Latinoamérica
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15 de enero del 2003
Malas y buenas noticias
Luis Britto García
Aporrea
Noticias nacionales
La mala noticia es que intentaron un cierre patronal. La buena noticia es que funcionan medios de comunicación, transporte, bancos, industrias, agricultura, servicios, profesionales, restoranes, economía informal y comercios, a excepción de unas cuantas franquicias y tiendas de lujo.
La mala noticia es que tres municipios residenciales de la capital le prohibieron la circulación a sus propios habitantes. La buena noticia es que al resto del país no le importa.
La mala noticia es que salieron del mercado gaseosas y comida chatarra. La buena noticia es que dejaron de dañar la salud.
La mala noticia es que la oposición impuso colas para el gas y la gasolina. La buena noticia es que esas colas solo se harán permanentes si la oposición llega a ser gobierno.
La mala noticia es que Pablo Medina y Orlando Urdaneta proponen disolver la Guardia Nacional y las Fuerzas Armadas. La buena noticia es que ni la Guardia Nacional ni las Fuerzas Armadas proponen disolverlos a ellos.
La mala noticia es que llevaban tres años tratando de tumbar un gobierno sin presentar programa alternativo. La buena noticia es que cuando por fin lo presentaron, resultó igualito al de Carmona: privatización de PDVSA, de la Educación, de la Salud y de la Seguridad Social.
La mala noticia es que llaman a Guerra Civil. La buena noticia es que solo hay Guerra Civil cuando la oligarquía dispone del ejército para aniquilar al pueblo.
La mala noticia es que tiraron un cierre patronal y un sabotaje petrolero. La buena noticia es que les fallaron y ya no tienen más nada.
La mala noticia es que algunos medios tergiversan todo. La buena noticia es que nadie les cree.
Noticias culturales
La buena noticia es que después de cuarenta años disponiendo festejos, goces, deleites, homenajes y entretenimientos insustanciales de cultura exquisita para una oligarquía parasitaria, el subsidiado cocinero intelectual Vatel denuncia que sus amos son crueles, rapaces e indignos.
La mala noticia es que todo el mundo le pregunta por qué calló durante cuarenta años, y Vatel, que tiene vergüenza, en vez de volver a callar se suicida.
Noticias tributarias
La mala noticia es que aquí ha habido siempre desobediencia tributaria. En Venezuela el pueblo paga IVA, pero los comerciantes raramente lo entregan al Fisco. Los asalariados cancelan el impuesto sobre la renta que descuentan sus patronos; estos aplican millares de tretas contables para no aportar lo que deben. En Venezuela los grandes capitales hacen intocables sus utilidades transfiriéndolas a fundaciones, que por ser personas sin fines de lucro no tributan. En Venezuela los empresarios entablan litigios temerarios contra el Fisco para retrasar indefinidamente el pago, y después que los pierden todavía pactan transacciones inconstitucionales para no cancelar lo debido. En Venezuela crecen infinitamente las cuentas de impuestos sin ingresar, sin que el Fisco tome medidas para su cobro compulsivo. En Venezuela el pueblo desembolsa en los bancos el impuesto al débito, pero el capital financiero externo es inmune a todo gravamen. En Venezuela no abonan impuestos ni las empresas ni los nacionales de quince países con los cuales hay inconstitucionales Tratados contra la Doble Tributación, que les permiten cancelar la totalidad o parte de los tributos que nos deben en los Tesoros de sus países de origen. En suma, la desobediencia tributaria es descarada y legalizada.
La buena noticia es que al llamar a desobediencia tributaria, Fedecámaras queda como lo que es. A ver si las autoridades por fin le cobran, para que queden como lo que deben ser.
Noticias energéticas
La mala noticia es que noventa gerentes sabotean PDVSA. La buena noticia es que no regresan.
Su deserción abre el camino para la reestructuración de la principal empresa de los venezolanos. Sabemos todos que esta ingresa unos cincuenta millardos de dólares anuales, de los cuales los gerentes saboteadores nos entregaban apenas diez millardos. Con una directiva que administre PDVSA en lugar de destruirla, es razonable esperar que esta pueda rendir a su única propietaria, la Nación venezolana, unos diez millardos adicionales. Sumados a los diez millardos que rinde la tributación interna, ello elevaría los ingresos del Estado a unos treinta millardos de dólares anuales. Con ellos se podrían remediar críticas carencias en educación, cultura, salud, seguridad social e infraestructuras. Más aún, con el ingreso adicional se podría librar a Venezuela del vergonzoso calvario de la deuda pública, cuyos intereses le desangran anualmente cifras próximas a los cinco millardos de dólares.
Con tales recursos se podría lanzar ambiciosos planes de inversión que reactivarían la pequeña y mediana industria agrícola, pecuaria e industrial, promoverían el empleo, elevarían el consumo e incrementarían la clientela de profesionales y técnicos. Los ingresos adicionales permitirían asimismo recuperar industrias estratégicas vitales para la soberanía venezolana, como la distribución de la electricidad y el agua, servicios de telecomunicaciones y seguridad alimentaria.
Permitirían asimismo reservar para la Nación la industria gasífera de la plataforma deltana. También posibilitarían la creación de nuevos y poderosos medios de comunicación alternativos y educativos bajo control social. Por no hablar de la indispensable mejora de nuestras fuerzas defensivas, vitales para un país dueño del recurso más codiciado del mundo. La buena noticia es que con la verdadera nacionalización de Pdvsa, Venezuela entra efectivamente en el siglo XXI, en el cual asumirá un papel cada vez más decisivo a medida que se vayan agotando las limitadas reservas de hidrocarburos del planeta. Próspero siglo nuevo para quienes podamos impedir que nos las arrebaten.