En la noche de El Alto nadie duerme
LA RESISTENCIA POPULAR SE CONVIERTE EN VIGILIA EXPECTANTE, CON LA DECISIÓN DE LUCHAR HASTA LA ULTIMA GOTA DE SANGRE HASTA QUE CAIGA EL GRINGO
María Liendo y Juan Bustos, corresponsales de "Resumen Latinoamericano"
No es fácil contener la bronca y la impotencia en estos dias del octubre
negro boliviano. Como tampoco es sencillo ejercer la profesión periodística
sin que la represión no se ensañe con quienes intentan contar
la verdad. El caso de la cadena Erbol y de Radio Pio XII son elocuentes (amenazas,
voladura de la entena de transmisión y presiones constantes por parte
de la policía a sus cronistas).
Por otra parte, en la madrugada la población de El Alto demostró
la fuerza de esta resistencia heroica que está haciendo el pueblo boliviano.
En una vigilia constante alrededor de fogatas improvisadas en cada una de las
calles, hombres, mujeres y niños se comunicaban y se daban aliento, a
la espera de los anuncios de una nueva represion militar. Muchos de ellos, mostraban
su tristeza por los familiares y amigos caídos en estos días,
pero a la vez planteaban que, como dijo uno de los compañeros: "aquí
no hay retorno, estamos todos juntos para decirle a este gringo de mierda (Sanchez
de Lozada) que no vamos a perdonar ni olvidar lo que nos han hecho los milicos".
Y agregaba: "Cada mártir se lo vamos a cobrar caro".
A las 22.45 varios jóvenes -con los que nos hemos estado moviendo estos
días- nos conectaron en una de las esquinas de El Alto para advertirnos
del ingreso de tropas militares a la zona de Río Seco, en la ciudad de
El Alto.
Un pánico generalizado invadió a los vecinos ante el temor de
que se repita lo que les ocurrió a los vecinos de Villa Adela, donde
se allanaron varias viviendas, se detuvo a varias personas y se golpeó
a otras, con una prepotencia digna de la milicada de una dictadura.
Las primeras denuncias se escucharon en la radio Erbol y en el canal de televisión
24, que a través de generador de caracteres informó de los allanamientos
en busca de armas y, presuntamente, de dirigentes sindicales.
Las personas que llamaban a radio Erbol expresaban su temor ante la incertidumbre
de los posibles ataques. El padre Wilson Soria, párroco de Villa Ingenio,
informó que se vivieron momentos de angustia y temor que obligaron a
los vecinos a correr para refugiarse en sus hogares, mientras las alarmas se
hacían escuchar para alertar a las personas. Según el sacerdote
y la denuncia emitida por radio Erbol, la zona de Villa Adela fue invadida por
militares que forzaron el ingreso a las viviendas en busca de armas y dirigentes.
El padre Félix Choque, párroco de Tahuantinsuyo, informó
que hasta las 23.30 no se vivió ningún enfrentamiento. Sin embargo,
aseguró que los vecinos se encontraban aterrorizados y en estado de alerta.
La mayoría de los habitantes de la zona, según informó
el clérigo, ingresaron a sus hogares, pero otro número de personas
se encontraba en las calles haciendo fogatas y lanzando petardos para comunicarse.
Los dirigentes de cada zona salieron inmediatamente a las calles, a golpear
las puertas de cada casa, pidiendo a los vecinos que salgan para proteger sus
barrios y enfrentar a las fuerzas del Ejército en caso de que sea necesario.
Una mujer que vive en El Alto confirmó los allanamientos que realizaban
los militares en busca de dirigentes sindicales. Según su relato, los
efectivos sacaron de las viviendas a todos los hombres que trataban de esconderse
en cualquier refugio algo seguro, porque se dijo que incluso había disparos
de parte de los militares.
También fue altamente emotivo el entierro de los caídos en los
ultimos días de lucha contra los militares. Más de 10 mil personas
dieron el último adiós ayer a 11 de los asesinados por los militares,
entre el sábado y domingo, en la ciudad de El Alto. El acto sirvió
también para replantear el reclamo de no exportación de gas natural
a mercados del norte.
Llanto, música fúnebre en diversos sectores, repiques de campana,
gritos pidiendo la renuncia del presidente Gonzalo Sánchez de Lozada,
petardos y algunos cachorros de dinamita se conjugaron en el entierro de los
"mártires o héroes del gas", como se los llamó
en diversos carteles.
Más tarde, los cuerpos de las personas fueron llevados a la plaza Elizardo
Pérez de Villa Ingenio, sector norte de El Alto, donde los ataúdes
fueron depositados en tres filas. Allí se realizó toda una ceremonia
confundida entre religiosa y un mitin en el que se reiteraba una y otra vez
el pedido de renuncia del presidente Sánchez de Lozada, incluso respaldado
por los miembros del clero alteño.
A las 11.20 se empezó a trasladar los restos de los muertos al cementerio
de Villa Ingenio, donde el entierro concluyó cerca de las tres de la
tarde.
Antes se había formado una columna de casi cinco kilómetros que
llegó a las faldas del Huayna Potosí para despedir a sus caídos.