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Latinoamérica

23 de julio del 2003

Elecciones en México
Entre los avances del régimen y la derrota del gobierno

Martín Juárez
Rebelión
Desde su llegada al gobierno, Fox logró conquistar una reaccionaria estabilidad política y social, que le permitió avanzar en una aplicación paulatina de la ofensiva patronal. Sin embargo, la economía, producto de las tendencias recesivas en los EE.UU., cayó en un estancamiento, en tanto que el empeoramiento de las condiciones de vida y la política gubernamental provocaron desilusión y descontento en sectores de las masas, que en ciertos momentos amenazaron con superar el freno de las direcciones burocráticas y reformistas; como fue con la emergencia de un amplio movimiento antiguerra y -durante el 2002- en las movilizaciones de sectores de trabajadores (como los electricistas o trabajadores privados de la industria hulera), indígenas y campesinos (como en San Salvador Atenco).

En ese contexto se dan las elecciones. Con un alto nivel de abstencionismo (el más alto en los últimos treinta años) y una participación de alrededor del 41,5 % de los habilitados para votar (alrededor de 27 millones de personas), el PRI alcanzó un 34% de la votación, seguido por el PAN con algo más del 30% y el centroizquierdista PRD con 17% (otros partidos que superaron el límite del 2% fueron el Partido Verde Ecologista, el Partido del Trabajo y Convergencia por la Democracia), en tanto que el voto nulo intencional se calcula que fue del 3% al 6% según las estimaciones. Como resultado, la Cámara de Diputados de 500 miembros quedará repartida de la siguiente manera: PRI, 224 curules (tenía 211), PAN 153 (contaba con 207) y el PRD crece de 51 a 95. Las gubernaturas fueron disputadas por PRI y PAN: el primero se queda con cuatro gubernaturas, incluyendo a Nuevo León y Sonora, estados estratégicos por su poder económico, en tanto que el PAN ganó dos, y están disputando Campeche.

LA TRAMPA REACCIONARIA DE LAS ELECCIONES

Al ser las primeras elecciones en "democracia" -como las calificaron los medios de comunicación-, fortalecieron la idea de una estabilidad democrática y del libre juego de partidos. Aunque no como en el 2000, donde millones acudieron a las urnas con el objetivo de castigar y echar al PRI, el proceso parece cumplir con el objetivo de consolidar, en sectores de las masas, la idea que "las elecciones son ya una fórmula para que los mexicanos puedan pronunciarse y decidir quienes deben ser sus representantes", como dijo un vocero del gobierno perredista del Distrito Federal. En tanto que el PAN pierde la mayoría relativa en Diputados, muestra a los ojos de millones que es posible la coexistencia entre un gobierno panista y un Congreso opositor. Por el rol jugado por el Instituto Federal Electoral -pese a algunos cuestionamientos de parcialidad-, y ante los escasos incidentes suscitados entre los partidos, esta institución queda como garante de la transparencia" del proceso electoral, y aparece, ante muchos, como un signo de "madurez democrática" y de independencia de las instituciones reguladoras electorales. Por todo esto, las elecciones representaron avance de la alternancia, pese a los elementos contradictorios que presenta la dinámica del nuevo régimen plural. Así, actuaron como una trampa reaccionaria contra los trabajadores y el pueblo, quienes fueron convocados a elegir entre candidatos patronales y a confiar en el voto como forma de expresar su descontento con el gobierno.

Frente a la ofensiva política e ideológica de la burguesía, la clase obrera estuvo completamente atrás: en los meses previos y después del fin de la guerra, la lucha de clases estuvo en sus niveles más bajos desde fines del 2000. Las destacadas movilizaciones del magisterio fueron levantadas por sus dirigentes sin alcanzar sus reivindicaciones, en tanto que las centrales sindicales UNT y CTM evitaron como la peste desestabilizar el proceso electoral; así, por ejemplo, ante los despidos anunciados en la Volkswagen el 1 de julio, no denunciaron ni verbalmente la ofensiva patronal. Reconocidos dirigentes sindicales de la UNT y del Sindicato Mexicano de Electricistas (SME), encabezaron listas de partidos patronales como el PRD y el pro régimen PT.

