Declaración de guerra civil indígena
Pablo Mamani
Memoria de las luchas indígenas y el estado
Abril y septiembre de 2000 y junio-julio de 2001 es parte de un campanazo o un llamado de los indígenas para una declaración pública de una "guerra civil" ocurrida el domingo 21 de septiembre en Warisata, altiplano norte de La Paz. Achakachi junto con Huarina, Warisata y comunidades del altiplano norte y los valles de Sorata han sido los actores de las impresionantes movilizaciones realizados en la región durante el año 2000- 2001, junto con los indígenas de la región del Chapare, Cochabamba. Son los primeros levantamientos indígenas del siglo XXI en Bolivia, mismos que se han convertido en uno de los detonantes para el cuestionamiento del modelo de libre mercado. En los bloqueos del camino en el altiplano norte de La Paz en el año 2000 se había pronunciado, sobre la base de un profuso sentido de identidad indígena, auque de forma tímida, una "guerra civil" como parte de una demostración de fuerza y "autonomía" de las comunidades indígenas aymaras y qhiswas de la región frent e a las fuerzas del estado. Se han tejido y reforzado ideas, decisiones, actos y sentimientos compartidos como parte de los sentidos de pertenencia identitaria indígena contrapuestas al de las identidades criollas-mestizas predominante en los espacios del poder político y económico en Bolivia. ¿Cómo podríamos, sin embargo, entender con cierta precisión los hechos recientemente ocurridos en Warisata y Sorata? ¿Cómo se explica la declaración de "guerra civil" indígena en términos históricos?. ¿Qué significa la declaración de "guerra civil" dentro del campo simbólico y político? Una primera y necesaria aproximación para entender el mismo es la historia.
La historia de los levantamientos indígenas en la colonia y la república y las condiciones actuales de beligerancia estatal y social provocado por el modelo de libre mercado se constituyen en algunos de los referentes para entender los hechos ocurridos en Warisata y Sorata. Los indígenas tienen una larga historia de declaraciones de guerra a los estado en la colonia y la republica. No es novedad, en este sentido, la "guerra civil" declarada en Warisata. Es el caso de Tupaj Katari y Zarate Willka. Los Katari de La Paz (del Valle de Siles, 1990) y Chayanta (Nicholas, 1998) en 1780-81 habían declarado una guerra indígena y de guerrillas a los españoles. Pablo Zarate Willka (Condarco, 1983) y los Willkas en la república (1899) también habían declarado una guerra al estado republicano. Los pronunciamientos o proclamas de Q'araqullo (Caracollo) y Peñas por Zarate Willka y Juan Lero son parte de este hecho. Era un levantamiento indígena gigantesca en toda la región central y sur del altiplano y los valles de Bolivia. En cada uno de ellos se han construido, además, "cuarteles indígenas" y "gobiernos locales-regionales" y símbolos del poder indígena.
Y el estado, en estas relaciones, es portador de una larga historia de masacres indígenas que ha ahogado en sangre toda pretensión indígena de autogobierno o ante las simples demandas locales de mayor justicia. En cierto modo la historia del estado en Bolivia es la historia de las masacres indígenas. Hay, entonces, una construcción de dos lógicas contrapuestas irreconciliables que en tiempo en tiempo se recrudecen, aunque en determinadas etapas históricas se convierten en endebles pactos entre ayllus-estado, que al menor quiebre histórico explota. Este es una línea roja que atraviesa la historia política y social de Bolivia constituida como "fronteras étnicas" (A. Guerrero, 1998) entre indígenas o indios y los grupos de poder blanco-mestizo dominantes en Bolivia.
En la ultima parte de esta historia de las relaciones estado- indígenas en cuanto referentes del conflicto y pacto desigual, es importante manifestar que los indígenas de Sorata, Ilabaya, Achakachi, Warisata son actores históricos de la guerra del Chaco con Paraguay en 1932-35. Los indígenas aymaras y qhiswas al participar en esta guerra internacional se convierten en referentes directos de la memoria histórica, producto del cual exigen al estado el derecho de ciudadanía negado, sin embargo, sistemáticamente.
