23 de octubre del 2003
Informe desde Bolivia
Ocupan tierras de Sanchez de Losada y amenazan con extender las ocupaciones al resto de las propiedades del fugado presidente
Sebastian Hacher
Indymedia argentina
Los latifundios en Bolivia son como las brujas; no existen, pero que los hay, los hay. En 1953 la reforma agraria expropió las tierras improductivas y las entregó a los campesinos, pero el paso del tiempo y el desmantelamiento de todas y cada una de las conquistas de la revolución del 52 también llegó a la tierra.
Eso lo saben bien los campesinos de Collana, una colonia que queda a 75 Km. de La Paz. Allí, los campesinos sobreviven con apenas 2 o 3 hectáreas por familia, que se convierten en casi nada cuando los padres reparten esa tierra entre sus hijos.
Y en el mismo lugar, la sobrina del ahora escapado presidente tiene casi 1900 hectáreas, la mayoría de ellas improductivas. Ximena Iturralde de Sánchez de Losada -así se llama la pariente- va a sus campos cada tres meses, para controlar como anda su tambo con 300 vacunos, algunos de sus 10 empleados o las grandes extensiones que su familia le entregó y que no sabe -o no sabía- en que ocupar.
El día viernes 17 de Octubre Collana era pura tensión. La radio informaba minuto a minuto a los tres centenares de campesinos que forman parte del M.S.T. (Movimiento Sin Tierra) de la zona, y que habían marchado varias veces a La Paz para pedir lo que estaba a punto de suceder: que se vaya el Goni.
Para ellos la tensión era doble: también faltaban 3 días para tener una respuesta oficial al pedido de saneamiento de las tierras de la zona, aunque ya sabían que se enfrentaban a gente que "siempre hizo lo que quiso con el estado".
Cuando supieron que el avión se llevaba al gringo para Estados Unidos, los campesinos de Collama festejaron, como en todo el país. Mucho habían sufrido, mucho habían luchado, tanto allí como en El Alto, donde muchos de los colonizadores tienen parte de su familia que para escapar de la falta de trabajo se van a la ciudad.
También supieron que era el momento de pasar a la acción, de recuperar lo que fue de sus abuelos y que un día, obra y gracia de Sánchez de Losada, pasó a engrosar la larga lista de bienes de la familia ex-gobernante.
El sábado se fueron juntando de a poco para caminar los 15 kilómetros que separan el pueblo del casco principal de la estancia. Una comisión fue a dialogar con algunos de los 20 policías que custodiaban las tierras. "Si en todo el país se está hablando de paz, nosotros queremos pedirles que se vayan en paz y nos dejen esta tierra para trabajarla", dijeron los representantes campesinos.
"Nosotros estamos cuidando una propiedad privada", contestaron los policías, y cuando los campesinos les hicieron notar que lo que estaban cuidando era un latifundio de la familia Losada, sólo atinaron a llamar a su jefa para ver que tenían que hacer.
Obviamente, nadie en la familia de Sánchez de Losada estaba de ánimo ese día, sobre todo porque gran parte del clan había partido rumbo a otros horizontes. Abandonados por sus empleadores privados, la tropa policial se retiró, despidiéndose con gases lacrimógenos, como para poder decir después que intentaron cumplir con su deber.
Los medios cubrieron la noticia diciendo que "campesinos toman tierras de Sánchez de Losada y expulsan a la policía", agregándole una cuota de violencia que solo existió en la mente de los editores del diario La Prensa (cuyos trabajadores, dicho sea de paso, están en huelga contra la censura).
"No pueden aprovecharse así de la situación. Hay que respetar a rajatabla la ley" se apresuró a decir el nuevo gobierno en su convocatoria al diálogo con el MST. Quizás el miedo del gobierno sea que se cumpla una de las promesas que varios sectores hicieron; recuperar todas las propiedades del Goni, que entre minas y estancias alcanzan a mas de 40 millones de dólares. Algunas de ellas, como el predio de 800 hectáreas en Chischipas, Yungas, ya fueron ocupadas, y la amenaza, según advierte "preocupado" el diario la Razón, podría extenderse a "tierras de varios funcionarios del gobierno anterior y del actual".
El Lunes, 24 horas despues de recuperar la tierra, los campesinos de Collana participaron de la concentración junto con miles de campesinos organizados en la CSTCB (Confederación Sindical de Trabajadores Campesinos de Bolivia), que votó darle al presidente -presente en el acto- 90 días de tregua para atender las reivindicaciones del pueblo boliviano.
Pero para los campesinos de esa zona, apurados por su supervivencia, la urgencia es más importante. Uno de sus dirigentes nos explica que "La tregua no nos sirve, porque noviembre es el mes donde se siembra la papa, y si no lo hacemos ahora tenemos que esperar un a–o más, así que nosotros nos vamos a poner a trabajar en esto ahora". Ellos quieren trabajar en paz, pero dicen que "estamos muy tristes porque han matado a muchos de nuestros hermanos, así que si vienen los vamos a sacar a patadas".
Cuando llegamos allí era casi de noche. Un micro camino a Oruro nos llevó hasta el pueblo, y de allí un vecino nos acercó por caminos de tierra, casi laberintos, hasta el lugar donde está la vigilia que cuida la tierra. ¡Prensa, prensa! grita alguien que nos ve llegar, y de a poco, de la nada, van surgiendo hombres y mujeres que hablan entre sí en Aymara y con nosotros en castellano.
Se forma una ronda, con una Whilpala y una fogata a la que cada uno aporta con un poco de paja seca. En un costado de la reunion, alguien deja una manta con chuño, papa deshidratada durante tres días, que dicen es una comida "bien comunal".
Mientras hablamos el cielo se va poblando de estrellas, muchas mas de las que se ven desde cualquier ciudad, y ahora, bajo los claroscuros del cielo y el fuego, vamos entendiendo que si nos abstraemos de las ropas y el idioma, estamos siendo testigos de lo mismo que se vive en países como Brasil o Argentina. Ellos mismos confirmarn nuestrta sospecha. La nuestra -nos explican- vendría a ser una lucha latinoamericana.