Después del espejismo creado por la candidatura, elecciones y triunfo de Lucio Gutiérrez, muchos de los intelectuales, sectores sociales y movimientos políticos populares, que en los años noventa nos convertimos en la reserva histórica de las luchas contra el modelo neoliberal, volvemos a tomar conciencia de la arremetida de la derecha transnacional, nacional y sus aliados, que se evidencia en el reparto del control del estado.
Durante el actual gobierno, la derecha ha logrado el involucramiento gubernamental en el Plan Colombia, su condescendencia con el Area de Libre Comercio de las Américas (ALCA), y la firma de la Carta de Intenciones con el Fondo Monetario Internacional, que contempla la reducción del gasto público en beneficio de la deuda externa, las privatizaciones del petróleo y la electricidad, la precarización del trabajo mediante la unificación salarial con base en los que menos ganan y el aumento de horas laborales, el apuntalamiento de la dolarización por parte de Lucio Gutiérrez y el gobierno de George W. Bush.
Todo esto provocó una crisis social y política, con paro de los profesores, empleados de la salud, petroleros, movilizaciones pequeñas de los empleados públicos (EMAAP), agudización de la pobreza, aumento del desempleo y subempleo. La clase dirigente nacional y mundial busca cerrar el período con la derrota de los sectores en resistencia al modelo vigente. Buscamos reconstruir la resistencia en escenarios de fuerte dispersión, con momentos pequeños de encuentro, y bajo iniciativas que terminan siendo más defensivas todavía: consulta popular contra el ALCA, mandato popular, marchas contra la invasión a Irak y el Plan Colombia, asamblea ciudadana en defensa del petróleo.
Los sectores sociales organizados hemos sido golpeados por una serie de iniciativas de la derecha: cooptación, disgregación y escenarios de disputa entre nosotros lo que repercutió en los procesos de reagrupamiento que se han venido dando. Uno de los procesos de reencuentro entre los sectores organizados de mayor incidencia por su composición (sector indígena, sectores urbanos movilizables) ha sido el Movimiento Pachakutik. Se constituyó a la luz de las contradicciones provocadas por la implementación del modelo neoliberal; como posibilidad de confrontación a las iniciativas de la derecha, y la división de los sectores populares organizados.
Este proceso de encuentro social y político del campo y la ciudad reflejaba la necesidad urgente de golpear juntos en dos amplios campos de nuestra actuación política antineoliberal: el organizativo y el electoral.
La actuación estaba centrada en un mandato popular en proceso, acuerdo defendido en iniciativas tales como levantamientos indígenas, consultas, movilizaciones, negociaciones con los gobiernos de turno, Constituyente Popular, etc., que reflejaba un carácter democrático de cambio social, económico y político y que se plasmó en el programa del Movimiento Pachakutik de los años noventa. Un mandato que iba más allá de puestos de poder en el gobierno de turno. En medio del accionar político del Movimiento, se conformaron dos tendencias con una serie de sectores y personas fluctuando a su alrededor. Una tendencia con una perspectiva más programática, que propuso un proceso democrático y de base al movimiento, pero que no ha podido articularse como tal más que en momentos coyunturales específicos, permitiendo construir simpatías en los sectores sociales populares, que se pusieron en evidencia en el apoyo a los levantamientos y en las últimas elecciones.
Otra tendencia se consolida en un momento de pérdida del perfil de izquierda, en las luchas contra el modelo. Pragmática y reformista en sus propuestas y accionar, con una prioridad en el ámbito electoral e institucional. En ese sentido, el giro progresivo en el Pachakutik de ahora, se debe entre otras razones a:
* Debilidad para construir una propuesta alternativa al neoliberalismo como proyecto, y al tipo de sociedad y estado, que necesitamos los sectores subalternos para convertirnos en procesos dirigentes no opresores (perdida de un perfil de izquierda).
* La agresiva mundialización de la economía, hegemonizada por Estados Unidos, con su política de guerra e intervencionismo directo en los países.
* Límites en los sectores democráticos del país, para sintonizar luchas por necesidades específicas, como mejores condiciones de vida, con luchas estratégicas contra el ALCA, Plan Colombia, privatizaciones, etc.
* Dificultades de entendimiento político: en momentos de definición de luchas y reflujo de sectores democráticos organizados.
La unidad de la derecha es mayor y las brechas que puedan abrirse por las pugnas interburguesas no van a ser significativas en este último tramo de implementación del modelo y de globalización del capital. Por lo tanto, para construir el campo popular, las alianzas deben priorizarse en un marco de democracia directa que construya reagrupamientos fuertes desde la izquierda, con la necesaria autonomía de los sectores dominantes.
La situación del país es de inestabilidad e incertidumbre social, política y económica. Mientras el escenario se presente así, debemos hacer un esfuerzo centrípeto en el programa y en las luchas. Por los tanto, es necesario posicionar en los debates las diferencias. Para direccionar el carácter del movimiento y los reagrupamientos futuros es necesario que:
* Las alianzas deben estar en relación al mandato popular presentado por la CONAIE. Es necesario volverlo acuerdo programático de iniciativas políticas reconcentrantes y movilizables. Defender el mandato popular, como plataforma de lucha en los espacios institucionales y extra-institucionales.
* Se reconcentren las luchas internas y externas del Campo Popular y sus reagrupamientos, en ejes políticos tales como ALCA, Plan Colombia, privatizaciones, ajustes estructurales y dolarización.
* Al interior del Pachackutik se renueve el compromiso de ampliar y radicalizar las luchas, previo acuerdo de rendición de cuentas sobre la base de informes públicos de gestión de todas y todos los/as compañeros/as que están participando en el gobierno. En este contexto tratar el caso del fideicomiso entre Miguel Lluco y Fernando Azpiazu, las políticas conjuntas para los ministerios, la revocatoria de mandato, objetivos para el Congreso, cambio de dirigentes, etc. Es decir revisar la posición frente a la alianza con el gobierno de Gutiérrez y sus opciones, y nuestro momento de lucha.
* Se construyan instancias de democracia directa, como asambleas que permitan reconstruir el proceso, radicalizarlo, y llevar la problemática nacional e internacional a un debate de masas.
* La rendición de cuentas, fiscalización permanente, control político de las bases, honestidad y transparencia en la administración, aplicación de la revocatoria del mandato y lucha contra la corrupción son acumulados históricos con los que nos debemos encontrar en el proceso colectivo. No basta que sea práctica de pocos o elementos ideológicos debemos construirlo como política real. Están en juego los acumulados de las luchas de todo un periodo, y los procesos de encuentros sociales a los que hemos apostado. Las responsabilidades son grandes para asumirlas como meros ensayos.
Convergencia Democrática
Sector político integrante del Movimiento Pachakutik