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Latinoamérica

23 de diciembre del 2003

Chile: El procesado por el asesinato de Charles Horman se reintegró a "Familia Aérea"

Pascale Bonnefoy
www.piensachile.com

El oficial de reserva de la Fuerza Aérea y agente de SIFA, Rafael González Verdugo, se reintegró a la "Familia Aérea" una semana antes de ser procesado como cómplice del homicidio del estadounidense Charles Horman, presentándose como exonerado político de la institución y participando de la ceremonia de la FACH en la Base Aérea de Quintero.

González pasó prácticamente desapercibido para la casi totalidad de los cerca de 160 oficiales y suboficiales que después del golpe militar fueron dados de baja de la Fuerza Aérea, encarcelados y torturados por sus propios camaradas de armas y enviados al exilio, y que el 2 de diciembre asistieron a la ceremonia organizada por la institución en Quintero. Salvo el comandante Ernesto Galaz, a quien González se había acercado en los últimos meses en un intento por sumarse al grupo de exonerados y recibir los beneficios que la FACH ahora les otorga, nadie lo conocía.

No es de sorprender. Ya antes del golpe militar, González se había colocado en el otro bando; pero además, en la época trabajaba para el Servicio de Inteligencia Militar (SIM), del Ejército, y no se pasaría al Servicio de Inteligencia de la Fuerza Aérea (SIFA) hasta abril de 1974.

La trayectoria de Rafael González ha sido ambigua, al menos según lo que se desprende de sus declaraciones ante el gobierno de Estados Unidos en la década del setenta, cuando se asiló en la Embajada de Italia en Santiago, asegurando a periodistas extranjeros que la orden de matar a Horman provino directamente del director del SIM en la época, el general Augusto Lutz, en presencia y con el visto bueno de un agente estadounidense que jamás identificó. [Quienes hayan visto l"Missing" de Costa Gavras, recordarán la escena fílmica. ]

Auto-definiéndose como un hombre políticamente "de centro", y a la vez fuertemente anit-comunista, en junio de 1976, González aseguró a dos periodistas estadounidenses de que estuvo en la oficina del general Lutz en el noveno piso del Ministerio de Defensa cuando éste dio la orden de eliminarlo porque "sabía demasiado". En la oficina, cuenta González, se encontraban presentes, además de Lutz, el subdirector del SIM, coronel Víctor Barría, y un hombre quien -estaba "firmemente convencido", era estadounidense, debido a su aspecto y vestimenta. Estuvo pocos minutos en la oficina de Lutz, dice González, mientras que en la antesala se encontraba sentado y vigilado por soldados el propio prisionero, Charles Horman. González asegura que no supo nada más de Horman hasta marzo de 1974, cuando -por orden del Ministro de Defensa Patricio Carvajal- acompañó al vicecónsul de Estados Unidos y reconocido agente de la CIA, James Anderson, al Cementerio General de Santiago a exhumar los restos del norteamericano para su repatriación.

Casi treinta años más tarde, González cambiaría su cuestionable versión sobre Horman, admitiendo ante el juez Jorge Zepeda, quien investiga el asesinato, que no sólo vio a Horman en la antesala de la oficina de Lutz, sino que él mismo lo interrogó un par de horas después de su arresto, el 17 de septiembre de 1973.

Desde al menos la segunda mitad de la década de los 1950, Rafael González, vinculado al SIM, venía trabajando "mucho con la inteligencia americana" en Santiago, infiltrando grupos comunistas y de extranjeros en Chile, según reconoció a funcionarios estadounidenses posteriormente. Incluso, en julio de 1976, el propio vicealmirante Carvajal diría a la Embajada de Estados Unidos que el día siguiente al golpe militar, cuando ya era Ministro de Defensa, González andaba "con una larga lista de comunistas y terroristas que debían ser detenidos".

En 1969, durante el gobierno del Presidente Eduardo Frei Montalva, fue enviado a trabajar como oficial de inteligencia en las oficinas de CORFO en Nueva York, permanenciendo en esas labores hasta fines de junio de 1973, cuando se aceleraban los preparativos del golpe militar. Fue el agregado militar de Chile en Washington, general Ernesto Baeza, quien le ordenó regresar a Chile, dice González. Una vez en Santiago, fue ubicado en el centro neurálgico de los golpistas: el Departamento II (Inteligencia) del Estado Mayor de la Defensa Nacional (EMDN), en ese entonces dirigido por el vicealmirante Carvajal.

El día del golpe militar, según cuenta González, Carvajal le ordenó ingresar a La Moneda tras la rendición de los últimos combatientes en el palacio presidencial, a "rescatar documentos".

González continuó en el Departamento II del EMDN -ya convertido en el centro operativo de la represión post-golpe ahora a mando del general de la FACH, Nicanor Díaz Estrada, trabajando coordinadamente con los servicios de contrainteligencia de las distintas instituciones armadas. En esa calidad, y por su experiencia e investigación de "subversivos" extranjeros, su dominio del inglés y sus contactos con la CIA, fue llamado a interrogar a Horman la tarde del 17 de septiembre en la oficina de Lutz. Según declaró González ante el juez Zepeda, lo que más interesaba a la inteligencia militar de Horman era la investigación que realizaba sobre el asesinato del comandante en jefe del Ejército, general René Schneider, en octubre de 1970.