Además, se guardan memorias de lucha y las mismas armas de fuego. Estas se manifiestan en sentimiento de orgullo social por ser parte de la defensa del petróleo y del territorio del Chaco. En ese sentido hay un sentimiento de legitimidad histórica para convertirse en parte de los destinos de este país. Los abuelos a través de la memoria oral han trasmitido a sus hijos y nietos su participación en esta guerra que hoy de algún modo se manifiesta como rebeldía india. Asimis mo los aymaras del altiplano norte participan en la revolución de 1952.
Este es otro referente para entender la declaración de "guerra civil" en Warisata. Hay una memoria corta que tiene alcance político-militar bastante fuerte en la región. Achakachi ya tenía en 1953 un cuartel "campesina" llamado el regimiento Gualberto Villarroel similar al cuartel de Patamanta de la provincia Los Andes (Albo, 1979). Estos regimientos campesinos desfilan en el primer aniversario del 9 de abril en la ciudad de La Paz.
Otro hecho importante a tomar en cuenta es que antes de 1952 los hacendados propiciaban conflictos intercomunidades entre haciendas y comunidades. En ese sentido hay una memoria de lucha indígena en la región. Al que se suma la propia experiencia de los jóvenes indígenas que van (vamos) al cuartel más que los otros sectores de la sociedad nacional. En el cuartel se aprende a tener tácticas y estrategias de guerra que en cierto modo es aplicado en los enfrentamientos co n las fuerzas del estado.
Entonces los cuarteles "campesinas" de Achakachi y Patamanta de 1952, son parte de esta historia. El MNR se catapulta con estos cuarteles como el partido "revolucionario" y clienteliza las masas "campesinas", mismo que se refuerza posteriormente con el pacto militar-campesino en los años 60s y 70s.
En este sentido hay una conjunción de dos hechos en este proceso: por una parte hay una experiencia y memoria de los levantamientos indígenas en la región, como el de Tupaj Katari, Zarate Willka y la participación en la guerra del Chaco y los conflictos intercomunidades provocados por los hacendados. Y dos, hay la participación indígena en la revolución de 1952 donde el propio MNR es quien arma a las milicias "campesinas" para convertirlo al servicio del gobierno. Entonces se mezclan dos hechos históricos de importancia, una, la memoria larga y otra una memoria corta (Rivera, 1982). Algunos funcionarios del estado como el propio Ministro de gobierno Yerko Kukoc parecen desconocer este hecho, es decir, sobre el equipamiento con armas a los "campesinos" en 1952 por el propio MNR. La siguiente afirmación del ministro deja traslucir ese hecho: "Es preciso un profundo análisis sobre la gente de Warisata y Sorata, que tiene una capacidad de rechazar en forma armada al orden público ". (La razón, 22/09/03). En este sentido ¿se podría acusar y juzgar por los actos recientes a los indígenas de Warista sin juzgar también a los intelectuales históricos de armar a los "campesinos" como es el propio MNR? De esta manera hay una línea difusa que en determinado tiempo histórico se convierte en una línea abierta de frontera étnica porque ésta explota y debela las condiciones de dominación étnica en Bolivia. Es como una memoria larga que atraviesa la historia misma de la república y la historia de la vida social de los indígenas que de tiempo en tiempo explota y pone en jaque al estado neocolonial de Bolivia. Auque en determinados tiempos y espacios de la sociedad desaparece éste para simular pactos entre estado y los indígenas.
Es una línea divisoria que separa entre una sociedad indígena dominada y otra sociedad minoritaria dominante. Es la extensión cotidiana de las condiciones económicas y políticas de un colonialismo interno. Los hechos recientes hechos acaecidos en Warisata y Sorata no son ajenos a esta historia de dominación étnica, por una parte y a las luchas indígenas locales y regionales mantenidas durante la historia de la república y la colonia, por otro.
De manera precisa ¿cuál es el contexto coyuntural que envuelve a los hechos ocurridos en Warisata?. ¿Hay un ambiente de conflicto general en Bolivia para terminar con la declaración de "guerra civil" en Warisata?.
Veamos las movilizaciones sociales que anteceden a los hechos del sábado 20 de septiembre de 2003.
