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Latinoamérica

17 de octubre del 2003

Ecuador: Gutiérrez, el impávido

Alejandro Moreano
Quincenario Tintají / Quito
He dejado de escribir en algunos números de Tintají por una suerte de pereza que me produce la vacuidad de la escena política. Para cobrar aliento decidí releer algunos textos sobre Bucaram. ¡Ah aquella época tan aciaga pero tan divertida!.

Las políticas de Bucaram y Gutiérrez son muy parecidas: sometimiento al FMI, paquetes de ajuste, dolarización y convertibilidad, pretensión de dividir al movimiento indio y golpear a los sindicatos públicos... ¿Dónde está la diferencia?

Bucaram era una matraca, un show ambulante. En su continuo alejarse de Carondelet, llevó el Palacio de Gobierno a los hoteles, los casinos, los cabarets. Y a la plaza pública: Bucaram -charlatán de feria y animador de espectáculos - utilizaba recursos de la cultura carnavalesca para distraer, en su doble sentido, al pueblo.

Uno de los rasgos peculiares de Bucaram era la enorme movilidad de su rostro y su voz. Un escritor ecuatoriano poco conocido, Mentor Mera, en el más puro estilo de Anatole France, escribió, por los años 60, "Crónica de Babasburgo", un delicioso artículo que imaginaba una gigantesca lengua -la de Velasco Ibarra- que cubría todo el territorio ecuatoriano y cuyos ritmos discursivos marcaban la vida, pasión y muerte de sus habitantes. La lengua de Bucaram, tan descomunal como aquella, era asimismo infatigable pero más versátil, podía recorrer todas las emociones humanas: desde la alegría más intensa al dolor más profundo o a la ira más diabólica en un santiamén o pasar sin solución de continuidad de uno de los extremos al otro. Su rostro era también capaz de un cambio de registros similar y saltar de la carcajada al gesto de furia en un periquete. Me preguntaba entonces; "¿Versatilidad que le permite atravesar las emociones y expresiones humanas a una velocidad subliminal que el ojo humano no puede registrar? ¿O una rara gama emocional en la cual la furia y la risa son idénticas?."

La lengua de Gutiérrez, en cambio, adolece cada vez más de afasia y monorritmia: chaupi lengua de sonido monocorde. Asepsia emocional, esa voz no contiene sentimiento alguno; parece el recitado de escolar que suelta de un solo tirón la lección aprendida de memoria.

Y el rostro cada vez más impávido. Ninguna emoción, ninguna expresión de inteligencia o vida, Gutiérrez ha encontrado en las gafas negras el toque final de su insensibilidad. Los indios o los chinos suelten mostrar un rostro imperturbable, pero allí hay una acumulación milenaria de naturaleza y de historia. La impavidez de Gutiérrez, en cambio, reforzada por las gafas oscuras, se asemeja a la del investigador policial o asesino profesional que ha liquidado las pasiones humanas; una suerte de robot que cumple fielmente sus contratos. ¿Qué contrato cumple Gutiérrez?.

Las imágenes frente al Imperio muestran el tono diferencial entre Bucaram y Gutiérrez. A los pocos días de llegar a Palacio, Bucaram y su equipo jugaron un partido de basquet con el Embajador yanqui. Bucaram, plazuela y "alegón", hizo trampa y ganó el partido. El embajador le dejó ganar porque era una buena imagen para tejer una cortina de humo sobre el hecho de que en las relaciones políticas y económicas ellos son los "alegones".

En estos días, la TV mostró escenas previas a la reunión de Gutiérrez con la Sra. Embajadora de los Estados Unidos. El rostro impávido no dejaba escapar ninguna expresión. Luego mantuvo con la Sra. Embajadora una larga reunión a puerta cerrada, similar a la que sostuvo con Alvaro Uribe. Entendemos entonces donde aprende las lecciones que luego repite -y ejecuta- de un solo tirón.

Las denuncias de Mauricio Gándara sobre que se estaría entregando el control de algunos de nuestros puntos fronterizos al ejército colombiano son muy alarmantes. ¿Esa es solo la punta del iceberg de las conversaciones a puerta cerrada?.