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Latinoamérica

Acuerdos de Paz,
Democracia, Elecciones y Militares

Antonio Martínez-Uribe *
RODELU

En El Salvador se están cumpliendo casi 12 años de la firma de los Acuerdos de Paz que pusieron fin al conflicto armado. Tales acuerdos fueron muy importantes para intentar iniciar un proceso democratizador. Uno de los acuerdos fue reconocer la vía electoral para acceder al poder por medios institucionales. Los militares, que en el pasado dominaban la vida política nacional y controlaban todos los cuerpos armados de seguridad militar, policial y los aparatos de inteligencia, pasaron a cumplir su oficio en los cuarteles quedando subordinados al poder civil electo democráticamente. Su misión constitucional sería la defensa de la soberanía nacional y el territorio. No menos importante, fue lograr la incorporación de la guerrilla a la vida pública convirtiéndose en partido político legal.
I
Desde entonces, hemos tenido cinco jornadas electorales. En 1994, para presidente, concejos municipales y diputados. Luego dos legislativas y dos municipales y una presidencial. El próximo año se celebrarían, en marzo del 2004, las presidenciales. El partido Alianza Republicana Nacionalista (ARENA), que representa intereses de los grandes empresarios y financieros, ha estado en el poder ejecutivo desde 1989.
Mientras tanto, la exguerrilla, el Partido Frente Farabundo Martí para la Liberación Nacional (FMLN), a pesar de sus luchas internas que ha significado el desmembramiento de algunos grupos, ha venido consolidando su fuerza electoral y política. En las elecciones del pasado marzo, logró convertirse en la primera fuerza política electoral del país. Igualmente pudo mantener gobiernos municipales muy codiciados por el partido ARENA, como son la capital del país, San Salvador, donde el frente gobierna desde 1997, así también como Santa Tecla y Soyapango. El FMLN gobierna otros centros urbanos de medular importancia. Tiene actualmente 31 diputados de 84, o sea el partido con el mayor número. De tal forma que a pesar de la aguda campaña anticomunista propagada por la derecha y los principales medios de comunicación del país, el Frente ha logrado hasta ahora salir triunfante. Dada la clara tendencia de que el FMLN gane las próximas presidenciales, la derecha está haciendo hasta lo indecible por detenerla.
II
En el pasado, los militares dominaban el escenario político nacional, puede entonces afirmarse que no necesitaban participar en política porque ellos la dominaban. A lo largo de una azarosa historia nacional en la que ellos establecieron una dictadura militar de derecha, en 1932, y una vida de golpes y contragolpes, en los años sesentas fundaron su partido político para responder a la necesidad de presentar una fachada democrática para el país. Es decir, ellos "institucionalizaron" su partido para utilizarlo como instrumento en los eventos electorales. Este partido fue el PCN. Claro está: tales eventos electorales eran fraudulentos, al final el resultado era que un militar era electo Presidente de la República junto con una Asamblea Legislativa y una Corte Suprema de Justicia sumisas al poder militar oligárquico. Precisamente esta situación, que anulaba la posibilidad de que existieran en el país libertades políticas y respeto a los derechos humanos, fue la que justificó, en buena parte, el desencadenamiento de la guerra civil en los años ochentas.
El mapa de partidos en contienda se reduce actualmente a cuatros formaciones. ARENA y el FMLN, las dos fuerzas mayoritarias, luego una coalición formada por el Partido Demócrata Cristiano y el Centro Democrático Unido (que en otros términos expresa diferentes agrupamientos demócratas cristianos) y, una tercera el PCN que sigue teniendo fuertes vínculos con militares.
III
Convocados a esta nueva jornada electoral del 2004, se observa con inquietud el escenario del país el cual después de una guerra e iniciado el proceso de paz que, supuestamente, conduciría a un proceso democratizador por medio del cual se afianzarían las libertades políticas, se mejoraría notablemente el cuadro de vida de la población y se fortalecería de manera sustantiva la institucionalidad de un Estado de Derecho.
Quizás el indicador más importante de cómo no hemos fortalecido la institucionalidad es la persistencia de problemas sociales irresueltos, como el de la pobreza. Los círculos oficiales afirman que ésta se ha reducido, sin embargo no parece ser así. Y, si existiera algún nivel de disminución, este no sería resultado de políticas sociales del gobierno sino que gracias a las remesas que la comunidad salvadoreña viviendo en el exterior envían a sus familias y que alcanzan un aproximado de los dos mil millones de dólares norteamericanos cada año. Esta cifra es casi el equivalente del presupuesto nacional anual de El Salvador y es mayor que el valor de las exportaciones del país en el mismo período.
Pero otro indicador que también puede ser revelador de la crisis en la que El Salvador se encuentra, es el renovado protagonismo otorgado a las instituciones armadas de cara a la conflictividad social. Los Acuerdos de Paz establecieron que los militares no deberían involucrarse en funciones de seguridad pública salvo en excepcionales situaciones de emergencia. Sin embargo desde 1994, el entonces presidente Armando Calderón Sol, ordenó a los militares realizar patrullajes conjuntos con la Policía Nacional Civil (PNC). Desde entonces se mantienen esos operativos y la actual administración de Francisco Flores Pérez, no ha hecho sino que incrementarlos significativamente. El actual presidente del país ha hecho, en el transcurso del último año, al menos tres cosas que no deben pasar desapercibidas al momento de analizar el estado de la democracia en el paisito: La aprobación de una Ley de Defensa Nacional, que retoma viejas concepciones de seguridad nacional y que supuestamente habían sido superadas con la firma de los Acuerdos de Paz y la aprobación de una Ley Anti Maras, que ha sido claramente repudiada por amplios sectores académicos, sociales y del sector justicia. Y además, el envío de militares a Irak, como parte de la fuerza de ocupación comandada por USA, hecho que también ha sido censurado incluso por sectores importantes de la fuerza armada.




Parece, entonces, que la fuerza está retomando el control de áreas importantes del Estado, una de ellas: el mando de la Policía. El nuevo Director de la PNC proviene de las filas militares. Y así podría seguirse escarbando sobre este fenómeno y corroborarlo. Algo que salta a la vista es como los militares en retiro buscan alineamiento dentro y fuera de los partidos. El PCN, por excelencia nació y sigue siendo, criatura de los militares aunque lo insólito, hoy, es que ya no es el único partido que los representa. Tenemos militares agrupados con ARENA (lo cual parece muy lógico), con el CDU y el PDC. Pero aun más notable es que ahora también existe un importante agrupamiento de militares con el FMLN. Esto indicaría, por una parte, la existencia de diferentes preferencias al interior de la institución militar y por otra, la trifulca, en la que participan tanto derechas, "centros" como izquierdas, por las instituciones armadas para poder gobernar. Pero, esto no nos lleva a consolidar proceso democrático alguno.
20 de Octubre de 2003
Antonio Martínez-Uribe
Sociólogo y politólogo
amaru@es.com.sv