A esta falta de alternativa ante la trampa de la burguesía, contribuyó que la mayoría de las organizaciones políticas de izquierda -con la excepción de varias organizaciones que se reclaman trotskistas- apoyaron al PRD (como el Militante). En el caso del EZLN, aunque sus bases protagonizaron acciones contra las elecciones en varios municipios autónomos, la dirección encabezada por Marcos prácticamente no dijo nada respecto a la trampa electoral.

En síntesis, las elecciones fueron un intento del régimen de consolidar la estabilidad política y social conquistada, en tanto que se preparan nuevos ataques mandatados por el imperialismo que deberán pasar por el Congreso "plural", con la reforma laboral y la reforma al sector energético.

ALTO ABSTENCIONISMO Y CAÍDA ELECTORAL DEL GOBIERNO

En ese marco, el principal derrotado en estas elecciones es el gobierno de Fox y su partido, el PAN. Durante su campaña, el PAN intentó pegar su destino al gobierno de Fox e hizo campaña con dos slogans centrales: "lo que nos mueve es México" y "Quítale el freno al cambio". Esto resultó un boomerang que golpeó a Acción Nacional. La derrota del gobierno se expresó en un alto índice de abstencionismo, que castigó esencialmente al gobierno y su partido, favoreciendo al PRI y, en menor medida, al PRD.

La derrota del gobierno, que ya se avizoraba en la caída de la popularidad de Fox en los meses previos, es el resultado del descontento de amplios sectores de trabajadores y el pueblo que, golpeados por la recesión y la carestía de vida, consideran que el "cambio" no llega a sus bolsillos. Como dice el semanario político Proceso en un artículo titulado El PAN, el defecto Fox: "En el ambiente nacional e internacional hay, sin embargo, una certeza. El mito del fenómeno Fox y sus efectos, construido en 2000 con base en el uso que la mercadotecnia hizo de la ilusión de muchos mexicanos ansiosos de cambio, tardó solo 3 años en venirse abajo con estruendo."

Analistas políticos y dirigentes de los partidos burgueses se refirieron con preocupación al elevado índice de abstencionismo. El motivo es evidente: se da a tres años del ascenso del gobierno del "cambio". Cabe recordar que en las elecciones intermedias de 1997 (cuando el PRD logró la jefatura del Gobierno capitalino para Cuauhtémoc Cárdenas) el abstencionismo fue del 42% y en las presidenciales del 2000 del 36 %.

¿Que indica esto? En primer lugar, gran parte de los que se abstuvieron votaron por el PAN en el 2000. Pero el descrédito de Fox no se reflejó en un crecimiento sustantivo del número de votos obtenidos por el PRI y el PRD.

Y es que si las elecciones suponen un avance en la consolidación de las instituciones de la alternancia, la abstención (así como el voto nulo intencional) expresa que sectores importantes de la población le dieron la espalda al proceso electoral y al discurso de "tu voto vale", como consecuencia del descontento con el gobierno pero también de la falta de expectativas en los partidos opositores. Aunque pasivo, el abstencionismo indica un cuestionamiento, si se quiere relativo, a que los partidos patronales representen los intereses y aspiraciones de sectores de la población (en el mismo sentido apunta el voto nulo). De la misma forma, el debate sobre el elevado financiamiento estatal a los partidos con registro, refleja que el negocio de la corrupta política burguesa se desacredita ante sectores de la población.

