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Latinoamérica

9 de junio del 2003

Colombia: Editorial del Correo del Magdalena

Poderes emergentes

La estrategia del gobierno de Uribe está encaminada a implantar un régimen ultraderechista y autoritario, que recicle a "los señores de la guerra" que lo apoyan y recomponga el establecimiento, para legitimar los nuevos poderes emergentes, constituidos a la sombra del narcotráfico, la corrupción y la guerra sucia..
La comedia de "negociación" que adelanta con los narco-paramilitares Castaño, Mancuso y el Ñato Don Berna, la guerra de sometimiento que este clan le declaró a los otros paramilitares que se hicieron a un lado de "la negociación" porque desconfían de ellos y tienen sus propios intereses, y la propuesta de "beneficios generosos" a quienes habiendo cometido crímenes atroces estén participando en el "proceso de paz", son parte de la estrategia..
Estas iniciativas se complementan con otras anunciadas y una serie de reformas que se quedan en los enunciados y no abordan ni trascienden los verdaderos problemas del país, porque esos no son sus propósitos..
La reforma política publicitada como "agua milagrosa" para fortalecer la democracia y erradicar la corrupción y las suciedades en la política colombiana, es un sainete de mal gusto encaminado a engrasar mecanismos electorales y acuñar ventajas para los partidos del establecimiento, restringiendo la democracia en perjuicio de otras expresiones políticas como las de los movimientos sociales y las minorías..
El referendo, enmarañado en un mar de preguntas y anunciado como el salvavidas para sacar a flote los compromisos firmados con el FMI y allanar el camino hacia el ALCA, está pensado sobre todo para legitimar al gobierno de Uribe con una segunda votación que le "atornille" mejor, para continuar el proceso de la recomposición y ajuste de los poderes emergentes..
La "Seguridad Democrática" es el instrumento "reina" de esta estrategia macabra. Es infame porque a través de ella se clasifica quienes son los colombianos "buenos" para beneficiarlos y los "malos" para intimidarlos y eliminarlos como terroristas. En nombre de la seguridad se militariza la vida del país y se restringen los derechos ciudadanos, se "achica", aún más, la democracia y otorga poderes absolutos a la fuerza pública, saliendo fortalecida la tenebrosa estructura de guerra sucia que mueve sus hilos desde las esferas del Estado..
En unos pocos meses y a la sombra de este instrumento se incrementó sensiblemente la violación a los derechos humanos. Líderes sindicales, campesinos, defensores de derechos humanos siguen siendo asesinados, desaparecidos, desplazados e intimidados. Otros son encarcelados mediante perversos procesos con testigos falsos y "clonados" por la fiscalía, empecinada en inventar pruebas para acusar de terroristas a los luchadores sociales más destacados..
En cambio "los señores de la guerra" y de los capitales sucios que clasifican entre los "buenos", siguen impunemente copando la vida política, económica y social del país, asaltando instituciones del Estado sin que la fiscalía los vea y procese, porque ésta también les pertenece, al igual que el parlamento de "bolsillo" elegido en su mayoría por ellos y el gobierno, que desde hace rato lo tienen..
La recomposición de los poderes se viene dando de hecho, y en la mayoría de casos, por la vía de la fuerza y la corrupción, en un proceso que pasa de dos décadas. Algunos representantes del viejo poder se resisten al sentirse excluidos y debilitados en sus intereses, pero la mayoría se han sumado al reparto que está por instituirse..
Esa es la misión en que viene el presidente Uribe. Con ese propósito es que está atornillando un régimen permeable, de la mano del ministro Fernando Londoño Hoyos enriquecido a base de trampas y dineros sucios, y otros más en la sombra. Continúa además alistando la guerra con el pretexto de combatir el terrorismo, que es el mecanismo que han elegido para imponer los poderes emergentes y "blanquear" sus delitos..
Esto explica por qué dejó de ser prioridad, en la agenda del gobierno, la búsqueda de la solución política al conflicto. Ni siquiera el intercambio humanitario tiene cabida a pesar de las opiniones favorables de los cuatro expresidentes y de la mayoría del país..
Otras iniciativas encaminadas a buscar soluciones y viabilizar un nuevo contrato social, no tienen expresión en el gobierno y el establecimiento..
La solución política al conflicto es una reivindicación que hay que conquistar desde la unidad del pueblo y asumirla como propósito nacional, combinando diferentes formas de lucha y donde las masas jueguen un papel protagónico y converjan, sin sectarismos, revolucionarios, demócratas y progresistas, creyentes y no creyentes en torno a tareas de un programa mínimo de interés nacional..
Hoy la solución política implica reconocer que en el país hay nuevos poderes políticos, sociales, nacionales y regionales, de esencia popular, que no hacen parte ni están representados en el establecimiento. Estos poderes existen y hay que potenciarlos elevando el nivel de organización, de lucha, comprensión política y lealtad ideológica con los intereses de los explotados, oprimidos y excluidos del país y solidarios con los hermanos de otros países..
En consecuencia está a la orden del día y con prioridad, dar pasos unitarios, claros, con confianza en el poder de las masas, que tengan como norte la construcción del nuevo país que queremos, luchar con convicción y sin temores contra la intimidación, la represión y la guerra sucia del Estado neofascista y enarbolar las banderas democráticas..
El EJERCITO DE LIBERACIÓN NACIONAL (ELN) reafirma su voluntad de trabajar por la unidad y de servir a los intereses del pueblo, respetando las diferencias, manteniendo en alto el pensamiento del Comandante Camilo Torres Restrepo sobre la unidad "de la clase popular".