Warisata y las movilizaciones sociales en Bolivia Los antecedentes inmediatos a los hechos de Warisata son las multitudinarias movilizaciones sociales en rechazo a la venta del gas a Estados Unidos y México por puertos chilenos. Asimismo hay un paro realizado por los alteños en la ciudad de El Alto con total éxito. Además, existe una huelga de hambre de parte de los dirigentes "campesinos" o indígenas de las 20 provincias de La Paz, en la ciudad de El Alto. Por su parte hace dos semanas las viudas de los beneméritos de la guerra del Chaco han realizado una huelga de hambre que no fue atendida. En este sentido hay un ambiente de beligerancia entre gobierno y las organizaciones y los sectores indígenas o "campesinas".
El día domingo 7 de septiembre se anuncia la llegada de los marchistas o caminantes del altiplano hacia la ciudad de La Paz en contra la venta de gas por puertos chilenos y la atención a los convenios firmados entre "campesinos" y el gobierno. Unos, desde Huarina y el otros desde Q'araqullo (Caracollo). Los mismos al arribar a la ciudad de El Alto se alojan en distintas partes, los unos en previos de la Universidad de El Alto y los otros en el auditorio de la radio San Gabriel. Durante la semana los marchistas no protagonizan actividades de mayor importancia. El día domingo 13 de septiembre se habla en algunos medios de prensa del fracaso de los bloqueos anunciados en el altiplano de La Paz (La Prensa, 14/09/03). El martes 16 se anuncia bloqueos de los caminos de los yungas de Caranavi y nuevamente se habla del fracaso de los bloqueos en el altiplano de La Paz.
El día lunes 15 y martes 16 se desarrolla un paro indefinido convocado por la Federación de los Juntas Vecinales de la Ciudad de El Alto (FEJUVE), mismo que termina con la anulación de los formularios maya y paya. Estos formularios han sido denunciados como parte del incremento en el pago de los impuestos a los inmuebles. Este paro ha sido acatado en su totalidad. El viernes 19 de septiembre se realizan multitudinarias marchas en las ciudades de El Alto, La Paz, Cochabamba, Oruro, Potosí (con para cívico) en contra del proyecto de la venta de gas por puertos chilenos. El gobierno del MNR de Gonzalo Sánchez de Lozada tiene al parecer decido exportar el gas por puertos chilenos, hecho que es rechazado en amplios sectores sociales. En la plaza de San Francisco de La Paz durante esta jornada se desarrollan manifestaciones y quema de los muñecos o efigies de Sánchez de Lozada con gritos como: "¡ahora sí, guerra civil!". Además, se produce violentas gasificaciones policiales a los manifestantes. Estas multitudinarias manifestaciones crean un ambiente de beligerancia estatal y social porq ue por una parte el gobierno minimiza estas multitudinarias manifestaciones y por otra se acrecenta sentimientos antiMNRistas en la población, y en las organizaciones políticas de la oposición y particularmente en los indígenas de la gran región andina.
Durante la segunda semana de septiembre, aproximadamente el día viernes 12, se habla de pequeños bloqueos "campesinos" en Sorata. Al parecer no tiene mucha importancia. Sin embargo, el día viernes 19 se crea un ambiente de conflicto porque viaja (en helicóptero) el propio ministro de Defensa Carlos Sánchez Berzaín a la región. Los ánimos se caldean por la discusión que mantuvieron el ministro y los dirigentes "campesinos" o indígenas. El mismo se minimiza desde el gobierno. Ante la pregunta realizado por periodistas al ministro de informaciones, Mauricio Antezana sobre que Sánchez Berzaín habría realizado los primeros disparo de armas de fuego en Sorata, Antezana responde de que no hay que hacer caso "a las conjeturas o especulaciones" (canal 9 ATB, sábado 20/09/03). Habría que preguntarse si no es importante poner atención sobre estos hechos ocurridos ¿por qué Sánchez Berzain sale apresurado de la localidad de Sorata?. El gobierno se muestra ante la opinión como la principal víctima e insiste una y otra vez que se trataba de una operación de "liberación humanitaria" de los rehenes que se encontraban retenidas en Sorata, entre ellos 40 turistas y comerciantes. Situación que fue desmentido por algunos turistas extranjeros cuando afirman en La Paz: "estábamos tranquilos". Lo que hubo fue una exageración de parte del gobierno para justificar la violencia de Warisata. En esta relación es importante considerar de que el comunario Primitivo Curaca murió en la mañana de sábado 20 en las cercanías a la localidad de Sorata, antes de Warisata. Este fue uno de los primeros actos de violencia policial y militar en la región.
