El coronel se salió del gobierno
Alberto Acosta
Diario Hoy
Sorpresa no fue. El final de la alianza del coronel con el Pachakutik y los movimientos sociales, sobre todo el indígena, se veía venir. Hay que reconocer, eso sí, que fue un desenlace confuso; parece incluso que el coronel despidió a sus aliados. Pero no. Quien se salió del gobierno es el coronel. Sí, él abandonó el gobierno que ofreció transformar el país.
Recuérdese que su elección sintetizaba un voto de castigo, en tanto rechazo a la vieja política y al manejo económico de las últimas décadas, y de esperanza, en la medida que sintetizaba el ansia por algo nuevo. Y téngase presente que ese triunfo lo forjaron en primera línea las fuerzas sociales y políticas comprometidas con un Ecuador diferente, en consolidación antes de la rebelión del 21 de enero del 2000, cuando se embarcó en el proceso popular el coronel, quien, desde entonces, no se cansaría de ofrecer cambios, al menos hasta la primera vuelta electoral. Mas, cuando se avizoró la posibilidad de que el coronel saliera electo, asomaron las peludas orejas del pragmatismo neoliberal en las filas gutierristas. Tanto, que el coronel -desde antes del inicio de su Gestión- se transformó en un "oyente dócil" de Washington y recibió reiterados espaldarazos del FMI y de los corifeos del manejo económico ortodoxo y conservador. Así, desde el principio, en un continuo diálogo de sordos con sus ahora exaliados, quienes a ratos parecía que perdían la brújula, el coronel se fue divorciando de los principios que inspiraron su elección y por cierto del gobierno alternativo que escogió la mayoría de electores, incluso quienes ya entonces dudábamos de la capacidad del coronel.
Para leer lo sucedido y anticipar lo que está por venir, sin minimizar otros aspectos, hay que ubicar políticamente a la Carta de Intención al FMI, el plan de gobierno del coronel. Su pronta aceptación y la condescendencia del Fondo para aprobar el segundo desembolso sin cumplir las metas acordadas son explicables por la vinculación a los indígenas. Para el FMI era importante que el régimen del coronel con los indios continúe por la senda neoliberal y que privatice electricidad, teléfonos, petróleo y pensiones jubilares, que aliente la flexibilización laboral y la reforma tributaria. Al ser la primera vez que los indígenas y otras fuerzas políticas contestatarias accedían al gobierno (no necesariamente al poder) había que institucionalizarlos, comprometerlos y hasta domesticarlos.
Teniéndoles adentro se quiso profundizar un proyecto cuestionado popularmente. Ahora, sin el atractivo de los indígenas dentro del equipo del coronel habrá que ver cómo reacciona el FMI, que no es precisamente dúctil con gobernantes débiles y sumisos. Y habrá que preguntarse hasta qué punto se consolidará un régimen autoritario, militarizado a pasos agigantados, con un coronel que profundiza su traición pactando con las fuerzas (poco confiables) de la derecha tradicional, mientras ahonda sus prácticas clientelares, utilizando dirigentes indígenas corruptos u oportunistas, para intentar dividir a las fuerzas que hicieron posible su llegada a la presidencia y que a la postre, en un gesto de dignidad, se resistieron a cristalizar lo que se pintaba como el neoliberalismo de los ponchos.
_____ De: Servicio Informativo "Alai-amlatina"