I Encuentro Hemisférico frente a la Militarización
Desmilitarización y justicia para las Américas
Irene León ALAI-AMLATINA, San Cristóbal de las Casas.
En  tiempos en los que la globalización neoliberal busca imponerse  por todos los medios, incluida la fuerza de las armas, en un  espacio que se extiende al mundo entero, colocando sus  recursos, la tierra y la poca biodiversidad que le queda, bajo  las leyes del mercado -que precisamente funcionan de modo  contrario al de la satisfacción de las necesidades humanas-,  unas 929 personas de 28 países se han dado cita en San  Cristóbal de las Casas (México), para expresar cientos de  argumentos sobre la urgencia de construir una paz con justicia. 
 En el I Encuentro Hemisférico frente a la Militarización, tanto  quienes han vivido los abusos militares en carne propia, como  la juventud que se organiza por la paz, las organizaciones  indígenas que abogan por sus pueblos, las mujeres que son  mayoría en el evento, los monitoreadores de los impactos de la  que fue Escuela de las Américas -la mayor fábrica de violadores  de los derechos humanos- y sus sucedáneas rebautizadas con  nuevos nombres, los/as intelectuales que reflexionan y analizan  las distintas dimensiones de la militarización, todos y todas,  coinciden en no permitir más que el gobierno de los Estados  Unidos haga de sus intereses internos, energéticos u otros, una  prioridad mundial que se impone a sangre y fuego. 
 Al unísono coinciden en que el tiempo de la colonización y sus  brutalidades deben ser parte de la historia, e insisten en que  el tiempo de ahora es el de alternativas para superar la era de  la globalización neoliberal, que produce exclusión y pobreza y,  además, distorsiona los recursos materiales y humanos poniendo  en riesgo el futuro del planeta. 
 Cientos de buenas razones, cifras, análisis y testimonios, han  puesto en evidencia que urge desmantelar públicamente el  pretexto de la lucha contra el "terrorismo" y por la  "democracia", usados por el país del norte para invadir,  sembrar el continente de bases militares y satélites, y  anteponer prioridades de muerte, como aquella del comercio de  armamento, ante aquellas de vida, tales como la erradicación de  la pobreza y la exclusión, la soberanía alimentaria, la salud,  la educación. 
 Como lo expresó la economista mexicana Ana Esther Ceceña, el  rubro presupuestario orientado a los gastos militares, a la  investigación científica y técnica con esos fines, a la  manipulación biotecnológica en procura el control de lo  viviente, expresa claramente el apego al militarismo -y por  ende al control autoritario-, de las prioridades de los Estados  Unidos de Norteamérica. 
 No obstante, ese país se ha autoproclamado como juez y guardián  de la humanidad que, desconociendo la soberanía de los países,  se atribuye el derecho a intervenir militarmente y sancionar a  los países que mantengan políticas propias, suplantando su  política externa a todo principio de derecho internacional. 
 Con explícitos intereses de imponer el neoliberalismo, ese  mismo país ha desatado una verdadera cruzada contra los países  y movimientos de liberación que se rigen bajo propuestas de  autodeterminación, señaló el embajador palestino Fawsi El  Mashni, como sucede en oriente medio. La invasión a Iraq, que  además de ser un crimen contra ese pueblo es uno contra la  humanidad, es una clara muestra de las motivaciones de control  económico y geopolítico que mueven al pretendido imperio. 
 La arremetida contra los países colocados en el llamado "eje  del mal" tiene más bien un claro perfil de guerra neocolonial,  que -con el pretexto de luchar contra el terrorismo, definido  como todo lo que contraría los principios neoliberales, ha  impuesto la ley del más fuerte, utilizando criterios  arbitrarios para legitimar las acciones bélicas de unos y  deslegitimar los propósitos libertarios de otros. 
 En las Américas, las ocupaciones e intervenciones económicas y  militares, los planes bélico-económicos se extienden desde  Puebla hasta la Patagonia y tienen el claro propósito de  mantener el dominio de las grandes corporaciones sobre los  recursos naturales, sin importar los intereses de los pueblos,  dijo María Luisa Mendonça, representante del Grito de los  Excluidos y excluidas. 
 Por estas y tantas otras razones de dignidad, aquí en el  Encuentro Hemisférico contra la Militarización, las prioridades  de lucha se colocan en torno a la defensa de los principios de  soberanía, cultura de paz y justicia económica y social, que se  proponen como ejes centrales para el delineamiento de todo  proyecto nacional e internacional. 
 Para compartir más ampliamente estas ideas, las y los  participantes se proponen a desarrollar distintas iniciativas  para reclamar pluralidad a los medios de comunicación, ahora  convertidos en instrumentos de propaganda bélica, y llamarlos a  difundir información diversificada, basada en fuentes múltiples  y dignas de fe. 
 Y, haciendo eco a los millones de personas que se han  movilizado contra la guerra en el mundo, se espera desplegar  una campaña internacional contra el militarismo, por el desarme  inmediato y la reorientación de los recursos multimillonarios  que se invierten en armas hacia las necesidades de los pueblos. 
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