A las cuatro de la tarde aproximadamente del sábado 20 de septiembre se produce en Warisata otros de los enfrenamientos trágicos con el saldo inicial de cinco muertos. Los muertos de parte de los indígenas son: Eugenia Condori, Juan Cosme, Ismael Quispe Quispe y Mariela Nancy Rojas Ramos (de 8 años) y un soldado. Muere al día siguiente otro soldado. Los soldados muertos son: Carlos Rivas y Sergio Vargas (La Razón, 22/09/03). Al referirse a este hecho el gobierno habla insistentemente de una embostada de los indígenas al convoy militar-policial que salía de Sorata, versión que es difundida ampliamente en los medios de comunicación. Sin embargo, esta versión rápidamente es rechazado por los dirigentes y los comunarios del lugar. La versión indígena señala incluso de que los militares y policías al entrar de La Paz con destino ha Sorata han realizado actos de provocación en la localidad de Achakachi y Warisata. Y, además, en la madrugada del sábado 20 se habían allanados los domicilios de los dirigentes y detenido a uno de ellos. En esto hay que recordar que en la mañana del sábado 20 hubo los primeros enfrentamientos en Sorata. Ante esta actitud abusiva de los militares-policias se ha creado un ambiente de indignación y beligerancia indígena en Warisata. Además, se pudo observar en las inmediaciones de la localidad de Warisata, en las imágenes televisoras y en las fotografías de prensa escrita, sobre cómo los soldados están atrincherados, unos, en posición de afronte y otros haciendo disparos con armas de guerra fusil FAL.
No hay duda de que ese día los militares y los policías han utilizado balas de guerra y provocado la violencia.
Se informa desde Sorata, por su parte, después de los primeros enfrentamientos y la muerte de Primitico Curaca y abandonado Sorata el convoy militar y policial, el sábado 20, los indígenas han entrado y arrasado con las oficinas de la Alcaldía, Subprefectura, hotel Copacabana y Prodem, esto como en la histórica toma de esta localidad en el levantamiento indígena de 1781 por Gregoria Apaza y Andrés Tupaj Amaru (Maria del valle de Siles, 1990). Uno de los medios de prensa escrita hace notar sobre este hecho: "Sorata ha quedado...Tras la quema de la Subprefectura, el juzgado agrario, la notaria, el cuartel policial, y la Alcaldía, todo rastro del Estado boliviano ha quedado reducido a cenizas" (La Razón, 22/09/03).
Recuerda además que en septiembre de 2000 en Achakachi "los indígenas quedaron prácticamente al mando de la zona, sin que los militares de Ayacucho (Cuartel ubicado en la localidad de Achakachi) se animen a salir de sus cuarteles" (La Razón, 22/09/03). Sorata y Warist a y las comunidades de la región de esta manera se encuentran convulsionados y tienen tomado el camino que comunica Achakachi y Sorata. Allí solo flamea la wiphala multicuadriculada (bandera indígena de múltiples colores) y ha desaparecido la bandera de Bolivia. En esta misma región o en cercanías ha Atawallpani en el año 1959 fue muerto el exministro de asuntos campesinos del MNR, Álvarez Plata (Albo, 1979). La región tiene entonces una historia de lucha política y social.
El domingo 21 ante los acontecimientos ocurridos el día sábado 20 se lleva en Warisata una gran asamblea de las comunidades de la región. Hay una indignación generalizada que penetra en las entrañas más profundas de la vida social indígena. La muerte como un extremo de la vida se hace presente en la casa de los comunarios/as indígenas y se empieza a tejer profundos sentidos de rebeldía india. Se velan los muertos, entre ellos una niña de 8 años. Al calor y dolor por la pérdida de sus seres queridos, los indígenas de Warisata declaran una "guerra civil" al gobierno de Gonzalo Sánchez de Lozada empuñando sus viejos fusiles máuser heredados por los abuelos con su participación en la guerra del Chaco y en la revolución de 1952. El periódico La Razón titula en sus paginas interiores: "Campesinos de Warisata muestran su armamento". Se ha podido observar de cómo las mujeres, los jóvenes y los hombres, incluso los ancianos y ancianas, al igual que los zapatistas de la selva Lacandona de México cubiertas los rostros con pasamontañas negras, declaran en voz alta y hablan públicamente de una "guerra civil" indígena contra el gobierno. Uno de los entrevistados por periodistas de ATB dice: "es una guerra civil declarada, declarada.
