¿Quién dijo que todo está perdido?
Yuri Aguilar Dávalos / Bolpress
Podríamos decir que iniciamos una nueva etapa, porque pensar que lo actual
es una continuación de lo depuesto es asentarse en lo viejo y agotado.
Lo viejo nos ha dejado intolerancia, exclusión, impunidad, corrupción,
arrogancia, injusticia y ningún respeto a la vida; y entendemos lo que
es vida no sólo al milagro de existir, sino también el derecho
a que tenemos de gozarla dignamente, con trabajo, salud, educación y
vivienda.
Si bien no podemos vivir pensando en el pasado, es necesario recuperar lo mejor
que éste nos haya dejado y desechar lo malo, pero en este ejercicio es
también urgente identificar a los responsables, para aplaudir o premiar
a los que hicieron bien y castigar a los que hicieron daño, y a estos
últimos hacerlo sin revanchas, pero con firmeza para no seguir reproduciendo
esa vieja práctica de la impunidad.
El régimen que acabó se caracterizó por hacer de la impunidad
una cuestión de Estado. Ni siquiera le valió cumplir sus "contratos
irrevocables" propios de campañas electorales.
Y así fueron aumentando a sus males con sus propios desmanes, aunque
siempre tuvieron la capacidad de justificarse sus actos con discursos fáciles
pero enrevesados.
El régimen que acabó fue también en sus acciones insuficiente
y extemporáneo. Ni su primera autoridad tenía la gentileza de
llegar puntual a los actos (ni lo hizo así a su posesión como
Presidente); y no tomó conciencia de la urgencia ni en los momentos en
que se caía a pedazos: siempre llegó tarde para hacer algo. Y
fue insuficiente porque estaba convencido que todos eran unos tontos, de que
no nadie se daría cuenta de sus omisiones.
Y para colmo se fue o mejor escapó, dejando víctimas, destrucción
y paralización del país, aunque con seguridad, desde lejos, deslindará
toda responsabilidad, como lo hizo en el corto tiempo en que no pudo dirigir
el Estado.
Pero, como decíamos, si bien esa pesadilla pertenece al pasado, ahora
está el presente junto a nosotros, el cual se nos presenta prometedor
de acuerdo al "programa" que el pueblo dictó en las calles al nuevo Mandatario
y que éste lo asumió, sin plazos, pero con deseos de que todos
salgan satisfechos.
¿Quién dijo que todo está perdido? dice el verso, y así
lo creemos.