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Latinoamérica

ENFOQUE ACADÉMICO:

ORÍGENES DEL EZLN. SUS DEMANDAS Y DIMENSIÓN SOCIAL DEL MOVIMIENTO

Por Eurídice González
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En diciembre de 1992, el gobierno de Carlos Salinas de Gortari firmó el Tratado de Libre Comercio con América del Norte y Canadá (TLC). Sería ratificado en 1993 y entró en vigor en enero de 1994; sin embargo, desde antes Salinas había puesto en marcha la privatización de la industria estatal: el 80% de las industrias mexicanas fueron vendidas a inversionistas privados por las que pagaron cerca de 21 billones de pesos.
La rebelión zapatista, bajo el liderazgo del Subcomandante Marcos, se inició el 1 de enero de 1994, aprovechando el detonante que representaba la incorporación de México al TLC. El EZLN afirmó su carácter de ejército, pero en función del cumplimiento de demandas sociales. La población indígena de la región se organizó en el Comité Clandestino Revolucionario Indígena ( CCRI) y se sumó a la lucha armada, de manera que el mando militar no sustituía ni subordinaba a la voluntad civil; fue declarado que aquella era sólo una manera de iniciar la lucha. Fue convocada la sociedad a organizarse contra la economía neoliberal y por el establecimiento de un gobierno del pueblo que concediese la autonomía indígena. De inmediato fueron ocupadas cuatro poblaciones del sur en el estado de Chiapas, demandando urgentemente la autonomía, la restitución de tierras, el establecimiento de un régimen democrático, así como la extensión de los servicios de salud y educación para toda la población indígena. Las demandas del campesino y el indígena mexicanos enarboladas por los zapatistas eran de carácter histórico, y estaban relacionadas con las luchas agrarias de la Revolución mexicana y las reivindicaciones étnicas. Las demandas de libertad, democracia y paz hicieron que el zapatismo trascendiera como movimiento social.
Del 1ro. al 10 de enero de 1994 el EZLN realizó una ofensiva que se prolongó hasta el decreto unilateral del cese al fuego del ejército mexicano el 31 del mismo mes. Este fue aceptado tácitamente por el EZLN - quien dio señales positivas al diálogo- por lo cual la Cámara de Diputados votó el Decreto de Amnistía. Aunque el territorio ocupado entonces fue recuperado rápidamente por las tropas del ejército, la situación creada sacudió a la sociedad mexicana y abrió una etapa de prolongados debates sobre las demandas formuladas por los zapatistas. Desde los años setenta el movimiento campesino y el indígena se incorporaron a un proceso de ideologización y organización muy profundos. Fueron reformuladas y reorientadas las luchas sociales, fundiéndose los rasgos étnicos y clasistas de las demandas. La particularidad chiapaneca consistía en la diversidad y contradicciones de las relaciones sociales, agudizadas aún más por la explotación del petróleo y las obras de modernización de la planta productiva en la región, lo cual le confiere una dimensión múltiple a la lucha en ese estado. Con frecuencia la acción estatal y de las organizaciones campesinas fomentaron los conflictos relacionados con el carácter arbitrario de algunas disposiciones oficiales. Ejemplo de ello es el decreto aprobado por el Presidente José López Portillo en 1982, según el cual se declaraba reserva ecológica una amplísima superficie que limitaba el cultivo de los campesinos con el pretexto de proteger el medioambiente, mientras se inauguraban en otra región algunos de los mayores pozos petroleros y se instalaba una nueva planta. Los campesinos se enfrentaban al grave problema de la inseguridad sobre la propiedad y posesión de la tierra, al punto que llegaron a luchar contra el gobierno federal, contra los finqueros, e incluso entre ellos mismos.
En los años setenta proliferaron las guerrillas de carácter agrarista y de autodefensa, desarticuladas de las organizaciones a escala continental donde las mismas tenían otras características. El EZLN apareció en el sureste mexicano en 1982, representado por seis hombres, tres blancos y tres indígenas, pero la rebelión no estalló hasta doce años después. Mientras el nivel institucional se encontraba enfrascado en la reforma neoliberal del Estado y trataba de aislar a la insurgencia chiapaneca, la dirección del EZLN se concentraba en consolidar su plataforma programática, teniendo en cuenta a los indígenas, parte significativa de la sociedad tradicionalmente excluida, y planteaba en la práctica un enfoque diferente de la reforma del Estado. Eran explícitos en develar que tal reforma no