AVANZA LA SUBLEVACIÓN POPULAR,
GONI ALZA LA METRALLA
Redacción de Econoticiasbolivia.com
La Paz, octubre 15, 2003 (11:20)
La agigantada rebelión boliviana, la mayor sublevación civil de
la historia contemporánea del Sur de América, ha comenzado a dar
otro paso en la mañana de hoy. Vecinos de las laderas de La Paz y de
los barrios de clase media están marchando hacia el centro, a donde también
confluyen ya miles de campesinos y trabajadores que llegan a pie, a marcha forzada,
por todos los extramuros de la ciudad. Todos claman para que se vaya el presidente
Gonzalo (Goni) Sánchez de Lozada, que aún no sabe que está
perdido y alza la metralla.
En las calles de La Paz rige sin excepción, por segundo día consecutivo,
un paro contundente, total, es la protesta silenciosa contra la masacre. Hay
escasez de alimentos y desabastecimiento. No hay militares a la vista y el centro
aguarda, bajo la convocatoria de la Central Obrera Boliviana (COB), la hora
del cabildo abierto y del entierro de los caídos en el genocidio de tres
días, de sábado a lunes.
En la ciudad de El Alto, a cuatro mil metros de altura, 400 metros más
que La Paz, el paro también es absoluto, aunque con otro sello. Allí,
tras combatir a piedra en cada cuadra, a palo en cada esquina, sangrando sábado
y domingo, aguantando la metralla enloquecida de los tanques y militares carapintadas,
hay ya desde el lunes otro poder, el poder comunal.
A las zonas empobrecidas de El Alto, donde moran 800 mil almas adoloridas, nadie
entra ni sale sin la autorización de los comités de vecinos, organizados
para pelear contra las tropas, para marchar a La Paz, para cuidar a los niños
y los heridos. Allí, hay olla común en cada cuadra, todos comparten
la pobreza, todos son la autoridad comunidad organizada. Es otro Estado, con
sus propias normas, con sus propios sueños.
Ahora lloran, ahora gritan. Están dando el adiós a sus muertos,
es la despedida, es el grito de venganza, de justicia. "Ruego a Dios que no
se aparezcan por aquí los militares", dice uno de los padrecitos en Villa
Ingenio. Hay olor a coca, olor a pobre, olor a guerra civil.
Más abajo, en la hoyada, en todas las zonas populares, en todos los barrios
pobres de La Paz, el control también es de las organizaciones sindicales
y populares, organizadas en torno a la COB. Todo el Altiplano, desde Oruro hasta
Potosí, toda la zona occidental de Bolivia está en manos de los
campesinos y vecinos que bloquean los caminos, grandes y pequeños. Allí
también hay enfrentamientos.
En Patacamaya, en medio de la carretera que va de Oruro a La Paz, a 100 kilómetros
de la sede de gobierno, mineros y campesinos resisten a los militares, cruzan
piedras, dinamita, gases y balines. Hay detenidos. Los tanques avanzan y frenan
por un momento el avance de dos mil mineros cooperativistas de Huanuni y de
los trabajadores que marchan hacia La Paz. "Han detenido el avance y hasta ahora,
en honor a la verdad, no hay heridos", dice la red radial Erbol a las 10:45
de la mañana. Quince minutos después, los mineros hacen retroceder
a los militares, a punta de dinamita. La batalla es intensa.
Pero el avance es incontenible en otras zonas. A El Alto ya han comenzado a
llegar los campesinos de Achacachi. Han marchado escurriéndose entre
las sombras del Altiplano. Otros llegan a La Paz, por el sur, a pleno día.
Desde el valle de Río Abajo vienen tres mil campesinos, hombres y mujeres.
Ellas lucen sus mejores trajes, trajes de fiesta. Saben que es su cita con la
historia.
Más al sur, desde la localidad de Mallasa, una hilera de ametralladoras
apunta al camino. Al fondo, surgen más de mil campesinos y vecinos, todos
jóvenes entre 14 y 20 años, todos con palos, listos para el choque.
Atrás, mucho más atrás, están las mujeres, los niños
y los ancianos. Es la segunda línea de combate.
En el centro de la ciudad de La Paz, grupos de maestros y jóvenes gritan
consignas y cantan la vieja canción de los Packochis, de los guerreros
aymaras de los tiempos de la colonia (El gran día está llegando
/ todos nos levantaremos / gringo maldito, vas a morir / sabes bien, te colgaremos).
La gente va llegando. El vocero de comunicaciones de la COB, Arsenio Alvarez
dice: "La COB y 40 organizaciones sindicales, gremiales y populares han decidido
centralizar la lucha en torno a la COB. Nadie está autorizado para negociar
por su cuenta. Hay un pacto entre la COB, (el "Mallku") Felipe Quispe, Evo Morales
y Roberto de La Cruz para profundizar la movilización, los bloqueos de
caminos y la huelga general".
De a poco, la rebelión de los pobres ha ido superando sus problemas organizativos.
El gran desfase que existía entre la radicalidad y mayor movilización
popular que se da en La Paz y El Alto con el interior, ha ido cerrándose
con el avance de la lucha popular en Cochabamba, Oruro, Potosí y Chuquisaca.
Ayer, en estas regiones, más de un centenar de miles de vecinos ganaban
las calles exigiendo la renuncia de Sánchez de Lozada. Hoy, en la ciudad
de Cochabamba, la tercera más importante de Bolivia, el pueblo disputaba,
con piedra, dinamita y palo, el control de las calles.
En La Paz, las clases medias, azoradas por la cruel matanza, se han soldado
con las capas más pobres y rebeldes, mientras los segmentos más
prósperos se han alejado de Sánchez de Lozada, quieren que se
vaya ahora, porque más tarde los puede arrastrar en su caída.
Temen, casi están seguros que las tropas que van llegando desde el interior,
como los boinas verdes del oriente y los asesores militares estadounidenses,
no podrán con las masas insurrectas.
El Presidente parece irremediablemente perdido, aunque aún no lo sabe.
Sus ministros, autistas como él, salen de tanto en tanto a la palestra
y leen una lista de presidentes que apoyan al millonario que ya tiene poco control
sobre el país más pobre del Sur de América. En la lista
están los Lula, los Kirchner, los Toledos y muchos más, todos
ajenos, todos extraños a un pueblo ensangrentado, que hoy sepulta a sus
68 muertos y, más tarde intentará sepultar la injusticia y la
tiranía.