asistencia abandonan Irak por temor a convertirse en blanco de guerra". Justo en el momento en que Estados Unidos pide al mundo que ayude a la reconstrucción de Irak, "la gran mayoría de los extranjeros que laboran en tareas de asistencia en Irak -temiendo convertirse en objeto de la renovada violencia-, han estado abandonando en silencio el país desde el mes pasado, y dejan en manos de sus colegas iraquíes los aspectos esenciales de la ayuda humanitaria, lo cual frena los esfuerzos de reconstrucción". Esto se debe a que la mayoría de estos extranjeros son estadunidenses o se les confunde con ellos, o en la mente de los iraquíes se les asocia con alguna autoridad estadunidense de ocupación. Así que, aunque sean franceses, temen ser tomados por estadunidenses.
Ninguno de los tres reportajes narra aspectos de tal importancia que sacudan el mundo. Pero los tres juntos, a dos años del 11 de septiembre, indican que la situación está lejos de resolverse como habrían esperado los estadunidenses. Estados Unidos ha tenido que resguardarse tras muros de seguridad: barreras de concreto alrededor de la embajada en Berlín, obstáculos para el turismo extranjero, civiles que abandonan su trabajo de asistencia, el pueblo estadunidense cercado por otro tipo de barreras. No hay duda de que algunas de estas medidas de seguridad, si no todas, se justifican debido a los riesgos probables. Pero ésa es la cuestión: eso es precisamente lo que Osama Bin Laden buscó y esperó que pasara.
Es una victoria para él, porque vivir tras barreras concretas es, primero que nada, una limitación seria a las libertades de quienes tienen que sufrirlo. Segundo, vivir tras muros alimenta un ambiente de miedo y estado de sitio, lo que inevitablemente afecta comportamientos dentro y fuera del país.
Supongo que si presentara este análisis a los funcionarios del gobierno de Bush, contestarían que la "guerra al terrorismo" supone acabar con esta situación de miedo y acorralamiento al eliminar la fuente de dicho miedo. Pero uno tiene derecho a dudar, después de leer los recuentos periodísticos, de que el gobierno de Bush haya logrado eliminar la fuente del miedo. El hecho es que ahora el miedo crece, no disminuye. Lo cual nos mueve a preguntar por qué.
©Immanuel Wallerstein
Traducción: Ramón Vera Herrera