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Latinoamérica


24 de septiembre del 2003

Paraguay: Las semillas de la muerte

Rosalía Ciciolli
Rel-Uita
El 28 de noviembre de 1998, 600 familias residentes en la pequeña población denominada Rincón í (a 120 kilómetros de Asunción), sufrieron la mayor tragedia ambiental en la historia del país, causada por la transnacional Delta & Pine Inc. Esta firma depositó a metros de una escuela y a cielo abierto, con el consentimiento de las autoridades locales y nacionales, unas 660 toneladas de semillas vencidas de algodón tratadas con peligrosos agrotóxicos. A consecuencia de ello, esa humilde población campesina arrastra hasta hoy terribles secuelas sanitarias y económicas. Por el miedo y las posibles represalias sólo 139 familias se animaron a entablar una demanda contra la Delta & Pine. Estas familias pretenden que la transnacional estadounidense sea condenada, y exigen una indemnización económica para mitigar la terrible miseria que padecen y las enfermedades que las azotan desde que las "semillas de la muerte" fueron depositadas en Rincon í.

Ana María Segovia es la vocera de las 139 familias que lograron resistir el acoso constante y la guerra psicológica de las autoridades locales. La lucha de estas familias contra la poderosa filial de la empresa estadounidense Delta & Pine Land Co. en Paraguay, entró en su quinto año.

Rincón í, la pequeña comunidad localizada en el departamento de Paraguarí, sobrevive gracias a la producción hortícola y, en menor medida, a la ganadera. Pero esto no les asegura una vida digna, ya que la mayoría de sus productos ni siquiera pueden ser ubicados en los mercados locales, debido al terminante rechazo de los comerciantes por adquirir hortalizas y carne contaminadas por los agrotóxicos diseminados en el suelo y el ambiente. La falta de comercialización de sus productos sume cada vez más en la miseria y el desconsuelo a la población local. Y como si eso fuera poco, deben soportar el abandono y desinterés de las autoridades nacionales y locales, quienes hasta ahora no hicieron el mínimo esfuerzo de resarcirles por los daños sufridos a causa de la gravísima contaminación que soportan hasta hoy. Ana María, en esta oportunidad, nos hace una recapitulación de todo lo acontecido y habla sobre los pasos dados hasta el momento, en que se volvió a reactivar la demanda judicial contra la empresa. La dirigente manifestó que esperan que esta vez puedan reencausar el proceso y lograr que Delta & Pine indemnice a todos las familias afectadas por la contaminación.

- ¿La población sigue soportando consecuencias adversas desde que llegó Delta & Pine y su tóxica basura?

- Sí, seguimos soportando las consecuencias sanitarias y económicas a causa de esa irresponsabilidad. De hecho las autoridades nacionales y locales no reconocen que la gente de Rinconí fue tremendamente perjudicada. La población que vive en los alrededores del sitio en donde se depositaron las semillas tóxicas, se mantenía antes de eso mediante la venta de los productos agrícolas, pero luego los consumidores de la ciudad más cercana Ybycuí, se negaron a seguir comprando los productos porque suponían, y bien, que están contaminadas con los agrotóxicos que se impregnaron en la tierra y en el ambiente.

En Rincón í sobrevivimos por la grandeza de Dios y mediante la caridad de la comunidad. Muchas personas enfermaron y las que tuvieron la suerte de permanecer sanas, ya no pueden conseguir trabajo debido a la persecución que sufren por el sólo hecho de haberse involucrado en la demanda.

- ¿La empresa tiene un local en Ybycuí?

- No, pero el personal que estaba a cargo del traslado y descarga de la semilla, como Nery Ríos, quien trabaja para la empresa estadounidense y Julio Chávez, dueño del terreno en el cual se arrojó la basura tóxica, son de Ybycuí. En ese entonces, la hermana de Chávez trabajaba como secretaría del gobernador de Paraguarí, Julio César Fanego. O sea que todos estaban confabulados.

- ¿Ahora se reactivó el caso porque ustedes contrataron una nueva abogada? ¿Qué esperan lograr?

- Queremos continuar con la demanda. Existe ya una resolución de captura en contra de Eric J. Lorenz, director en ese entonces de la empresa Delta & Pine Paraguay Inc., porque ese señor nunca se presentó a declarar ante la justicia paraguaya. Además, también existen otras dos órdenes de captura contra las dos personas que colaboraron en forma más cercana con la empresa, que son Nery Rivas y Julio Chávez, quienes están declarados rebeldes y contumaz por la justicia y esperamos que salga una sentencia en contra de ellos en poco tiempo más.

- ¿Qué otros objetivos persiguen ustedes con la intervención de la justicia?

- Queremos demostrar que la empresa Delta & Pine cometió el mayor perjuicio ambiental en la historia del país, y en particular, en contra de Rincón í con la descarga de esas semillas contaminadas. Este perjuicio afectó a nuestra comunidad y a toda la ciudadanía en general. Es una afrenta para nuestro país. Además, exigimos que la empresa pague una indemnización económica a todos los pobladores de Rincón í.

- ¿Qué monto le exigen a la empresa?

