VOLVER A LA PAGINA  PRINCIPAL
Latinoamérica

2 de agosto del 2003
Lula y sus primeros 180 dias de gobierno
Punto de inflexion

Miguel Ángel Ferrari
ACCION
El presidente brasileño, Luiz Inácio Lula da Silva, recibió a principios de este mes en el Palacio de Planalto a numerosos representantes del Movimiento de los Trabajadores Rurales Sin Tierra (MST). Estos dirigentes presentaron al primer mandatario un extenso pliego que contenía importantes demandas, entre las que se pueden contar las referidas a los asentamientos, distribución de tierras ociosas, créditos para los trabajadores rurales, soluciones a los problemas alimentarios y de provisión de agua a los campesinos del nordeste, para mencionar sólo algunas de las más importantes.

Esta entrevista se produce justo en momentos en que los sectores latifundistas y las distintas expresiones de la derecha brasileña están redoblando la apuesta en su campaña destinada a la criminalización de las actividades del MST.

La actitud presidencial tuvo, por consiguiente, un alto contenido simbólico. Pero las clases dominantes brasileñas, acostumbradas a que los políticos, una vez llegados a las esferas de gobierno, muden sus ideologías, esperaba que Lula los sermoneara como respuesta a las "actitudes violentas" de estos agricultores marginados. Grande fue su sorpresa cuando el presidente salió a recibir a los dirigentes del MST luciendo la característica gorra de los Sin Tierra. Otro símbolo.

En la Grecia antigua se le llamaba símbolo -por ejemplo- a una moneda partida. Dos personas tomaban para sí cada uno de los fragmentos, que luego servían para identificarse en un futuro reencuentro. Este valor de lo simbólico lo explica Platón en su obra El banquete, cuando señala que cada ser humano es una parte de algo que necesita encontrar el fragmento que reconstituya su unidad perdida. Luego de seis meses durante los cuales se ejecutó una política bifronte, tendiente a satisfacer a las corporaciones y a los organismos internacionales, por un lado, y a los sectores populares que llevaron al Partido de los Trabajadores al gobierno, por el otro, este gesto parece apuntar a reconstruir una unidad perdida.

Este segundo símbolo no pudo ser digerido por los representantes de las clases dominantes. A tal punto que, en un clásico ademán disciplinador, el líder del Partido de la Socialdemocracia Brasileña, el senador Arthur Virgilio, obtuvo en horas las firmas necesarias para poner en marcha una Comisión Parlamentaria de Investigación (CPI) sobre el Movimiento de los Trabajadores Sin Tierra.

Balanzas y balances

El 1º de julio se cumplieron los primeros 180 días de gobierno de la coalición encabezada por Lula. En líneas generales -y luego de una lectura un tanto ligera- se podría decir que mientras la política exterior brasileña tuvo hasta ahora un marcado carácter progresista, el plan económico mostró grados de ortodoxia que no se corresponden con la tradicional postura de las fuerzas que, mayoritariamente, llevaron al poder al ex líder metalúrgico.

En el primer platillo de la balanza se encuentran: la valiente posición asumida contra la invasión anglo-norteamericana a Irak; la oportuna propuesta de creación del grupo de países "Amigos de Venezuela", del cual Brasil se reservó el rol de presidente, contribuyendo a poner coto a las actitudes golpistas apoyadas por los Estados Unidos y España; la decidida participación en la cumbre presidencial del Mercosur, realizada en Asunción, en el marco del eje Brasilia - Buenos Aires, con vistas al fortalecimiento de una alianza estratégica, frente a las negociaciones sobre el Area de Libre Comercio de las Américas (Alca); para citar sólo algunos ejemplos.

En tanto que el otro platillo contrabalancea con una reforma previsional y tributaria más cercana al proyecto económico del establishment internacional y brasileño que al pensamiento de las mayorías; con la determinación de obtener un superávit fiscal primario, tal como sugiere el Fondo Monetario Internacional, aún cuando ese superávit sea el resultado de la lentificación de las políticas sociales (el programa Hambre Cero aún no despegó); con el incremento de las tasas de interés al 26,5 por ciento anual y la lógica repercusión negativa en relación con el mercado interno y a una mejor distribución de la riqueza.

