A ROMPER LA PASIVIDAD Y EL MIEDO FRENTE AL GOBIERNO ILEGITIMO
Editorial del Correo de Magdalena
La humillante derrota sufrida por Álvaro Uribe Vélez el sábado 25 de octubre con el hundimiento del referendo, sumada al castigo recibido por los candidatos del UNANIMISMO uribista el siguiente domingo en todo el país, refleja el rechazo categórico a la política neoliberal, guerrerista y autoritaria del Presidente, así como la búsqueda de nuevas alternativas democráticas y esperanzadoras para el futuro.
El ciclón no fue cualquier cosa. El gobierno, el establecimiento, la gran prensa y la embajada norteamericana se jugaron todo para conseguir la aprobación del referendo con una votación que se aproximara a los 15 millones de votos. Sobre este presupuesto y resultado trabajaron los halcones criollos.
Dinero a montones, medios sin límite, la maquinaria oficialista sin medida ni escrúpulo y la embajada gringa se pusieron a disposición del referendo.
Igualmente la politiquería perversa, comprando votos con gabelas e intimidando con los fusiles paramilitares a su favor, en varias regiones.
Convertido el referendo en voto plebiscitario a favor del Presidente, éste se la jugó con fuerza y destreza de "culebrero paisa". De sitio en sitio, de hora en hora en la TV y sin descanso, se apropió de espacios vendiendo ilusiones, amenazando con plagas apocalípticas y llamando terroristas a los abstencionistas.
Ganar el plebiscito se volvió fundamental para los sueños de Uribe, para el país que disfruta el establecimiento y el virreinato con que delira el imperio. Fue concebido como la palanca del empujón definitivo al proyecto neoliberal y dictatorial que se enmascara bajo la lucha contra la corrupción, la politiquería y el terrorismo; como la plataforma de lanzamiento a la reelección del Presidente y la legitimación de su mandato.
Conseguir 15 millones de votos fue su sueño de "lecherita".
Pero se rompió el cántaro, se aguó la fiesta y se hundió el plebiscito. Al "culebrero" se le escurrieron los millones de votos, los medios no fueron escuchados y se les fue la credibilidad al piso. La cacería de brujas, los grilletes y las motosierras de los Torquemada de hoy en vez de intimidar, agruparon la resistencia en la orilla abstencionista y en otras alternativas democráticas e independientes.
De las 25.069.773 personas habilitadas para votar, lo hicieron 6.256.777, repartidas entre quienes lo hicieron a favor y en contra de las propuestas de Uribe. Esto representa el 24.96% del censo electoral, faltando un 2% de mesas por escrutar. Con esta cifra insuficiente perdió el referendo y ganó la abstención activa con cerca del 75% del electorado, si es que el fraude no modifica los resultados.
Del 24.96% de ciudadanos que votaron, casi una tercera parte lo hicieron en contra de los puntos del referendo, reduciéndose considerablemente el número de votantes que apoyaron la política del gobierno el 25 de octubre del 2003.
Si comparamos esta cifra con los votos que eligieron al Presidente el 26 de mayo del 2002, el 24.8% del censo electoral de ese entonces, se evidencia el declive de su popularidad por debajo del 20%., que sería el respaldo real.
Este capital político lo deja sin apoyo popular real y su gobierno con la legitimidad cuestionada. El 70% y más que suelen registrar las encuestas, pertenece al mundo virtual que manipulan los medios y a los globos inflados para engañar la opinión nacional e internacional.
Una prueba más se suma a la impopularidad y rechazo a la política de Uribe, es la derrota sufrida por los candidatos del UNANIMISMO a los gobiernos y corporaciones regionales y locales, el 26 de octubre en todo el país.
Perdieron las principales gobernaciones y alcaldías de las ciudades capitales como Bogotá, Cali, Medellín, Barranquilla, Cartagena, Bucaramanga, Barrancabermeja y otras más. Ganó, y hay que reclamar el triunfo arrollador, la oposición a la política neoliberal, a los planes guerreristas, al servilismo del imperio y al autoritarismo.
El ELN saluda esta nueva expresión política de importantes sectores populares y democráticos. Sin duda es un primer paso, pero ejemplar, en el camino para el futuro de Colombia. Este triunfo electoral de los sectores populares y democráticos es el fruto del esfuerzo unitario y convergente entre los sectores afines, lo que reafirma el pensamiento camilista de que solo con la unidad construiremos nueva sociedad.
El triunfo en varias administraciones regionales y locales interpreta el sentimiento nacional por la paz con justicia social y la democracia y constituye una base importante para proyectar los diálogos regionales que el ELN ha venido planteando, desde donde se asuma el respeto por los derechos humanos, el desarrollo comunitario y solución al problema de los desplazados y su retorno.
Igualmente importante para el futuro del país, y hay que resaltarlo, es el interés despertado y la dinámica asumida por distintos sectores sociales y políticos agrupados en la campaña "abstención activa" en contra del referendo. Si bien es una respuesta coyuntural, deben hacerse los esfuerzos necesarios para darle continuidad en un frente de alianzas amplias y respetuosas, en torno a un programa concreto y alternativo al proyecto de Uribe y sus halcones criollos.
Es de esperar la respuesta de los perdedores: los intentos por imponer el referendo por otros medios ilegítimos, desconociendo la voluntad popular. El plan B de que hablan ya está cocinado y en las próximas semanas lo estarán discutiendo con Powell, el FMI y con la pasarela de funcionarios gringos en fila.
Es una vergüenza imperdonable que las mayorías nos dejemos imponer el proyecto que encarna Uribe con su capital político minoritario.
Vencer la pasividad política, enfrentar el miedo y ganar confianza en las masas organizadas, es fundamental para derrotar aquel proyecto desde la unidad del pueblo, como nos lo enseñó el Comandante Camilo Torres Restrepo