Ellos (los indígenas) han declarado la guerra y empieza. Tarde o temprano, pues, he, venceremos, ¿no?, porque somos miles nosotros...tiene que armarse el pueblo, tiene que de una u otra forma, tiene que armarse el pueblo...
(canal 9 ATB, 21/09)03). La noticia recorre las extensas pampas del altiplano y los valles porque desde distintos sectores se escucha voces de apoyo y solidaridad indígena. Warisata, además, es un lugar histórico porque es aquí en la década de 1930 donde se funda uno de los primeras escuela indígenas denominando, escuela del ayllu. Actualmente es una Normal donde se forman muchos jóvenes indígenas como profesores rurales. Ellos trabajan en las comunidades y son actores locales que tiene su propia import ancia para las comunidades porque hablan aymara o qhiswa y muchos se sienten identificados con la lucha de las comunidades de la región.
Ante la gravedad de los hechos ocurridos en Warisata, el mismo día domingo 21 de septiembre, se realiza una reunión o asamblea de los dirigentes de las provincias de La Paz que mantienen huelga de hambre (desde hace 12 días) en los ambientes de la radio San Gabriel en la ciudad de El Alto. En dicha reunión los dirigentes declaran duelo de 90 días a nivel nacional y un "estado de sitio" indígena en todos los territorios de las 20 provincias de La Paz. El documento ha sido leído y comunicado a la prensa por Felipe Quispe, el Mallku. Quispe manifiesta: "no se garantiza la vida de los soldados" en los territorios declarados como parte del "estado de sitio". A su vez se decide que algunos dirigentes que mantienen huelga de hambre se dirijan a sus comunidades y provincias para radicalizar e incrementar los bloques de los caminos y el de los productos o alimentos hacia la ciudad de La Paz.
Esta declaración tiene una trascendencia histórica. La declaración de un "estado de sitio" por parte de los indígenas en sus territorios, trae como señal simbólica y real de la existencia de un "gobierno indígena" que trata de reproducir la histórica conformación de un gobierno en Peñas (Oruro) de 1899. Además, es un hecho inédito en la historia de los movimientos indígenas en Bolivia porque se expresa de forma simbólica un mensaje de poder y fuerza indígena o "campesina", pese a las actuales condiciones de división y fragmentación regional del movimiento indígena.
Como una muestra de esta determinación, el lunes 22, amanece los caminos con mayores grados de beligerancia y se recrudece los bloqueos del camino La Paz-Oruro, La Paz-Achakachi-Copacabana y Sorata, La Paz-Rio Abajo pese al acuerdo firmado entre dirigentes de los yungas del Caranavi y el gobierno.
Los caminos de Rio Abajo se encuentran bloqueados y se anuncian de que no saldrán productos agrícolas a los mercados de la ciudad de La Paz (el día 19 de septiembre el gobierno gasifica innecesariamente una marcha pacífica que venia al centro de La Paz para sumarse a la manifestación contra la venta de gas por puertos chilenos). Como correlato de estos hechos en los mercados de La Paz y El Alto hay un paulatino escasez de productos agrícolas. Ante esta situación no hay visos de solución ni de parte de gobierno y ni de los indígenas. Hay una lógica por el contrario de recrudecimiento del conflicto.