Desde la óptica de algunos parlamentarios del Partido de los Trabajadores y del ministro-jefe de la Casa Civil, José Dirceu, esta primera etapa marca el inicio del crecimiento sustentable del país, sin una vuelta a la inflación o a la escasez de energía, como en los tiempos del ex presidente Fernando Henrique Cardoso. A estos logros -según los legisladores y el ministro Dirceu- hay que sumarle éxitos en la política de generación de rentas y el crecimiento de las exportaciones.

Estos resultados fueron posibles -siempre en opinión de estos dirigentes petistas- gracias a la articulación establecida en el Congreso Federal por la bancada oficialista con otras fuerzas políticas, condición necesaria para dar respaldo político al Poder Ejecutivo.

"Después de seis meses de cosechar malas noticias sobre el ritmo de la economía y sobre el mercado de trabajo -señala la publicación brasileña Prima Pagina- el gobierno de Luiz Inácio Lula da Silva considera haber pasado por su 'punto de inflexión', tal como lo afirmó el ministro de la Previsión Social, Ricardo Berzoini. En el primer semestre, el desempleo aumentó; en tanto los ingresos de los trabajadores, las ventas y la producción industrial cayeron. No obstante ello, la popularidad del presidente permanece en un nivel elevado, por encima de sus predecesores", concluye Prima Pagina.

En un señalamiento crítico a la gestión gubernamental, el profesor Emir Sader, dirigente del PT paulista, en una nota publicada por la agencia brasileña Carta Maior en la que analiza la decisión del gobierno argentino de establecer regulaciones a los capitales especulativos extranjeros, señala: "La medida del gobierno argentino coloca a Brasil en el desafío de aplicar algo similar o renunciar al proyecto de construcción de un Mercosur fortalecido, que incluya un parlamento y una moneda común".

Esta posibilidad inquieta al propio presidente argentino, Néstor Kirchner, como lo advierte el columnista Fernando Cibeira el 6 de julio en Página 12. "Kirchner -dice- está preocupado por que la ortodoxia económica de su colega brasileño genere un 'efecto caipirinha' que mate la reactivación (...). Lula preocupa a Kirchner por su compromiso de superávit y sus tasas muy altas".

Segundo acto

Luego de ese punto de inflexión, estimado por los dirigentes del PT, la administración Lula estaría dispuesta a inaugurar una segunda fase de su gobierno, pautada por el comienzo de la reducción de la tasa básica de interés, por la publicación de una "hoja de ruta para la nueva agenda de desarrollo" y un paquete de 3.900 millones de reales (3.750 millones de pesos argentinos) para microcréditos y políticas de inclusión social para 25 millones de personas de bajos ingresos.

Partiendo del compromiso ético asumido por el gobierno del PT y la extensa trayectoria junto a las luchas de los sectores obreros y populares (sectores que se han manifestado por estos días en una franca oposición a las medidas ortodoxas), el gobierno de Lula deberá ratificar esa trayectoria, en esta segunda fase, dejando de lado su intención de abordar el desarrollo social con políticas microeconómicas de carácter progresivo, sujetas a políticas macroeconómicas neoliberales vigentes desde los gobiernos anteriores.

La firme actitud de los trabajadores estatales en huelga, frente al mencionado proyecto de reforma previsional, es un toque de atención para la dirigencia del partido de gobierno.

Se puede apostar -con el concurso de la movilización popular- a ser más inteligente y más tenaz que las clases dominantes; pero nunca se debe caer en el error de pretender ponerlas en caja sólo con la astucia y sin esa imprescindible participación popular.

Artículo publicado en el periódico ACCION, Buenos Aires, Argentina, www.rcc.rcc.com.ar/accion/index.htm y en el sitio www.hipotesisrosario.com.ar