Tarea de un nuevo pontífice, la concreción de las iglesias autóctonas: Samuel Ruiz
Se inicia en Brasil la Conferencia sobre el cristianismo en América Latina y el Caribe
CARLOS FAZIO ENVIADO
Sao Paulo. Ante una multitud salpicada por todos los colores y edades, en su mayoría proveniente de las tres Américas, monseñor Samuel Ruiz dijo a propósito del hambre como catástrofe que sigue asolando al hemisferio: "El reto no son sólo acciones, sino cambiar el modelo de sociedad capitalista. Para superar el hambre hay que cambiar el sistema".
Veterano de las batallas de los obispos católicos en Medellín, en 1968, el ex obispo de San Cristóbal de las Casas, Chiapas, fue uno de los oradores de la jornada inaugural de la Conferencia sobre el cristianismo en América Latina y el Caribe, que tiene lugar estos días en la gran urbe paulista. Durante su intervención planteó sin ambages que hoy en América, como en otras partes del mundo, "se perfila un modelo de sociedad en la que dominan los poderosos, que margina e incluso elimina a los más débiles".
La Iglesia católica, dijo, "debe ser defensora y promotora de la vida", y esa "cultura de la vida" asume "la opción preferencial por el pobre; opone la globalización de la solidaridad a la globalización del mercado; se hace voz de los que no tienen voz; denuncia toda violencia y discriminación racial; camina del lado de los 'condenados de la tierra' y los desplazados, y es constructora de la paz en la búsqueda de la justicia y la liberación".
Impulsor en su ex diócesis de San Cristóbal de una Iglesia de "rostro indígena" y una teología autóctona hostigada por la ortodoxia vaticana, Samuel Ruiz reivindicó las enseñanzas del Vaticano II sobre las "semillas de la palabra", incrustadas en las iglesias particulares; una inculturación, dijo (en el sentido de encarnación en las culturas existentes y con una jerarquía propia), resistida todavía hoy "por estructuras y modelos de iglesias heredados de siglos pasados". Ante las voces que claman por un nuevo concilio ecuménico, aunque concedió que "no sería inútil", reafirmó la vigencia del Vaticano II y dijo que la concreción de las iglesias autóctonas es un proceso en marcha, "que no será tarea de un nuevo concilio, sino de un nuevo pontificado llevarla a feliz término".
La conferencia reúne a teólogos y científicos de la religión y las ciencias sociales, y está presidida por el obispo emérito local, monseñor Paulo Evaristo Arns, clérigo que supo alzar su voz contra los gorilas golpistas brasileños, que en 1964 inauguraron la larga noche de las dictaduras castrenses en todo el subcontinente, con su doctrina de seguridad nacional, sus guerras sucias y el terrorismo de Estado de cuño estadunidense.
La reunión tiene como objetivo hacer un diagnóstico de la realidad latinoamericana y sus desafíos más urgentes. Pero se trata, en esencia, de hacer un balance crítico de "la caminada de la teología de la liberación", producida por un grupo de latinoamericanos que, a comienzos de los años 60, supieron sacudirse el corsé de una teología tradicional y eurocentrista que encubría la dominación de un sistema que genera marginación, pobreza y excluidos. Varios de sus creadores, entre ellos el peruano Gustavo Gutiérrez, Jon Sobrino, Pablo Richards y Tomás Balduino, y otros que llegaron después, como monseñor Pedro Casaldáliga y Fray Betto, así como las teólogas Elsa Tamez y Vilma Moreira, participan aquí en las discusiones.
Algunas palabras y frases clave entrecruzan los análisis, entre ellas "compañero" y "otro mundo es posible", como puentes entre dos épocas y visiones de un mismo proceso que todavía no concluye. Pero el peso mayor lo tienen otras que siguen marcando los signos de los tiempos hemisféricos: "pobre", "excluido", "hambre", "miseria". Junto a ellas se subraya la crisis de "la política" y "los políticos", la corrupción, la irresponsabilidad de los gobernantes y los olvidos programados de sus compromisos de campaña. Y no faltan, claro, las alusiones al "imperio" o al "imperialismo y sus aliados", al santuario del capital financiero en Davos, Suiza, y al fanatismo religioso de Bush con su visión maniquea de la realidad (buenos/malos, amigo/enemigo), como pantalla para encubrir guerras de conquista por intereses petroleros, control territorial para el saqueo de recursos y la explotación de mano de obra barata vía el Plan Puebla-Panamá, el Plan Colombia y el Area de Libre Comercio de las Américas, y mercados para las multinacionales del norte.
Como tampoco está ausente la referencia a las "varias muertes" de la teología de la liberación, duramente condenada durante el largo pontificado de Juan Pablo II, cuando en el contexto de un fortalecimiento del conservadurismo y la jerarcología de la curia romana, el prefecto de la fe, el cardenal Ratzinger, la demonizó y le colgó los sambenitos de "peligrosa", "reduccionista", "horizontalista" y "desviada", y terminó sentando en el banquillo de los acusados de la ex Santa Inquisición a Leonardo Boff. Pero que todos insisten aquí, y vaya que hay que "dar fe" de ello, que a 45 años de Medellín... está vivita y coleando.
En todo caso, como dice la brasileña Vilma Moreira, "la caminada valió la pena. Y la utopía de ayer se va haciendo más y más utopía hoy. ¡La esperanza ha vencido el miedo!"