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Latinoamérica

¿Qué hubiera pasado si gana la izquierda recalcitrante?

Carlos Lozano Guillén

El gran dilema para esta seudodemocracia colombiana se puede resumir en la siguiente pregunta:

¿Qué habría pasado si los candidatos favorecidos en las pasadas elecciones hubieran sido los de la "izquierda recalcitrante", mote endilgado por la "gran prensa", la ultraderecha, la derecha y hasta la centroizquierda a la izquierda, que en ese variopinto de los matices que la caracterizan, propugna por transformaciones de fondo en la vida nacional y no sólo por el maquillaje cosmético para remozar el statu quo?

¿Se le permitiría gobernar?

¿Se hubiera aplicado la sentencia (denunciada por Camilo Torres Restrepo) que "el que escruta elige"?

¿Tal vez el exterminio del ganador?

En Chile, en 1973, fue cortado de manera abrupta el proceso de cambios por la vía democrática de Salvador Allende; como 20 años atrás, también la CIA y los militares, lo habían impedido en Guatemala en el gobierno legítimo y constitucional de Jacobo Arbenz. No son hechos del pasado, como suelen decir los ideólogos de la nueva derecha (algunos de ellos antiguos militantes de la "izquierda recalcitrante"), porque en la actualidad la conspiración está en Venezuela bolivariana, donde los empresarios, la CIA y los gobiernos progringos del continente, promueven la desestabilización y la fractura constitucional contra el gobierno de Hugo Chávez.
La "vía democrática o constitucional" sembró dudas en la izquierda por el golpismo de la ultraderecha y la violencia de la oligarquía, patrocinada por el Tío Sam. Y en estos casos, la centroizquierda, para salvar el pellejo, terminó aceptando a los golpistas. En Colombia, por ejemplo, aceptó la dictadura de Ospina Pérez después del asesinato de Gaitán, el golpe militar de Rojas Pinilla y el Frente Nacional, para solo citar tres casos, aunque se podría mencionar también la desmembración de Panamá, hace cien años, por decisión de los yanquis.
La centroizquierda es útil en la lucha por la democracia y la justicia social. Y ello es importante, porque la aproxima a la izquierda y a un proyecto de unidad popular. Pero en muchos casos, aquella es pusilánime frente a la lucha por los cambios de fondo y asustadiza en la contradicción con la oligarquía y en la lucha de clases. En su punto de gravedad se acerca a la derecha, uniéndose al anticomunismo y al lenguaje descalificador, en el caso colombiano con el cuento del mamertismo, como si esa expresión peyorativa tuviera alguna vigencia, porque los que más suelen utilizarla le sacaron hace mucho tiempo el cuerpo a la lucha revolucionaria.
fuente: diario Voz