En la noche del día lunes 22, Evo Morales anuncia una reunión de los cocaleros del Chapare para tomar posibles medidas de acción en solidaridad con los indígenas de Warisata y el altiplano de La Paz, que finalmente no se lleva. Así la coalición de gobierno del MNR, MIR, UCS, NFR pasa por momentos críticos porque se pide la renuncia del presidente Sánchez de Lozada. Muchos otros se suma a este pedido. El presidente ante este pedido responde con una dureza o terquedad aún mayor cuando sostiene: "no se permitirá en Bolivia ningún bloqueo más". El gobierno emite permanentes comentarios sobre el deseo de encontrar soluciones mediante el diálogo pero se nota que ésta es una simple argucia para justificar mayores grados de represión. Hay una gradual escalada de confrontación entre el gobierno y los diferentes sectores sociales y particularmente indígenas en Bolivia. Dentro de este contexto ¿qué significa específicamente el "estado de sitio" indígena declara en la ciudad de El Alto y la "guerra civil" indígena en Warisata? ¿Cómo se podría interpretar ambas declaraciones dentro del campo simbólico y político?.
Análisis del "estado de sitio" y declaración "guerra civil" indígena En la región norte de La Paz y en algunos de los valles adyacentes hay un sentimiento de "autonomía" (*) o de "autogobierno indígena". Se puede notar o constatar una fuerza interna en las comunidades porque se mantienen los rituales sagrados al nevado Illampu, apu mayor de la región junto a Jipi o Paxchiri. Las autoridades comunales, los secretarios generales o generalas en aymara, son los referentes directos del poder y administración territorial y jurídica de las comunidades. Prevalecen decisiones ampliamente consensuadas al interior de las mismas como parte de la legitimidad de los actos de sus autoridades locales y regionales. Hay una administración de justicia indígena al interior de las comunidades o en su caso a nivel mayor como son las federaciones provinciales. Asimismo se puede notar una identidad aymara y qhiswa muy fuerte relacionados con el territorio histórico y mítico del lago Titikaka y su entorno. En resumen, hay un tramado de sentidos de pertenencia colectiv a e identitaria sobre un extenso territorio, sobre su historia y la memoria de las luchas indígenas.
La declaración de "guerra civil" indígena en Warisata solamente es entendible dentro de este contexto particular e histórico al que hemos hecho referencia mas arriba. Sin embargo, ¿qué se quiere expresar con la declaración de una "guerra civil" tomando en cuenta de que una guerra civil es una confrontación armada de dos o más frentes a nivel interno?. ¿Acaso se está expresando detrás de esta declaración una revolución india o indígena? ¿O es un uso estratégico de los símbolos del poder político e indígena para crear un ambiente propicio y lograr así el respeto por parte del Estado?. Lo inmediatamente constatable o textual, sin embargo, es la exposición de las armas, wiphalas y pasamontañas en posición de afronte como señal de protagonizar una guerra. La connotación o la subjetividad de lo que ello significa todavía habría que buscar en lo que éste pueda tener su efecto en otras regiones indígenas y la actuación sistemática de los comunarios en esa línea. Lo que sí es constata ble a partir de ello es la expresión de un mal estar general frentes a una situación histórica de discriminación y dominación étnica en Bolivia. En Bolivia, por ejemplo, según A. Bello y M.
Rangel el 81,2% de la población es indígena (A. Bello y M. Rangel, 2000).
Por su parte según el Censo de Población y Vivienda (2001), la población autoidentificada como indígenas es el 61,21% (INE, 2001a). La mapa de pobreza muestra, además, de que estas poblaciones son los más pobres. La población pobre en Bolivia es el 58,6% de los cuales, el área rural contiene el 90,8% (INE, 2001b). Aunque según el Instituto Nacional de Estadística la pobreza a nivel nacional ha bajado de 70.9 (censo de 1992) a 58.6% (censo de 2001). Los aymaras del altiplano y valle del norte de La Paz son parte de esta realidad socioeconómica. La demostración de una "fuerza armada", entonces, es un referente de un malestar social producida en cierto modo por el modelo de libre mercado y por la dominación étnica en B olivia. En las ciudades y en ciertas parte del área rural se pueden observar grados de discriminación económica, social y política de los indígenas. Hay un problema estructural irresuelta en la relación estado y los indígenas en Bolivia.
