Chile: El Mercurio y su cacería de brujas en la red
Carlos Millahual
Kolectivo Lientur
Vinculaciones fantasmas con grupos terroristas internacionales, manuales de supuesto entrenamiento paramilitar y guerrillero, poemas de connotados literatos transformados en llamados a la sublevación general de nuestro pueblo... este tipo de estupideces componen el grueso del reportaje del señor Araya que acaba de ser publicado por el supuestamente "prestigioso" decano de la prensa escrita nacional... No hay día en que no nos sorprenda a los mapuches el "decano" de la prensa escrita chilena. Nos referimos, claro está, al diario El Mercurio, aquel engendro fascista de la prensa nacional que por más de 100 años viene alimentando de manera ininterrumpida las cabezas de todos los chilenos con las ideas más retrogradas y repulsivas respecto de la lucha de nuestro pueblo por sus legítimos reclamos político-territoriales.
Esta vez los dardos del "decano" fueron dirigidos a los todos los llamados mapuches cibernéticos, es decir, a todos aquellas organizaciones o personas que -utilizando las ventajas de las nuevas tecnologías y un acceso muchas veces privilegiado a Internet- intentamos de una u otra manera romper con el poderoso cerco comunicacional impuesto por El Mercurio y sus secuaces de Copesa a las luchas del pueblo chileno en general y las reivindicaciones territoriales y políticas mapuche en particular.
Esto al menos se desprende del reportaje publicado en su edición del domingo 22 de diciembre, Cuerpo D, titulado sutilmente como "Terrorismo Cibernético" y firmado por el supuesto profesional de las comunicaciones, Juan Araya. En dicho y extenso reportaje-denuncia, no sólo se nos acusa como Kolectivo Lientur - y de paso a otro medio centenar de reconocidos sitios web mapuches y chilenos- de "promover" la violencia étnica en la zona sur del país a través de nuestro trabajo informativo en la red, sino que además se le recuerdan a los eficientes fiscales del Ministerio Público de La Araucanía la lista en extenso de los supuestos delitos que estaríamos cometiendo según lo estipulado en la democrática Ley 18.374 sobre Conductas Terroristas promulgada en los tiempos de Augusto Pinochet.
Ante tamaño ejercicio práctico de periodismo denuncia, pocas cosas podemos en verdad agregar. Ya sabemos gracias al conocido Test de Rorschach, que las imágenes difieren según el cerebro que las procese. Algunas personas ven estampadas en las láminas mariposas; otras, oscuros y amenazantes murciélagos. Hablamos de la capacidad humana para transformar la realidad a sus deseos o necesidades inmediatas. En la propaganda política, la interpretación es sumamente variada, pero esto no significa que la mariposa sea en realidad un amenazante murciélago o viceversa.
Lo cierto es que la capacidad humana para distorsionar la realidad hasta encontrar un punto de satisfacción suficiente, parece ilimitada. Y más aun cuando de por medio identificamos una serie de postulados político-ideológicos de larga data en el inconsciente colectivo de algunos sectores de la prensa escrita nacional. Esto es lo que ocurre precisamente con nuestro colega Juan Araya en su reportaje publicado en el diario El Mercurio y con copia remitida al Ministerio Público como en los mejores tiempos del régimen militar en lo referido al soplonaje-periodístico.
Donde había un hermoso poema de Arthur Rimbaud (1854-1891), nuestro letrado colega no vio otra cosa que un ferviente llamado de nuestro Kolectivo a la juventud mapuche a incendiar los campos de La Araucanía. Ergo, habría que procesar también al señor Arthur Rimbaud con la figura de la asociación-ilícita-terrorista-retroactiva por andar escribiendo ese tipo de proclamas a todas luces incendiarias...
Donde había una interesante sección para debatir lo correcto o no del uso de la violencia como herramienta de lucha política al interior de nuestro pueblo, con artículos de connotados intelectuales tanto a favor como en contra de dicho recurso, nuestro colega Juan Araya sólo vio una desvergonzada apología del caos, el terrorismo y la anarquía de parte de nuestro Kolectivo. Al parecer, promover el debate y la confrontación de las ideas se está convirtiendo en un ejercicio altamente arriesgado y políticamente incorrecto en la zona sur del país...
Huelga destacar la participación objetiva y altamente calificada en el reportaje del señor Araya de la Oficina de Fiscalización Contra el Delito (FICED) del honorable Congreso Nacional, organismo que realizó durante todo un mes la investigación de los diferentes sitios web mencionados por El Mercurio y que es dirigida por el también imparcial y objetivo senador de la derecha política, Alberto Espina. ¿Alguien podría dudar entonces de la seriedad y pertinencia de tal investigación judicial?...
Vinculaciones fantasmas con grupos terroristas internacionales, manuales de supuesto entrenamiento paramilitar y guerrillero, poemas de connotados literatos transformados en llamados a la sublevación general de nuestro pueblo... este tipo de estupideces componen el grueso del reportaje del señor Araya que acaba de ser publicado por el supuestamente "prestigioso" decano de la prensa escrita nacional. Todos ellos burdos antecedentes que algunos insisten en publicar pero cuya verdadera existencia ni siquiera se molestan en probar.
Tras este catálogo periodístico de cuestiones no probadas, deslices, especulaciones y meras falsedades, se esconde sin embargo una intencionalidad bastante clara: el ampliar la razzia policial que afecta por estos días a la Coordinadora Arauco-Malleco hacia otros sectores del movimiento mapuche que incomodan de sobremanera el status quo vigente. Y especialmente contra todos aquellas organizaciones que luchamos hoy por combatir en el plano de la kontrainformación el ruido con apariencia de música que emana de los gigantes mediáticos aliados con la dominación neocolonial que padece nuestro pueblo y su territorio.
Ya lo advertíamos en una crónica publicada con anterioridad. El objetivo del gobierno y los tribunales en la coyuntura no son sólo algunas personas u organizaciones que hoy luchan dignamente por la restitución de los derechos colectivos de nuestro pueblo: el objetivo final créannos que somos todos. 23 de diciembre de 2002
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