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Latinoamérica

15 de agosto del 2003

Nostalgia política: retorna el culto al viejo socialismo

Lisandro Otero
Organización Editorial Mexicana

La mejor manera de suscitar un anhelo, de provocar una fuerte demanda por una categoría de valores se logra suprimiéndola. Es lo que está ocurriendo en Alemania con la cultura creada en el lado este de esa nación, en la desaparecida República Democrática Alemana.

En tiempos de Walter Ulbricht se construyó un magno edificio que se llamó Palacio de la República y también Palacio del Pueblo. Un espantoso inmueble pretencioso y afectado, lleno de jarrones, cortinajes y esculturas de pésimo gusto. Tras la caída de la RDA se habló de su demolición y se dijo que en su sitio se iba a restaurar el antiguo palacio real de los Hohenzollern. Pues ahora se ha reabierto el Palacio de la República y por sus galerías desfilan decenas de miles de berlineses nostálgicos del pasado tiempo del autoritarismo de Honecker.

Una exposición retrospectiva ha sido abierta en ese local con el título de "El arte de la RDA" donde se muestra cuatrocientos óleos de 145 artistas que permiten apreciar la huella dejada por el teratológico "realismo socialista" que Zdanov implantó en tiempos de Stalin. Pero lo que antes fue objeto de rechazo y escarnio ahora despierta la curiosidad de las masas de jóvenes alemanes que no conocieron aquella época sombría.

El "realismo socialista" ha dejado de ser una escuela polémica y se la estudia con el interés que puede despertar un dinosaurio. Junto a esos hay cuadros de pop art, de abstraccionismo y de diversas escuelas que demuestran que en la RDA había más variedad de tendencias de lo que cabía suponer, según expresa el periódico Le Figaro, de París, en un reciente reportaje.

Toda moda que se adelanta diez años a su tiempo será considerada indecente, si se anticipa cinco años entraría en la desvergüenza y con un año de anterioridad se la respetaría por audaz. Si encajaba dentro de la contemporaneidad sería chic, diez años después sería despreciada como algo ridículo, con treinta años se la vería como una onda nostálgica, pero cien años más tarde se la apreciaría como romántica y estilizada. Es lo que está sucediendo en Alemania.

En el reportaje de Le Figaro se da cuenta que incluso el otrora aborrecido Muro de Berlín, que separaba la ciudad en dos partes es ahora objeto de culto. De 1946 à 1989 el número de muertos ascendió a 1 008 en los intentos de escapatoria. La barrera, construida en 1961, cumplió 42 años de su erección el pasado 13 de agosto. Ya ha sido casi íntegramente demolida y solamente restan algunos pedazos en pie. Grupos de berlineses se han dirigido a la Unesco para que declare esos restos como patrimonio de la humanidad. Los universitarios de Cottbus están haciendo un levantamiento topográfico de la ciudad escindida y de las áreas que cubría el famoso muro, incluida una maqueta donde se señala el espacio ocupado por la separación. Se ha fundado una "Sociedad del 13 de agosto" que estudia todos los aspectos históricos relacionados con el muro.

La sopa de remolacha bortsch, de origen ruso, está teniendo un renacimiento en Alemana donde ahora se hacen hasta pizzas con sabor a bortsch. A esto le llaman los alemanes la "estalgia", o sea la nostalgia del este. Una reciente película titulada "Adiós Lenin" que muestra aspectos de la vida cotidiana en la RDA ha roto records de taquilla con más de seis millones de espectadores en las primeras semanas de su exhibición.

Los crispamientos políticos han cedido el paso al buen humor, las tensiones del despotismo han sido sustituidas por la sátira. Por las calles de Berlín muchos jóvenes portan ahora camisetas con la hoz y el martillo sin que esto comporte adhesión ni militancia sino simple curiosidad hacia un reciente pasado que esos muchachos no llegaron a conocer.

Como dicen los versos de Jorge Manrique: "Quien no estuviere en presencia / no tenga fe ni confianza / pues son olvido y mudanza / las condiciones de ausencia".

gotli2002@yahoo.com