24 de enero de 2003
Jaime Galarza Zavala*
No nos referimos a George W. Bush, el hijo de papá. Nos referimos al descomunal guerrero que le ha nacido a Sudamérica, conocido como Alvaro Uribe y que oficia de Presidente de Colombia desde hace pocos meses..
Bush el Pequeño es inferior en estatura física a George W., el Grande. Además, éste gobierna un país ocho veces más extenso y seis veces más poblado que la desdichada Colombia, donde el atraso, el hambre y el desempleo son diez veces mayores que en el peor suburbio de Nueva York. Pero estas son minucias para Bush el Pequeño, quien acaba de proclamar en Quito su propia Guerra de las Galaxias. Lo hizo el 14 de enero al concurrir a la posesión del Presidente Lucio Gutiérrez.. .
Bush el Pequeño se agiganta para sentenciar que " es más grave el conflicto del narcotráfico y el terrorismo en Colombia para la estabilidad democrática del continente que el mismo conflicto de Irak". A renglón seguido le previene a Estados Unidos: "Así como le han puesto todo el entusiasmo a la operación del Golfo Pérsico, una vez se resuelva el problema de Irak es muy importante que se piense en una movilización semejante en los mares internacionales, en el Pacífico, en el Atlántico, en los cielos del mundo para taponar todos los conductos de la delincuencia". Y termina tirándole las orejas a Bush el Grande: "Se necesita una operación de verdad; hay mucho discurso pero falta más acción"..
Que Bush el Pequeño haya lanzado tan agresivamente su doctrina bélica podría lucir como una payasada, pero no lo es. Encaja perfectamente dentro de los planes del Pentágono y la Casa Blanca, empeñados en el dominio militar norteamericano sobre el planeta y que, aprovechando el fatídico 11 de septiembre, pulverizaron a todo un país- Afganistán-, desplazaron tropas hacia Filipinas y se aprestan a desencadenar la Tercera Guerra Mundial a partir de un ataque masivo contra Irak, que bien puede resultarles un nuevo Viet Nam, al que destruirían desde el aire pero al que tendrían que ocupar por tierra mediante centenares de miles de soldados, muchos de los cuales morirían cercados por el desierto y enfrentados a la resistencia de un pueblo que históricamente se levantó siempre contra los conquistadores extranjeros..
Los alaridos guerreros de Bush el Pequeño contrastan con la creciente oposición del pueblo norteamericano a esta guerra unilateral e injustificable, como lo revela la propia prensa estadunidense, al reseñar, por ejemplo, que 45 integrantes del Consejo Comunal de Chicago, la tercera ciudad del país, votaron contra la guerra que está en marcha, mientras un solo voto se inclinó por la causa belicista..
Por lo demás, esta postura de Bush el Pequeño sirve para mostrar al mundo que el mandatario colombiano está empeñado en la continuación de la prolongada guerra que aflige a su país desde hace medio siglo, para lo cual invoca sin disfraces la intervención armada norteamericana, que no haría otra cosa que acrecentar el fuego y envolver en la contienda, inevitablemente, a todos los países limítrofes de Colombia: Ecuador, Brasil, Perú, Venezuela, Panamá y las naciones del Caribe. Lo cual evidencia que los discursos de paz, que suelta diariamente Uribe, son pura mamadera de gallo, como diría un colombiano...
*JAIME GALARZA ZAVALA: Escritor y periodista ecuatoriano