Cancún: Diferencias de fondo
Eduardo Tamayo G.
ALAI-AMLATINA
Representantes de organizaciones civiles burlaron las fuerzas de seguridad en el Centro de Convenciones de Cancún, interrumpiendo los discursos inaugurales de la quinta Conferencia de la Organización Mundial de Comercio, OMC. Mientras proliferan las protestas en Cancún y en todo el mundo, grandes diferencias entre países ricos y países en desarrollo sobre el tema de los subsidios agrícolas hacen prever inciertos resultados de la reunión.
Mientras Estados Unidos y la Unión Europea pugnan por una mayor liberalización en los temas que más les conviene, esto es, inversiones transnacionales, servicios, propiedad intelectual y rebaja aduaneras para sus productos industriales, se muestran muy proteccionistas con sus grandes productores agrícolas, negándose hasta el momento a ceder en el tema de los subsidios que alcanzan la astronómica cifra de 1000 millones de dólares por día.
Quizá como una respuesta al doble discurso de los países ricos, se conformó hace varias semanas un bloque de 20 países en vías en desarrollo que señalan que no se puede abrir más sus mercados mientras no se desmantelen los subsidios agrícolas. Este grupo, que está conformado por países como China, México, la India, Sudáfrica y varios países que representan la mayoría de la humanidad, unió fuerzas con el Grupo de Cairns (Australia, Argentina, Bolivia, Brasil, Canadá, Chile, Colombia, Costa Rica, Guatemala, Malasia, Indonesia, Nueva Zelanda, Paraguay, Filipinas, Sudáfrica, Tailandia y Uruguay) para rechazar el plan conjunto presentado por Estados Unidos y la Unión Europea, que pretende hacer pequeñas concesiones en la forma pero no ceder en lo fundamental de las negociaciones.
Declaraciones previas a la conferencia de Cancún de los responsables comerciales y agrícolas de Estados Unidos y Europa indicaban que las distancias son bastante profundas.
Franz Fisher, comisario de agricultura de la Unión Europea, declaró que el pedido de los 20 países en desarrollo está fuera de órbita y que si "desean seguir con su odisea espacial, no conseguirán ni la luna ni las estrellas sin que acabarán con las manos vacías". Por su lado, representantes de Comercio de Estados Unidos, como Donald Evans y Robert Zoellick, habían advertido que si fracasan las negociaciones negociarán en forma bilateral, como ya lo vienen haciendo.
Los países industrializados emplean diversas modalidades para los subsidios agrícolas, que van desde créditos blandos y subsidios a la exportación, hasta ayudas internas. Entre tanto, las transnacionales agrícolas del Norte inundan con sus productos subsidiados los países de América Latina, Asia y Africa, provocando la ruina y la desaparición de millones de pequeños/as campesinos/as que son las principales víctimas de la globalización neoliberal.
En referencia a la liberalización comercial del agro, la organización internacional Oxfam advirtió que "la credibilidad de la OMC en Cancún se halla en juego". En su informe: "Dumping sin fronteras", OXFAM indicó que los precios del maíz en el mercado mexicano descendieron un 70% desde 1994, cuando entró en vigor el Tratado de Libre Comercio de América del Norte, TLCAN, hecho que aceleró la apertura a las importaciones procedentes de EEUU. Desde entonces, México se ha visto inundada por un maíz que, gracias a las subvenciones de Washington, se vende artificialmente bajo. La caída de los precios ha afectado a 15 millones de mexicanos que dependen del cultivo de maíz, sostiene la organización. Según OXFAM, los principales destinatarios de los subsidios estadounidenses son un pequeño grupo de gigantes agroalimentarias que controlan la mayor parte de las exportaciones de maíz de los Estados Unidos.
Otros temas polémicos en la agenda de Cancún son los servicios. Los países industrializados pugnan por una mayor liberalización - léase privatización- de los servicios. El concepto de servicios que se maneja en la OMC es tan amplio, que se considera como tales a la educación, la salud, la cultura, el transporte, el correo y un largo etcétera, exceptuándose únicamente a las fuerzas armadas y a la justicia. En teoría, todos los países miembros de la OMC están en la obligación de comprometerse a liberalizar en los sectores que deseen. En la práctica, sin embargo, los países en desarrollo se ven sometidos a fuertes presiones de instituciones financieras internacionales (FMI, Banco Mundial, Banco Interamericano de Desarrollo) que a cambio de préstamos ponen como condición la privatización de los servicios.
En cuanto a las inversiones y la competencia, se trata de autorizar a las transnacionales, que pertenecen mayoritariamente a los países del Norte, implantarse libremente en cualquier país en condiciones de igualdad con las empresas nacionales. En caso de que consideren que sus intereses están siendo lesionados por los Estados podrían recurrir a tribunales internacionales para demandarlos y reclamar indemnizaciones.
Pero la agenda liberalizadora de la OMC no se queda ahí. Los países ricos igualmente demandan a los países del Sur la baja de los aranceles de los productos industriales principalmente en la rama textil. En este aspecto, sin embargo, hay diferencias entre los países del Sur pues algunos países árabes (Egipto, Turquía, Túnez y Marruecos) temen dejar de ser competitivos si bajan los aranceles a los productos provenientes de la gigante China.
Así mismo, en materia de acuerdos sobre comercio y propiedad intelectual, hay presiones de las grandes empresas para que las negociaciones se profundicen en materia de vinos, biodiversidad y saberes tradicionales.
Por último, y a manera de conclusión, hay que decir que si fracasan las negociaciones sobre los subsidios agrícolas, tema sensible que reactualiza la división Norte-Sur, no solo OMC sino el fundamentalismo neoliberal pueden terminar descarrilados y desacreditados aún más por mantener un doble discurso para casi todos evidente y claro.