Una triste efeméride vuelve a recordarnos ciertas cochinadas ejecutadas en América Latina por Estados Unidos (y por los esclavos morales de éstos en nuestros países): 14 años hace que los Marines ingresaron a Panamá y secuestraron a su presidente, Manuel Antonio Noriega. Realmente pocas diferencias existen entre éste y Saddam Hussein, por cierto: bastante "trabajaron" ambos a favor del Imperio antes de caer en desgracia y de convertirse en sus prisioneros; bastante resistieron ambos pueblos (panameño e iraquí), pero no en defensa de sus respectivos tiranos, como pudiera pensarse, sino en defensa de la hidalguía, el honor y la soberanía.
En el caso de Panamá, más doloroso para los hispanoamericanos porque se trata de sangre hermana, caribe y latina, ya sabemos que Noriega fue secuestrado, y secuestrado permanece. Que el presidente instalado en ese entonces por los norteamericanos (un Guillermo Endara que bien recordado será por todas las generaciones de panameños) perpetró una política vergonzante de monjil servilismo a favor de los invasores y de la más asqueante derecha panameña. Palabras y honores aparte merece la memoria del Chorrillo, el populoso barrio de la capital panameña que resultó reducido a escombros y a restos humanos por la aviación y el poderío yanqui; fue el pavoroso obsequio navideño de 1989 para un pueblo que ya bastantes privaciones cargaba encima.
Se celebra, en la misma fecha, el estreno oficial de la bandera nacional de los canaleños. Así que el 20 de diciembre carga encima una doble significación: para la memoria colectiva es la Panamá pujante que esgrime su símbolo patrio con orgullo, y la Panamá mancillada por una de las más feroces humillaciones político-militares del tiempo moderno.
Hoy 20 de diciembre, el editorial del diario "El Panamá América" (emblema comunicacional de la derecha panameña) rememora la invasión gringa y sus circunstancias. Dicho texto es un ejemplo rotundo, por repugnante, de cuán bajo puede caer el poder económico movido por su desprecio, no digamos del país, sino de su gente más pobre, más sufrida y más mancillada por siglos.
Sólo para verificar esos horrores, vale la pena echarle un ojo. Pueden leerlo en: