Bolivia: El gobierno de Mesa muestra su verdadera cara
Sólo un gobierno obrero y campesino con un programa socialista puede servir al pueblo
Miguel Campos
El Militante
Este gobierno no se diferencia en nada del gobierno de Gonzalo Sánchez de Lozada.
Carlos Mesa no supo recibir el mensaje de la rebelión indígena de El Alto contra la venta del gas"(…)"Los alteños lo único que logramos fue expulsar a un "gringo" (Sánchez de Lozada) que estaba bañado con la sangre del pueblo (...) Ahora los alteños nos arrepentimos (de la tregua) porque lo mejor hubiera sido continuar con esa medida (la rebelión popular) hasta que se abrogue las Leyes de Hidrocarburos, de Seguridad Ciudadana, el Decreto Supremo 21060 (que da vía libre al neoliberalismo) y se cese con el negocio del ALCA (Área de Libre Comercio de las Américas)"
"(…)Ha retornado el "cabreo" contra el gobierno. Nos hemos equivocado, los actuales ministros y el entorno del gobierno continúan con la posición de exportar el gas por Chile (...) Me estoy reuniendo con varios sectores, entre ellos universidades, para preparar una futura rebelión, ahora no sólo contra Carlos Mesa, sino contra (los neoliberales y derechistas) Jaime Paz (el jefe del Movimiento de la Izquierda Revolucionaria, MIR), Manfred Reyes Villa (el jefe de la Nueva Fuerza Republicana, NFR), Jhonny Fernández (el jefe de la Unidad Cívica Solidaridad, UCS) y contra Acción Democrática Nacionalista (ADN, el partido del ex dictador Hugo Banzer).
"(…)Hasta ahora no hay justicia para las personas que murieron y resultaron heridas por la masacre de octubre. Hay heridos que no tienen dinero para comprar medicamentos, por eso, están recurriendo a remedios caseros para sanar sus malestares (...) Los heridos continúan llorando, abandonados a su suerte. Por eso se ha terminado la paciencia, por eso se han declarado en huelga de hambre los familiares" (Econoticiasbolivia.com, noviembre 12, 2003). Estas palabras de uno de los líderes de la insurrección boliviana de octubre, Roberto de La Cruz dirigente de la Central Obrera Regional de El Alto, el epicentro del movimiento revolucionario de los trabajadores bolivianos, resumen de manera bastante elocuente lo que está suponiendo el gobierno burgués de Carlos Mesa y las conclusiones que están sacando ya sobre él sectores de las masas y una buena parte de la vanguardia revolucionaria.
Mesa incumple todas sus promesas
El 24 de octubre en el artículo "Bolivia: La clave de la revolución andina" nuestros camaradas Jorge Martín y Alan Woods afirmaban: "Por ahora la burguesía boliviana se ha visto obligada a retirarse y abandonar la represión en favor de las maniobras e intrigas. A pesar de este cambio cosmético, no existe diferencia real entre Mesa y Lozada. Es similar a una retirada táctica en la guerra. Como la primera línea de defensa ha sido barrida a un lado por las masas, Mesa ha tenido que retirarse a la segunda línea de defensa, dirigirse a las masas y prometer —sobre todo prometer todo y nada— el sol, la luna y las estrellas, con una condición: que las masas abandonen las calles y regresen a casa, que se restaure la "normalidad", que vuelvan a reinar la "ley y el orden". Cuando el movimiento haya amainado, entonces la oligarquía podrá pasar a la ofensiva y dar marcha atrás en todas las concesiones.
"Este mensaje, sin embargo, no va a ser fácilmente aceptado por las masas, que han despertado a la acción y han tenido la ocasión de ver el poder que reside en las manos de la clase obrera cuando ésta se moviliza y une. Los mineros han visto el poder de la dinamita. Pero mucho más poderosa que el poder de la dinamita es la unidad de la clase obrera. Por lo tanto, a Mesa no le queda otra alternativa que montarse sobre el tigre. Desgraciadamente, como dice un viejo proverbio indio: un hombre montado sobre un tigre tiene muchas dificultades para desmontarlo. Los trabajadores y campesinos no se van a contentar tan fácilmente con palabras y promesas bien sonantes. ¡Ya han tenido suficiente de esto! Ahora quieren resultados concretos" (