En la declaración de "guerra civil" se conjuncionan entonces dos hechos importantes: por una parte hay una demostración de fuerza indígena, auque su efectividad en términos militares tendría poca capacidad, si no es por el número de sus miembros. Por otra parte, es una demostración estratégica y simbólica del poder y capacidad de interpelación directa al estado. Se envía un mensaje político específico de que si no se respeta el derecho a la vida de los indígenas se podría en el tiempo multiplicarse demostraciones de este tipo para crear un ambiente general de guerra civil. Se pone en juego varios sistemas de mensaje simbólicos o subjetivos como una efectiva forma de llamar la atención a los distintos sectores y regiones indígenas y al propio gobierno para establecer respeto y mejorar las condiciones de vida indígena.
Se produce un bullicio o el rugir de la multitud (Steinberg, 1999) como una efectiva forma, además, de crear cuerpo y sentidos de pertenencia territorial e histó rica sobre lo propio. En esta relación, si el gobierno y el estado persisten en la torpe idea llevar a la justicia a los levantados de Warisata, lo que se podría provocar es una mayor reacción de parte de las comunidades para que en el futuro no solamente se envíen mensajes simbólicos y estratégicos sino estallar una guerra civil sin precedentes.
Esto es muy evidente, además, por el mensaje enviado hacia el estado desde la ciudad de El Alto cuando los dirigentes "campesinos" o indígenas declaran un "estado de sitio" en todo los territorios indígenas de La Paz. Esto es importante para el análisis político y social porque con ello se muestra la capacidad reapropativa indígena de los instrumentos estatales. El declarar "estado de sitio" en términos formales corresponde solamente al estado. Esta realidad y lógica argumentativa y política del poder del estado aquí se da vuelta porque son los indígenas ahora quienes declaran un "estado de sitio" dentro de sus territorios. En ese sentido el monopolio de la fuerza física como legítima se convierte ilegitima para los indígenas. Lo que ocurre es que se quita, por lo menos simbólicamente, al estado la legitimidad de ese uso del monopolio de la fuerza física. Entonces se crea un mensaje político de alto sentido de pertenencia territorial y de "autonomía" social de los indígenas o "campesinos" dentro de sus territorios. Esta lógica reapropiativa indígena de los instrumentos del estado tiene su propia historia. Hay que recordar que Tupaj Katari en la guerra indígena de 1781 cuando enviaba documentos a diferentes ayllus y regiones firmaba como el Virrey Katari. El Virrey era el representante directo del rey de España en las tierras colonizadas. En esas condiciones el Virrey tenía un poder militar y político importante en la jurisdicción de sus audiencias. Lo que hizo Julian Apaza o Tupaj Katari con el nombre de Virrey es crear un grado de poder real al levantamiento indígena. Al mismo tiempo se había hecho uso de los instrumentos de la iglesia católica para legitimar los actos de guerra cuando se realizan misas en las improvisadas capillas del cuartel de los Altos de las Batalles, actual ciudad de El Alto.
Con cada uno de estas acciones no se pretendía mantener el estado colonial español, sino era reconstituir un nuevo gobierno indígena o indio. Entonces la declaración de "estado de sitio" en las actuales condiciones se convierte como referente de esta capacidad reapropiativa de los instrumentos del poder dominantes para convertirla en instrumentos del poder indígena.
Conclusiones La declaración de "guerra civil" y el "estado de sitio" en los territorios indígenas de La Paz son dos hechos de importancia simbólica y político para entender las condiciones estructurales de la dominación étnica en Bolivia y en el último tiempo del impacto socioeconómico negativo del modelo de libre mercado en las comunidades, ayllus y centros urbanos predominantemente habitados por poblaciones indígenas, particularmente andina. Estas condiciones estructurales están creando sentimientos y posicionamientos de autoidentificación indígena bastante fuerte en Bolivia. En el Censo de Población y Vivienda de 2001, el 61,21% de la población se ha autoidentificado como indígenas sin contar los menores de 15 años para abajo.
Bolivia tiene una importante población joven y ésta población en gran parte es población joven indígena al que también se le llama "campesina". En esta relación los hablantes qhiswas y aymaras son los pueblos más numerosos en comparación con los pueblos y lenguas indígenas de la amazonía y del Chaco.
