Latinoamérica
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11 de julio del 2003
Tres tareas para Lula
Helio Jaguaribe
O Globo
Agravado por el unilateralismo del gobierno Bush, el proceso de mundialización empuja a los países subdesarrollados, cuya soberanía no es más que aparente, a transformarse rápidamente en segmentos indiferenciados del mercado internacional, controlados al interior por las multinacionales y al exterior por Washington. Solo la India, China y Rusia pueden escapar a tal destino.
En ese contexto, Brasil se arriesga a no ser mas que un simple segmento del mercado internacional si no logra antes de los veinte años que vienen - tiempo máximo - un nivel satisfactorio de desarrollo autónomo acompañado de normas sociales equivalentes a las de la España de hoy, así como una situación económica y tecnológica equivalente a la de Italia.
Pero para alcanzar un nivel de desarrollo duradero, Brasil debe poner en marcha de forma deliberada y coherente a un vasto programa de desarrollo económico social y tecnológico.
Tres condiciones previas son necesarias para ello:
1. La elaboración de un consenso de base nacional sobre los grandes objetivos a lograr de aquí al 2020.
2. La puesta a punto urgente de un nuevo modelo nacional de desarrollo y de una estrategia apropiada para pasar del actual modelo de equilibrio estático al nuevo modelo.
3. El rechazo del proyecto ALCA ( Acuerdo de Libre Comercio de las Américas) (también llamado ZLEA: Zona de libre intercambio de las Américas). Ese proyecto de eliminación de las tarifas aduaneras entre todos los países del continente americano desde Alaska a la Tierra del Fuego, a excepción de Cuba, fue propuesto en diciembre de 1994 y debería entrar en vigencia en el 2005). Su rechazo debe hacerse conjuntamente con los otros miembros del MERCOSUR, (Mercado Común del Cono Sur creado en 1991 que reagrupa a Argentina, Brasil, Paraguay y Uruguay y al cual Chile y Bolivia están asociados) ya que la adopción del ALCA hará de todos los estados firmantes simples provincias feudales del sistema americano.
Los países autoritarios, como China, pueden comprometerse en proyectos a muy largo plazo. Pero para un régimen democrático, en el que cada mandato presidencial imprime sus propias orientaciones, la sola manera de conservar una línea coherente permitiendo obtener los resultados buscados, es de alcanzar un amplio consenso nacional.
Segunda condición, la elaboración rápida por la base de apoyo del gobierno de Lula da Silva, de un nuevo modelo coherente de desarrollo que rompa el modelo actual de simple equilibrio y de una estrategia que permita el cambio armonioso entre los dos periodos.
En un primer tiempo, el gobierno Lula tiene perfectamente razón de administrar con prudencia y competencia el sistema económico que hemos heredado y de re-ganar así la confianza de los mercados locales e internacionales. Pero es necesario que su base de apoyo prepare de manera rigurosa un modelo alternativo aplicable que deberá entrar progresivamente en vigor a partir de 2004 y funcionar integralmente en el 2005.
El rechazo del ALCA es la condición sine qua non para que Brasil y los otros miembros del MERCOSUR puedan devenir países autónomos y con un desarrollo durable. La abolición de las barreras aduaneras del proyecto ALCA favorecerían en nuestro detrimento a los sectores poco competitivos de la economía americana. Es más, las disposiciones bilaterales perversas privarían a los gobiernos del MERCOSUR del derecho de reglamentar la especulación extranjera en sus propios territorios. En fin, la supresión de fronteras se prolongaría en la eliminación de los derechos de aduana exteriores comunes, lo que representa los fundamentos mismos del MERCOSUR.
Todas esas consideraciones hacen que el ALCA sería fatal para el futuro de Brasil y de los otros miembros del MERCOSUR. El rechazo del ALCA, que plantea un problema a nivel diplomático, se ha hecho posible con la elección de Néstor Kirchner (cuya investidura tuvo lugar el 25 de mayo ultimo como consecuencia de la retirada de su rival Carlos Menem ). Sus proyectos, conformes a los de Brasil, pregonan una alianza estratégica argentino-brasileña, un reforzamiento del MERCOSUR y la formación de un sistema suramericano de libre intercambio. El destino de Brasil, y con él del MERCOSUR, depende hoy en día de las decisiones del gobierno de Lula sobre esas condiciones previas. Todo parece indicar que él no nos va a decepcionar.