La oposición burguesa ha capitalizado la derrota del gobierno. Al quedar primero, ganar la mayoría relativa en la Cámara de Diputados, y arrebatar Nuevo León al PAN, el PRI avanza en su proceso de recomposición y "modernización" política. Madrazo, actual presidente del PRI, logra que su partido aparezca con posibilidades de volver a Los Pinos. Como dijo el analista Lorenzo Meyer, "Fox puede pasar a la historia por dos cosas: haber echado al PRI de la Presidencia y haber permitido que volviera lavando sus pecados". Es importante considerar el apoyo logrado por el PRI entre la burguesía de Nuevo León, tradicional enclave panista. Esto puede ser un síntoma de que el PRI, que continua siendo la fuerza burguesa predominante en el movimiento de masas y en sus organizaciones, se convertiría en una alternativa fuerte de recambio para la burguesía y el imperialismo. Ante ello es que al interior del PRI ya se reinician las disputas internas de cara a la posible sucesión presidencial, como se ve en la pelea por la coordinación de la bancada parlamentaria de este partido entre Elba E. Gordillo y Manlio F. Beltrones. Estas disputas, que se frenaron solo como resultado de un pacto donde, como dijo un dirigente del PRI, cada quien "amarró a sus perros", reiniciaran de cara a las presidenciales del 2006, preanunciando mayores enfrentamientos entre los grupos de poder al interior de este partido.

En cuanto al PRD, el resultado es más contradictorio. Logró sí, un triunfo claro y contundente en el Distrito Federal y casi duplica su representación parlamentaria. Esto es consecuencia del "efecto López Obrador", el jefe de gobierno del D.F. y su figura mas popular, quien aparece como el candidato perredista más serio para el 2006, con aceptación en círculos empresariales y con fuertes relaciones con personajes como Carlos Slim Helu, el magnate de las telecomunicaciones y el hombre más rico de América Latina. Andrés Manuel López Obrador ha sido uno de los impulsores de un proceso de "modernización" y de derechización política del PRD, que busca mostrarlo como alternativa capaz de gobernar ante la burguesía y el imperialismo.

Como resultado de las elecciones, el PRD fortalece su ubicación para el 2006 y se dispone a jugar un rol mayor en las discusiones al interior del Congreso y del régimen.

Si embargo la falta de un gran crecimiento electoral (no llegó al 20% prometido por su dirección nacional) y su presencia mínima en importantes estados del norte, centro-norte y sur del país (en Nuevo León y en Sonora obtuvo el 1% y el 8%) ensombrece su capacidad real para disputar las presidenciales en el 2006. Como plantea la analista Denisse Dresser: "El 2003 pone sobre la mesa para el PRD lo difícil que será ganar en el 2006. Detrás del político popular no hay un partido con una representación territorial que se extienda más allá del Distrito Federal. Detrás del goleador estrella no hay un equipo que sepa cómo pasarle la pelota. Detrás del rey no hay alfiles astutos ni reinas dispuestas a protegerlo. Detrás del candidato presidencial sigue erigiéndose la sombra del que ya lo fue. AMLO quiere, pero su partido no puede."

A la vez, amenazan con resurgir las peleas internas. No es casual que la analista antes citada diga que "Andrés Manuel López Obrador piensa en cómo llegar a Los Pinos sin tropezarse con el PRD"; las luchas intestinas pueden desacreditarlo ante sectores de su base social y provocar, por qué no, rupturas y divisiones que lo debiliten.

El resultado electoral del 6 de julio llevó a que varios analistas plantearan que el gobierno se encontraba "muerto y enterrado" y que no podría avanzar en las "reformas" pendientes. Pero esto difícilmente sea así. El triunfo del PRI no significa necesariamente que vayan a seguir bloqueadas las reformas que Fox pretendió imponer infructuosamente durante la primera parte de su mandato, por que como dice una analista "a ese partido le conviene que sea durante el gobierno de Fox que se saquen adelante para desgastarse menos políticamente con miras a las elecciones presidenciales". "A Madrazo (presidente del PRI) le conviene más que sean aprobadas las reformas estructurales porque al candidato del PRI en el 2006 le va ir mejor si ya están hechas las reformas", dijo. Y, en apoyo a esto, en sus primeras declaraciones después de la jornada electoral, Madrazo se comprometió a buscar acuerdos "para que México recupere el crecimiento".