- Nosotros no pedimos ningún monto específico. Es la empresa la que tiene que ofertar y nosotros vamos a estudiar esa oferta. Tampoco vamos a aceptar que la empresa negocie un monto de manera extrajudicial con la población.

Creemos que la empresa tiene que pagar porque hizo muchísimo daño, tanto a nivel sanitario como a nivel moral. Es chocante ver cuando los habitantes de Rincón í van hasta la ciudad de Ybycuí y son mirados con desprecio o con miedo, como si fuéramos portadores de un mal incurable o algo así. Eso hace que la población de Rincón í se sienta discriminada por un acontecimiento del cual no tiene culpa alguna. Por otro lado, queremos que se haga justicia, para que este hecho aberrante no quede impune. Somos gente pobre, pero muy digna.

- ¿Qué tipo de ayuda les presta la UITA?

- La UITA estuvo desde un primer momento, y todavía acompaña y respalda nuestra lucha. Si no hubiéramos contado con su apoyo, nosotros no podríamos haber llegado hasta aquí. Todo hubiera quedado como la empresa Delta & Pine pretende, es decir en el famoso y folclórico "Opa reí" (término en guaraní que define un acontecimiento que termina en la nada). Por intermedio de sus organizaciones afiliadas, contamos con una solidaridad económica que nos permite llevar adelante el caso en la justicia y apoyar a las personas que presentan mayores problemas. En este momento estamos ayudando a doña Salustiana Rojas, que es una de las personas más afectadas, porque reside a unos pocos metros del lugar donde fue depositada la basura tóxica, y su único hijo, Catalino, está bastante enfermo desde que trabajó en la descarga de las bolsas. Ahora, por las secuelas que le quedaron, no puede trabajar siendo el único sostén que tiene su madre. Además, todos los cultivos de doña Salustiana quedaron inservibles y no puede seguir cultivando porque su terreno está totalmente contaminado.

- ¿No podría implementarse un programa de traslado de la población, o por lo menos de los más afectados, como el caso de doña Salustiana? - Sí, pero eso es imposible en las condiciones de pobreza en que vive la población. A dónde podrían ir, con qué ayuda, apenas tenemos para sobrevivir. Si hasta están consumiendo diariamente productos contaminados para poder vivir, menos podemos pretender contar con el apoyo gubernamental para implementar un programa de descontaminación o de tratamiento sanitario.

Nadie tiene forma de mudarse de ahí.

La mayoría de las familias tienen hijos que se vieron obligados a trasladarse hasta Asunción para trabajar y poder pasar una ayuda económica a sus padres.

- ¿Ustedes no solicitarán en la demanda que se retire el resto de las semillas que quedan depositadas aún en Rincón í? - Ya pasaron cinco años desde el arrojo de las semillas en Rincón í. Uno de los agrotóxicos, un órganofosforado, pierde su poder de contaminación en diez años. El efecto tóxico de las semillas ya está mezclado con la tierra, debido al tiempo transcurrido, y aunque el retiro se haga ya quedará el daño hecho. Unos meses después del depósito de las semillas, la empresa Delta & Pine quiso retirarlas, pero aquellas que ya estaban mezcladas con la tierra la iban a dejar. Ya no sirve de nada que ellos retiren las semillas en este momento, porque el daño ya prevalecerá de todas maneras.

- Toda la población seguirá sufriendo a causa de los efectos dañinos.

- Sí, somos concientes de ese problema. De hecho, nada nos gustaría más que tener una solución, pero para eso se necesita de muchos recursos. Además no contamos con el apoyo de las instituciones gubernamentales. Hasta el Ministerio de Salud negó que las semillas fueran tóxicas para la población, lo que demuestra el nivel de desprotección en el que nos encontramos en esta lucha, entonces, ¿a quién más podemos recurrir?

Pero, a pesar de la desprotección en que nos desenvolvemos, continuaremos con nuestra lucha, porque este hecho perjudicó de por vida a la comunidad de Rinconí, por lo que Delta & Pine debe pagar por el daño que causado.

- ¿Ustedes están enterados del accidente ambiental que se produjo en las zonas de San Felipe y San Vicente con el incendio de los depósitos de la OFAT en Asunción? ¿Darán algún tipo de asesoramiento a los vecinos, teniendo en cuenta la experiencia de lucha que tienen en casos ambientales?

- Por supuesto. De hecho, también la UITA envió a su representante, Gerardo Iglesias, quien unos días después del incendio visitó los barrios afectados. Estuvimos ahí, dialogamos con los vecinos y con los miembros de la comisión vecinal para brindarles algún tipo de asesoramiento en la lucha que ellos están emprendiendo, en este caso, en contra del Gobierno paraguayo. De hecho, la OFAT es una dependencia gubernamental, que sigue funcionando en una zona muy poblada de la capital, a pesar del incendio que produjo la diseminación de los agrotóxicos en el ambiente y que ahora está afectando enormemente a la población de estos barrios. Nosotros siempre estamos visitando estos barrios, hablando con la gente afectada, por lo que estamos al tanto de cómo se están organizando y de la lucha que llevarán adelante.