podía ser entendida como un simple acuerdo de los de arriba para refuncionalizar el control político sobre los de abajo. La fuerza del EZLN y del zapatismo como movimiento social radica en que propone un rediseño de la nación mexicana, por ello su emergencia marcó el inicio del re-análisis de la candente situación política y social del país en el contexto de la aplicación de políticas neoliberales. En particular, el EZLN reaccionó contra el intento gubernamental de modificar del Artículo 27 de la Constitución que es, de hecho, la liquidación del ejido, única propiedad de las comunidades indígenas que se había mantenido durante todo el siglo XX. La propuesta de cambio del Artículo 27 significaba la expropiación de las tierras de las comunidades campesinas mayoritariamente indígenas. Con este grave hecho el Estado mexicano, ahora en manos de las fracciones neoliberales de la burguesía local, consolidaba la política de privatización de sectores económicos tradicionales como la petroquímica, encomendada a PEMEX (Empresa de Petróleos Mexicanos), nacionalizada en 1938 durante el gobierno de Lázaro Cárdenas. El Artículo 27 de la Constitución de 1917, declaraba la protección de las tierras de la comunidad y representaba el único asidero vital de los campesinos indígenas. De ahí que el centro del conflicto se extendiera a la necesidad de defender la soberanía nacional mexicana.
El hecho mismo de autodenominarse zapatistas, en honor al líder revolucionario campesino mexicano, Emiliano Zapata, constituye un mensaje que vincula a todos los campesinos y a todos los mexicanos, al tener en cuenta el origen de la tradición y memoria históricas de ese sector, marginado durante siglos. En una palabra, los zapatistas se suman a la más popular de las luchas del indígena mexicano. Al mismo tiempo, proclaman una democracia con justicia, libertad de los individuos y de los pueblos. Exigen la democratización de todos los niveles del gobierno, la sociedad civil y el Estado. Se pronuncian contra el gobierno, el sistema de partido de Estado (ya en crisis) y contra la creciente transnacionalización del Estado. Esto último reviste suma importancia, pues define el punto de vista acerca de la cuestión nacional en el país y lo hace sobre la base de que en México existen diversas maneras de concebir a la nación. Si ello se analiza en términos de integración a la vida nacional, en el plano social, cultural y a partir de un enfoque clasista de la cuestión indígena y la cuestión campesina, el problema de la tierra aparece como un elemento importante de esa unidad en la complejísima historia mexicana.
En el artículo "La larga travesía del dolor a la esperanza", el Subcomandante Marcos realiza una caracterización de los varios niveles en que se expresa el panorama de la nación mexicana. En el México de la planta alta coloca a los 24 hombres más ricos del país, los pasillos de la modernidad; los clubes y empresas donde, (...) "cada vez es más difusa la bandera nacional".
En el México de enmedio ubica al Distrito Federal y sus "copias al carbón" en varias partes del país. Es caracterizado por la convivencia entre riqueza y pobreza extremas, afirma que allí se diluye el sentimiento de colectividad y "sobrevive creyendo que vive".
El México de abajo convive con el México de enmedio, pero "no comparte, disputa un espacio urbano y rural", pero con líneas internas de fronteras: fincas, haciendas y grandes empresas que le imponen un orden. Está formado por espacios urbanos y rurales, colonias en las ciudades, ejidos y comunidades campesinas, obreros, mineros, artesanos, amas de casa, etc.
El México del sótano es el nivel más bajo, se llega allí por una puerta pequeña, "bajando por la historia y subiendo por los índices de marginación". Así y todo "fue el primero". La modernidad ha significado para los zapatistas la antesala del neoliberalismo, en un análisis macro-histórico, ya que si la modernidad ha resultado para los indígenas el exterminio, el reparto injusto, la miseria; el neoliberalismo, por su parte, agudizó la pesadilla modernista.
Bibliografía La primera llamada del 94. Documentos del movimiento social en Chiapas. Delegación D II A1; Córdoba 45; Col. Roma; México, D.F.; 1994.
González Casanova, Pablo ( coordinador); México hoy; Siglo XXI; México; 1979.
Curzio, Leonardo; Los desafíos de México. En Joan del Alcázar y Nuria Tabanera ( coordinadores), Estudios y materiales para la historia de América Latina, 1955-1990; Tirant to Blanch; Universidad de Valencia; 1998.
Guerra Vilaboy, Sergio; Historia mínima de América; Edit. Félix Varela; la Habana; 2001.
RL/EGN