El 15 de abril de 1974, Rafael González pasó a integrar el Servicio de Inteligencia de la Fuerza Aérea bajo el mando del comandante Edgar Ceballos Jones, pero fue dado de baja el 2 de septiembre de 1975, según él, "por denunciar graves irregularidades entre las cuales se encontraban involucrados como encubridores altos miembros del servicio y otros". En carta al general Augusto Pinochet en 1976, González relata haber denunciado un desfalco por US$40 millones en contra de la oficina de CORFO en Nueva York en 1970, contrabando de drogas en 1974, e irregularidades en la adjudicación de construcciones de la FACH a una empresa relacionada en 1975. En los tres casos estarían involucrados altos oficiales de la Fuerza Aérea.

González también dijo haber denunciado internamente, las arbitrariedades y torturas practicadas por la DINA en 1974, cuando el coronel de la FACH, coronel Mario Jahn Barrera, era subdirector del organismo represor y aún se libraba la lucha de poder entre la DINA y los distintos servicios de inteligencia de las Fuerzas Armadas, perdiendo éstas la pelea poco después.

González alegó ser objeto de persecución de parte de la DINA, y específicamente, acusó a Jahn Barrera de amenazarlo de muerte tras sus denuncias, como relató en una carta al presidente de la Comisión de Derechos Humanos de la OEA en 1976, en la que demostró tener íntimo conocimiento de las operaciones de la DINA.

A los pocos días de haber sido expulsado de la Fuerza Aérea, González buscó refugio en la Embajada de Italia junto a su esposa y pequeño hijo. Terminaría viajando fuera del país en 1977, tras presiones al régimen chileno de parte del Departamento de Estado de EE.UU. y del gobierno de Italia para que se le otorgara salvoconducto.

Rafael González Verdugo regresó a Chile a principio de los noventa, y se acogió a la Ley de Exonerados Políticos. Así quedó catalogado ante el Ministerio del Interior, y nunca más accedió a hablar del caso Horman, al menos no públicamente.

Al momento de cursar las invitaciones a la ceremonia en la Base Aérea de Quintero, la Comandancia en Jefe de la FACH estaba al tanto de los antecedentes de González, ya que éste había intentado un acercamiento con la institución en los últimos meses. Funcionarios de la FACh se comunicaron con el comandante Ernesto Galaz, quien coordinaba la actividad en Quintero de parte de los exonerados, y éste le entregó la información que poseía sobre el ex agente.

¿Cómo terminó Rafael González reintegrado a la "Familia Aérea", junto a sus torturados y exiliados camaradas? Galaz había eliminado el nombre de González de la lista de exonerados de la FACh, y le indicó a los oficiales a cargo de organizar la ceremonia que no se le incluyera. Sin embargo, el oficial de la Comandancia en Jefe que cursó las cerca de 200 invitaciones al evento, se equivocó, y no obstante, lo anotó entre los invitados.

Era una de las tantas cosas que temían los ex oficiales y suboficiales de la FACH en el exilio que se negaron a participar en el "reencuentro de la Familia Aérea", incluyendo el general Sergio Poblete: que se equiparara a quienes fueron encarcelados por cumplir con su deber de defender el orden constitucional, con los verdaderos "traidores a la Patria", con los golpistas y torturadores de su institución, aceptando igualmente en las filas de la FACH a procesados por violaciones a los derechos humanos, y sin siquiera efectuar un mea culpa institucional por las barbaridades cometidas.

Pero Rafael González llegó casi en el anonimato al Museo Aeronáutico en Cerrillos, que -irónicamente- fue dirigido hasta el año 2000 por su colega, el coronel Mario Jahn, para luego abordar el vuelo de la FACH a Quintero. Viajó en silencio junto a sus "ex camaradas", y la Ministra de Defensa, Michelle Bachelet, hija del general Alberto Bachelet, torturado hasta provocarle la muerte en marzo de 1974 por quienes serían los compinches de González en el SIFA pocas semanas después.

Como los otros, González recibió su TIFA, con la que se le abriría un mundo de beneficios reservados para los oficiales retirados de la FACH. Al fin se sentía un poco menos a la deriva, pudiendo cobijarse de ahora en adelante en la gran "Familia Aérea", como la denominó el comandante en jefe, general Osvaldo Sarabia.

La sensación de pertenencia le duró poco. Ocho días más tarde, el juez Zepeda lo procesó como cómplice de homicidio calificado, y lo mandó detenido en una unidad de la FACH. Pero su nueva familia no lo quiso, y reclamó. Al día siguiente, la Fuerza Aérea declaró que González Verdugo no era oficial de la institución al momento del asesinato de Horman, sino que se integró sólo en abril de 1974, y además, sólo permaneció en la FACH por un año y medio. No quería albergar ni alimentar a uno de sus nuevos hijos, y le pasó la pelota al Ejército. Fue el Ejército, para cuyo servicio de inteligencia González dedicó una buena parte de sus años de espía, que finalmente lo aceptó como detenido en una de sus unidades.

Un par de días después, González logró hacer una llamada desde su nuevo lugar de reclusión. El sábado, 13 de diciembre, sonó el teléfono en casa del comandante Galaz, pero su "nuevo hermano" no se encontraba en casa. Dejó recado que llamaría de nuevo al día siguiente, pero no lo hizo. Su "Familia Aérea" se había esfumado.

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