Dentro de este contexto, en Warisata (lit. wari=camelido andino, sata=sembradio) se ha empezado ha hacer uso de los símbolos del poder político y militar como ha sido la exposición de los viejos fusiles máuser, pasamontañas, wiphalas, qurawas como señal de fuerza y decisiones fuertemente vinculados con la memoria de las luchas indígenas. Lo que nos permite afirmar de que si no se cambia las actuales condiciones de dominación étnica y pobreza estructural en Bolivia o Qullasuyu para los indígenas podría éste desembocar en acciones de mayor contenido político y militar. La región del lago Titikaka y el altiplano y los valles de norte de La Paz tiene una larga historia de luchas indígenas, como muchas otras regiones indígenas, desde la colonia y la república. Aquellos hechos quedan como memorias míticas e históricas. Estos se manifiestan como una identidad territorial, honor y prestigio social. Así en una de las conversaciones mantenidas con uno de los jóvenes de Achakachi nos ha manifestado de que, "aquí la gente no se deja meter fácil el dedo a la boca". Esto no quiere decir que la gente por naturaleza es belicosa, sino hay condiciones históricas y sociales que determinan una manera de ser de una sociedad.
Así es interesante observar de cómo Warisata esta despertando grados de solidaridad incluso fuera de la misma región como es la ciudad de La Paz y El Alto. En efecto el día martes 23 de septiembre las mujeres comerciantes de los mercados de La Paz han cerrados los mercados de productos agrícolas en apoyo a los indígenas de Warisata que han sufrido un nuevo masacre de parte del estado. Asimismo en la ciudad de El Alto se anuncia de que las organizaciones enviaran vituallas para los protagonizan de los bloqueos de los caminos, mismo que se han incrementado en diferentes partes del altiplano y valles hasta el jueves 25 de septiembre. Los caminos de El Alto y particularmente Huarina- Achakachi se encuentran tomados por una multitudinaria fuerza indígena o "campesina". Qalackaka y Rojorojoni nuevamente se ha convertido en unos de los "cuarteles indígenas" al igual que en el año 2000 y 2001.
Así hay un profuso sentido de identidad indígena en la región norte de La Paz envuelta por una parte bajo la palabra campesina o sindicato y por otro bajo la forma de estructura de ayllus y mallkus como se puede observar este último en Charazani y su entorno. En este sentido las comunidades tienen sus propias estructuras autónomas de administración de su territorio y justicia indígena. Estas autoridades para tener una gestión acorde con lo que la comunidad las encarga se encomiendan a los apus o montañas sagradas de la región como es el nevado de Illampu y Paxchiri. Esto se constata en la afirmación del secretario ejecutivo de la provincia Omasuyus, cuando afirma: "primero siempre se hace una wilancha para realizar toda actividad, eso siempre es primero" (conversación mantenida con Rufino Pusarico, septiembre, 2003). Hay de esta manera una autoafirmación propia sobre el sentido de la vida social, económica e histórica. Además, es muy notorio que las comunidades y las pequeñas ciudades aymaras como Achakachi, Sorata, Warisata están estructurados sobre formas de ordenamiento territorial y social andina, es decir, en Alasaya y Masaya.
Es el caso de la ciudad de Achakachi. Al sector sur se la llama Masaya y al norte Alasaya. Auque tiene una posición inversa al ordenamiento espacial-territorial de los ayllus de las otras regiones. Masaya es la parte seca, urqu o masculino y Alasaya es la parte baja junto a las orillas de lago Titikaka que representa lo femenino. El espacio-territorio de esta manera está ordenado como marido y mujer, es decir, como una familia y un hogar en la que se cobijan los aymaras que la habitan desde tiempos inmemoriales sobre estas tierras. Hay una relación de vida sagrada y humana que tiene sentidos de pertenencia e identidad territorial y memorias de lucha indígena. Warisata no es ajena entonces a este conjunto de manifestaciones y autoafirmaciones propias pese su amplia relación con el estado y sus instituciones y el mercado.
* Pablo Mamani es aymara, de formación Sociólogo y postulante a magíster por la Facultad Latinoamericana de Ciencias Sociales,FLACSO, sede-Ecuador.
(** ) Esto se nota en las conversaciones que hemos mantenido en la región con los comunarios y autoridades comunales y algunos dirigentes provinciales, agosto, septiembre, 2003.
La Bibliografía utilizada se encuentra en el sitio de este artículo: http://alainet.org/active/show_news.phtml?news_id=4653