12 de octubre del 2003
Al menos dos muertos y 18 heridos
Las fuerzas de seguridad sumergen a Bolivia en un espiral de sangre y violencia
Econoticiasbolivia.com
La Paz, octubre 11, 2003.- Este sábado, Bolivia se sumergió de lleno en un espiral de sangre y violencia. Militares y policías rompieron a bala y fuego los bloqueos carreteros que impedían el abastecimiento de gasolina y diesel para la ciudad de La Paz, atenazada por cuarto día por un masivo cerco humano de los vecinos de las zonas más pobres y depauperadas, que exigen la renuncia del presidente Gonzalo Sánchez de Lozada.
Hasta las 9:00 de la noche, ya se había confirmado la muerte de dos personas (un vecino de 27 años, padre de tres hijos, y un niño de 5 destrozado por un balín) y 18 heridos que eran atendidos de emergencia en los hospitales y centros médicos cercanos a la ciudad de El Alto, escenario de "una verdadera carnicería", según el relato de los vecinos.
Desde los barrios pobres de El Alto, una ciudad de más de 800 mil habitantes, eran constantes y crecientes los llamados de vecinos solicitando el auxilio de la Cruz Roja, ambulancias y médicos.
"Hay muchos heridos, vengan por favor", suplicaban a través de las radios locales, que interrumpieron su programación habitual para informar sobre la gravedad de los enfrentamientos. Otros, por la misma vía, convocaban a los vecinos a salir a las calles para dar batalla a los uniformados.
"Esto parece un infierno. Los vecinos no tienen miedo, están cavando zanjas y están lanzando piedras y dinamita", relató un joven.
LOS ENFRENTAMIENTOS
Militares y policías armados con armas de guerra y munición letal se enfrentaron desde las primeras horas de este sábado con trabajadores, obreros, campesinos y jóvenes que exigen anular el proyecto de exportación de gas a los Estados Unidos a través de un puerto chileno y la cabeza del Presidente de la República.
En la mañana, los enfrentamientos fueron constantes en la autopista entre La Paz y El Alto, donde llovían gases y piedras por igual. El choque fue más intenso en los barrios principales de El Alto. Allí, cayó Wálter Choque Huanca, de 27 años de edad, destrozado por una bala disparada por un capitán del Ejército, según la versión de varios testigos.
Pero fue en la noche, tras un apagón que dejó en penumbras la principal carretera que une la planta de distribución de gasolina y gas licuado de Senkata, en El Alto, con la ciudad de La Paz, cuando se desató la violencia fratricida.
CARAVANA DE LA MUERTE
A las siete de la noche, cientos de efectivos militares y policiales, con apoyo de armas pesadas y tanquetas de guerra, abrían paso a un convoy de cisternas disparando bala, balines y gases lacrimógenos por la bloqueada carretera.
Allí cayó el niño de cinco años Alex Mollericona, atravesado por un balín disparado por policías en las inmediaciones de la avenida central de El Alto, muy cerca de la zona Rosas Pampa.
"Están disparando a matar", dijo uno de los vecinos en medio de una intensa gasificación y balacera.
Hasta el cierre de este despacho, la avenida Bolivia parecía un campo de batalla. Llovían las piedras, gases y balines y se encendían fogatas para evitar que los militares se escurran entre las sombras y disparen a mansalva.
Tras vencer una primera línea de bloqueos, la caravana compuesta por varios cisternas, tanquetas y caimanes, enfrentaba otra línea de bloqueos de enardecidos vecinos de El Alto, la ciudad más joven y empobrecida de Bolivia y que está cuatro días envuelta en una huelga indefinida reclamando la renuncia del Presidente.
A cada paso, los militares encontraban fuerte resistencia. Los vecinos, organizados por cuadras lanzaban piedras y dinamita. "Vamos a resistir", decían algunos, confiados en que la movilización popular y la indignación ante la masacre neutralice la violencia gubernamental.
Finalmente, la caravana de la muerte, que disparaba a mansalva luto y sangre, logró pasar.
MÁS VIOLENCIA
"Se están violando todos los derechos humanos y la dignidad de las personas. La vida es el primer derecho de toda persona (...) Está vigente, hoy más que nunca, la ley de Dios: no matarás", clamó monseñor Jesús Juárez por una radioemisora solicitando a los militares que ya no disparen contra la población civil.
Similares pedidos fueron emitidos por la Asamblea de Derechos Humanos y la Federación de Periodistas. Las autoridades de Gobierno guardaban silencio, mientras crecían los rumores sobre un inminente "estado de sitio".
Al cierre de este despacho, los enfrentamientos y escaramuzas se habían generalizado en casi todas las zonas de El Alto, especialmente en Santiago II y Huayna Potosí, entre vecinos y regimientos militares y policiales, reforzados con tropas llegadas del interior del país.