¿Por el continuismo? o ¿por el cambio?
Mesa Gisbert debe eligir el camino
Escribe Jaime Padilla
El presidente boliviano Carlos Mesa Gisbert, no ha conseguido todavía - desde el 17 de octubre pasado- hechar ha andar la nave del Estado, y también sabe muy bien que le apremia el tiempo otorgado por los diversos sectores que aprobaron su mandato. Menos aún hasta ahora ha tomado una definición porqué camino conducirá dicha nave, si la distinción derecha - izquierda, se aplica en este caso como ordenador de las corrientes políticas del mundo actual.
El campesinado del altiplano liderado por Felipe Quispe, los cocaleros de Evo Morales, demás organizaciones sindicales y cívicas; de las ciudades de Paz, El Alto, Oruro y Cochabamba, forzaron la renuncia de Gonzalo Sánchez de Lozada, posibilitando a su vez la designación de Carlos Mesa Gisbert a la presidencia para que sus demandas sean resueltas con prontitud.
Si Mesa Gisbert lanzara en estos días una sola medida de alcance popular, bastaría para que el pueblo confie en sus promesas. Pero todo parece indicar que el primer mandatario prefiere "tantear" primeramente el terreno por el cual su gobierno se encaminará. En eso del reconocimiento de terreno, por ahora va bien, porque ya logró la simpatía internacional.
"La comunidad internacional tiene miedo de que, en un contexto social tan explosivo, no podamos resolver los problemas y en un tiempo corto estemos rodeados de presiones que se hagan insostenibles para todos", dijo el Jefe de Estado el 31 de octubre en el discurso de agradecimiento al saludo protocolario del cuerpo diplomático acreditado en Bolivia. Prometió del mismo modo "claridad" en la información previa a la consulta sobre el gas y "coherencia" en el diseño de la Asamblea Constituyente que será convocada en un "tiempo razonable".
En respuesta, la Unión Europea anunció de manera simultánea agilizar sus programas de cooperación con el país. Y Brasil -por su influencia geopolítica en el Cono Sur- también a mostrado su interés en lograr un mayor acercamiento con el pueblo boliviano. Este último requerimiento quizás asusta más al presidente Mesa Gisbert, cuando el presidente Lula, junto a Hugo Chávez de Venezuela y Fidel Castro de Cuba, buscan con vigor la consolidación de una plataforma de lucha para quebrar ese poder opresivo del imperialismo yanqui, madre de todos los problemas sociales y las injusticias existentes en todos los países de América Latina.
Por todo ello la resistencia popular seguirá escribiendo las páginas de la historia, mientras sus gobernantes continuen con la aplicación errada de políticas de entreguismo.
No es extraño afirmar que Estados Unidos utiliza continuamente métodos maquiavélicos para intimidar a los pueblos que buscan romper con sus lazos de dependencia. Recientemente la llamada Agencia de Inteligencia Corporativa Stratfor de Estados Unidos (www.stratfor.com), en un informe sobre la inestabilidad política boliviana, advierte de los riesgos que se ciernen en Perú y Brasil, por sus alarmantes niveles de pobreza, factor gravitante para una eclosión social.
"Si el sucesor de Sánchez de Lozada no logra contener las protestas que amenazan con surgir a partir de enero, cuando el presidente tenga que cumplir sus promesas, la comunidad internacional no descarta una "intervención", según Stratfor". ¿Qué clase de intervención?
Por eso es tan necesario hoy, más que nunca, fortalecer en el Cono Sur un frente que permita recuperar a los pueblos su soberanía y dignidad. Conducidos por estos mismos principios el pueblo boliviano desde septiembre último está en las calles y hechando mano a los instrumentos naturales de la democracia sentó a Mesa Gisbert en la silla presidencial.
La cautela con la que hasta ahora actua el mandatario boliviano, al no definirse politicamente, creemos que deja expedito el camino a la conspiración derechista, con los favores de la administración Bush, para reclutar a Mesa Gisbert, como otro servil aliado a sus interes.
Un botón basta de muestra dice el refrán. El ex presidente boliviano Jorge Quiroga, cuya efímera gestión, después de la muerte de su jefe Hugo Banzer Suarez, culminó sin pena ni gloria, se muestra hoy en día como el señalero de la democracia boliviana al formular declaraciones, primero de apoyo al nuevo gobierno, segundo como testaferro de las transnacionales al hablar de la exportación del gas a los mercados de Estados Unidos y México. Su reaparición -no puede interpretarse de otra manera- constituye la nueva carta política de Estados Unidos, al proyecto nacional del Movimiento Al Socialismo (MAS), del líder cocalero Evo Morales, que alcanzara el 20% de la preferencia electoral en 2002.
Ahora el depositario de las esperanzas del pueblo; es el periodista Carlos Mesa Gisbert, que sin contar con un partido político, pero confeso admirador del cuatro veces presidente de Bolivia, Víctor Paz Estenssoro, llegó a la Vicepresidencia de la República como compañero de fórmula de Gonzalo Sánchez de Lozada.
Es tiempo también de recordarle ahora al presidente, que debe sincerarse a través de una explicación al país: por ¿el continuismo o por el cambio?
En el momento en que Mesa Gisbert se presentó inesperadamente en medio de una coincentración campesina a dos días de asumir la presidencia, dio la impresión que este, era un hombre de izquierda. El pueblo por segunda vez en 20 años se alegra y acumulaba nuevas esperanzas por un cambio. En octubre -fue la primera vez- de 1982 cuando el doctor Hernán Silez Zuazo, apoteósicamente recuperaba la democracia boliviana, en la histórica plaza de San Francisco, de la ciudad de La Paz, después de efímeros regímenes militares que se turnaron por gobernar el país desde julio de 1980.
Puede aquí resultar muy oportuno, para una valoración conceptual, repasar un trozo de un comentario que Mesa Gisbert escribió con relación a los problemas nacionales, en "Columna Vertebral", publicada en cuatro principales diarios del país, el 29 de Abril de 2001, con el siguiente título: ¿Camino sin retorno? ¿Hacia dónde?, (un año después habría él de estar en campaña electoral junto a Sánchez de Lozada).
"Los cantos de sirena de los salvadores al estilo Fujimori y Chávez hoy no gozan de mucha credibilidad, las recetas trasnochadas y probadas en su costo de sangre y de ineficiencia (léase socialismo-comunismo o estatismo) son referencias útiles a la hora de rescatar principios, pero no a la hora de rescatar resultados. La retaóla de flexibilizar el modelo, no es capaz de atraer a nadie, porque la flexibilización que en Bolivia ya se ha hecho y con mucho ingenio y sentido de solidaridad, no ha logrado resolver la esencia de los problemas de nuestra sociedad". Tales conceptos desalientan las expectativas que podría generar el viaje próximo del presidente periodista a Brasil.
Luego de esta lectura, creo que ya no es necesario esperar su definición. Cuando él quiera pronunciarse, quizá llegue demasiado tarde al pueblo.
Ojalá en mis apreciaciones me equivoque y Carlos Mesa Gisbert no siga con su pensamiento pseudoprogresista enchufado, sino que convierta a Bolivia en triunfante pueblo, defensor de la democracia latinoamericana.