Latinoamérica
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El armamentismo chileno
Por Andrés Soliz Rada
BolPress, Bolivia
No existe, hasta ahora, una razonable explicación del sostenido armamentismo chileno en el Cono Sur. En momentos en que, con menor o mayor urgencia, todos los países latinoamericanos necesitan recursos para paliar la pobreza, el desempleo y las carencias en salud y educación, resulta insólito que el gobierno del "socialista" Ricardo Lagos destine importantes recursos públicos a la adquisición de modernos aviones de combate de EEUU, fragatas de guerra de Inglaterra y de tanques de Alemania. El aducir que sólo se trata de modernizar material bélico obsoleto, recuerda a las protestas pacifistas de Hitler en los prolegómenos de la Segunda Guerra Mundial.
En este contexto, ¿cuales son las hipótesis de conflicto que maneja Chile? Téngase en cuenta que en los dos últimos años, la cancillería de Santiago ha suscrito tratados definitivos de paz con Argentina, por el control del territorio antártico, y con Perú, por temas no resueltos después de la guerra del Pacífico, de 1879. Por otra parte, todo el mundo sabe que Chile, con el diez o veinte por ciento de su capacidad bélica actual, derrotaría a las desmoralizadas y disminuidas FFAA de Bolivia. Si lo anterior es cierto, dos preguntas permanecen vigentes: ¿Para qué el armamentismo chileno? ¿Por qué el Presidente Lagos se niega, de manera sistemática, a suscribir acuerdos de contención armamentista con el gobierno de Lima?
Nuestra hipótesis es la siguiente: El escudo chileno contiene su célebre frase: "Por la razón o la fuerza". Chile pretende hacer uso de la razón para obligar a Bolivia a firmar un Tratado de Libre Comercio (TLC), que le permita el acceso irrestricto a las reservas bolivianas de agua dulce y de gas natural, ubicadas en las cercanías de su frontera norte. Gas y agua necesita Chile para impulsar de manera armónica el conjunto de su economía.
¿No se dice hasta el cansancio que las guerras del Siglo XXI serán por el agua dulce y que la industria petroquímica será la de mayor expansión en los próximos decenios? Quienes dicen que el gas y petróleo serán obsoletos a corto plazo, ¿cómo explican la torpeza norteamericana en la reciente invasión a Irak?
Si Bolivia no acepta las razones de Chile, se aplicará la fuerza (el segundo sustantivo del escudo chileno), para lo cual ocupará militarmente, con cualquier pretexto, las vertientes de agua y los yacimientos de gas y petróleo que están al alcance de sus tropas. ¿Acaso no fue un pretexto absurdo el cobro de un impuesto de diez centavos por quintal de salitre para desatar la guerra del Pacífico y ocasionar el enclaustramiento geográfico de Bolivia? Es obvio que, en esas circunstancias, el gobierno de La Paz demandará la intervención de Perú y Argentina frente al nuevo atropello al derecho y la justicia internacionales. Ese será el momento en el que Chile recordará a los regímenes de Buenos Aires y Lima su enorme poderío bélico, destinado a jugar un papel disuasivo frente a vecinos excesivamente solidarios.
Por otra parte, poco puede esperar Bolivia de la solidaridad de Brasil, interesado en controlar el 50 % de las reservas bolivianas de gas, sin oponerse a que Chile pueda disponer del 50 % restante. ¿A quien más podría quejarse Bolivia? ¿A los tribunales de Naciones Unidas, en momentos en que EEUU no sólo ha bombardeado Irak, sino que, al mismo tiempo, ha dinamitado al organismo internacional más importante del planeta, junto a los principios de no intervención, igualdad jurídica de los Estados y autodeterminación de los pueblos? Lo menos que debería hacer la cancillería boliviana, en las actuales circunstancias, es lanzar una enérgica advertencia en torno al incontenible armamentismo chileno.