Cabe preguntarse si, continuar con la política de pactos con el foxismo, que caracterizó los años previos, para aparecer como "oposición leal, responsable y seria" frente a los ojos de la burguesía nativa y del imperialismo, favorecerá a Madrazo hacia las elecciones del 2006. O sí, por el contrario, generará más fricciones al interior del PRI, cuya dirigencia nacional pretende fortalecerse en el mar de caudillos regionales priístas y su liga de gobernadores, quienes concentran cada vez mas poder.

En ese sentido, veremos en los próximos meses intentos para llegar a acuerdos y pactos, en los cuales el PRI hará pesar su crecimiento electoral y en diputados, necesarios para avanzar en las exigencias de la clase dominante. Como también acuerdos de bloques interparlamentarios afines a los distintos grupos patronales.

El PRD se enfrentará a la disyuntiva de evitar que su derechización repercuta en su imagen de oposición al gobierno, y queda abierta el interrogante de si una campaña de mayor oposición le hubiera permitido crecer en su caudal de votos. En el próximo periodo, sus intentos de aparecer como partido con capacidad de gobernar, ¿lo llevarán a pactos abiertos con el PRI y el PAN, para avanzar en las reformas estructurales (como fue en el caso de la votación de la Ley Indígena), o elegirá, para no desacreditarse, que estos partidos carguen con el costo de la entrega, cuidando su imagen de oposición leal y preservando así su rol como alternativa de recambio a los ojos de las masas? Nada descarta que tendrá que establecer, de manera oportunista, un equilibrio entre estas salidas, dado su mostrado carácter patronal.

LAS PERSPECTIVAS DESPUÉS DE LAS ELECCIONES

El gobierno y la burguesía deberán tomar nota del resultado electoral, para avanzar en sus planes contra los trabajadores y el pueblo. Hasta ahora, las direcciones burocráticas del movimiento obrero y popular (como la UNT o la CTM) son el principal obstáculo que evita que surjan luchas y movilizaciones contra la caída del nivel de vida, que permite el paso de los despidos, paros técnicos y topes salariales.

Sin embargo, el retroceso electoral del gobierno y la necesidad ante las exigencias imperialistas de avanzar en las reformas, puede acelerar la emergencia de nuevas luchas y acciones de resistencia. En el campo, la experiencia de Atenco caló hondo, y no puede descartarse que otros sectores de campesinos e indígenas retomen su ejemplo, como sucedió en días recientes en Xalatlalco, donde comuneros tomaron rehenes con la amenaza de lincharlos frente al desalojo de sus tierras por parte del gobierno del D.F.

En el movimiento obrero, el ataque lanzado por la patronal de la transnacional Volkswagen, puede impactar no sólo en sus trabajadores, sino en otros sectores de trabajadores industriales privados que, como en las llanteras Euzkadi y Uniroyal, vienen resintiendo el ataque. O como los trabajadores de la industria eléctrica, que se movilizaron hace varios meses, y quienes saben que se prepara una entrega aún mayor de la que se esta llevando a cabo "silenciosamente" con el ingreso de capital extranjero.

Así como antes del 6/7 estaba planteado denunciar la farsa electoral orquestada por el gobierno y los partidos patronales, hoy es una tarea fundamental impulsar la más amplia movilización y lucha contra el gobierno de Fox y contra la entrega del país y sus recursos al imperialismo. Esto sólo puede hacerse con independencia del PRD, el PRI y los demás partidos patronales y, sin un ápice de confianza en instituciones como el Congreso de la Unión, desde donde "oficialistas" y "opositores" continuaran amarraran acuerdos y pactos contra el pueblo trabajador; más allá de los intentos del PRD y el PRI de aparecer como "opositores".

En ese camino, la poderosa clase obrera mexicana debe superar el freno de sus direcciones burocráticas e impulsar una verdadera alianza obrera, campesina y popular, que ante los despidos y la miseria en el campo y en la ciudad, pelee para que la crisis la paguen quienes la provocaron, los capitalistas y terratenientes y por la ruptura con el imperialismo. Para eso es que esta planteado impulsar la construcciòn de un gran partido obrero revolucionario, que tome en sus manos la pelea por la única salida definitiva y favorable para los trabajadores y el pueblo: la segunda revolución mexicana, obrera y socialista.

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