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Latinoamérica

5 de enero del 2003

Entrevista a Raúl Pont, del PT
"Lula nos dejó un poco perplejos"

Pablo Rodriguez, Página 12

"La verdad es que el nombramiento de Meirelles (Henrique, ex presidente de BankBoston) en el Banco Central nos dejó perplejos. Nos genera desconfianza y frustración. Pero vamos a esperar a que empiece el gobierno para evaluar la situación."
La advertencia pertenece a Raúl Pont, un hombre de importancia en el Partido de Trabajadores (PT) que en poco más de una semana será gobierno en Brasil. Pont, uno de los fundadores del PT, ex alcalde de Porto Alegre y figura central del partido en Rio Grande do Sul (la experiencia de gobierno más grande del PT antes de acceder a la presidencia del país), habló con Página/12 sobre el perfil del gobierno que se atisba detrás de los nombramientos que hizo Lula en las últimas dos semanas.
-¿Qué opina de designaciones como las de Meirelles, las de Luiz Fernando Furlan (presidente de Sadía, una de las principales empresas del país) en Desarrollo, Industria y Comercio y de Roberto Rodrigues (presidente de la Asociación Brasileña de Agronegocios) en Agricultura?
-Lula tiene la legitimidad que le dieron no sólo los votos, sino la conducción nacional del partido. Tiene una especie de cheque en blanco para armar el gobierno. Ciertamente, es tradición en el PT -lo fue en el caso de donde somos gobierno como en Rio Grande do Sul- que el partido tenga un papel decisivo en la composición del gobierno. En el caso del gobierno de Lula, hay que remontar la discusión a cuando se debió decidir si se aceptaba la designación como candidato a bazo del empresario José Alencar. Desde entonces, la disputa dentro del partido fue grande y algunas corrientes perdimos. Con la formación del gobierno pasa lo mismo: reivindicamos una mayor participación de las corrientes del partido, le planteamos a Antonio Palocci, José Dirceu y al propio Lula que deseábamos una discusión más abierta sobre la composición del gobierno, pero finalmente todo recayó en la figura de Lula. Los nombramientos de Meirelles, Furlan y Rodrigues, hay que decirlo, nos ha dejado a muchosun tanto perplejos. De todos modos, sabemos que la mayoría de los ministros serán compañeros del partido. Pero entregar el Banco Central a una figura como Meirelles genera desconfianza y frustración en la base del partido. Estamos esperando que empiece el gobierno para evaluar lo que ocurre, porque no se puede decir de antemano que todo va a estar mal.
-¿Cómo interpreta estas señales de Lula? ¿Se trata de una estrategia para calmar a los mercados en los primeros meses de gobierno o es una muestra de un viraje ideológico máximo?
-Me parece que es lo primero. No hay razones para pensar que un hombre de su trayectoria haya hecho un viraje ideológico semejante. Lula es un hombre con sensibilidad e intuición. En la última reunión nacional del partido, el 7 y 8 de diciembre, tanto él como Palocci dijeron que el primer paso de la estrategia de gobierno es neutralizar la mayoría opositora en el Congreso y establecer un buen diálogo con la mayor cantidad de parlamentarios posible. Y en esto estamos de acuerdo. En Rio Grande do Sul, en cuatro mandatos consecutivos, el PT nunca tuvo la mayoría necesaria como para prescindir de los demás partidos. Y los cambios se hicieron negociando con ellos. En este estado hemos creado mecanismos más directos de participación, hemos promovido la movilización ciudadana, sin quedar rehenes de los demás partidos por ser minoría, en este caso, en la legislatura de Porto Alegre. Esto mismo se puede llevar a nivel nacional: hay que establecer mejores relaciones con los Sin Tierra,con los sindicatos, con los movimientos de vecinos que tienen alcance nacional, etc.
-¿Pero hasta dónde puede tolerar las corrientes más a la izquierda del PT una política centrista como la de Lula?
-Mire, nosotros somos un partido con varias corrientes y siempre ha habido un intenso debate sobre todas las posturas. Ni nosotros ni ninguna de las corrientes del partido que no responden a Lula vamos a hacer ninguna ruptura, ni quebrar el bloque parlamentario, mucho menos irnos delpartido. Nuestras críticas son constructivas. El partido ya ha practicado distintas alternativas de gobierno en Porto Alegre o en Rio Grande do Sul. Lo que queremos es que haya más debate, no que las decisiones queden en manos de una sola persona. Brasil es un país presidencialista al punto de que parece un mando imperial y no quisiéramos que Lula siga reproduciendo este esquema.
-Sin embargo, las presiones que recibe Brasil como país no son semejantes a las de Rio Grande do Sul como estado o Porto Alegre como ciudad.
-Sin dudas. Pero justamente en cuanto a las presiones internacionales, si Lula no respeta los acuerdos alcanzados en el seno del partido respecto a la deuda externa y al ALCA, va a haber muchos problemas. Desde 1998, el PT ha dejado de plantear cuestiones como la moratoria de la deuda externa. Pero en esta plataforma, como en la de 1998, figura tanto la auditoría sobre la composición de la deuda como una renegociación de los términos de pago. Esto incluye rediscutir lo que firmó Fernando Henrique Cardoso con el FMI. Aquí hay cosas que ni el Congreso sabe, porque fue tratado casi como un secreto de Estado. De todos modos, creo que la presión de la deuda interna hoy es mayor que la externa. Es una deuda en reales, muy determinada por la política respecto de las tasas de interés, que está altísima, y esto se puede cambiar con más facilidad. Ahora bien, el default no es una mala palabra. Si se producen más ataques especulativos contra la moneda nacional, no sé si quedará otro remedio. Malasia y Rusia declararon el default y eso no hundió al capitalismo internacional. Duhalde ahora mismo no realizó algunos pagos de la deuda. Aquí se ha creado un terrorismo de la deuda, como si desapareciera el país si no se paga un vencimiento.
-O sea, que la renegociación de la deuda es algo en lo que los sectores a la izquierda de Lula dentro del PT no piensan ceder.
-Es algo importante. Pero quisiera no hacer tampoco de la deuda todo el problema. En Brasil hay muchas cosas por hacer: mejorar la distribución de la renta, mejorar los salarios, hacer que la gran burguesía y las grandes propiedades rurales paguen los impuestos existentes que hace siglos que no paga, iniciar políticas públicas, etc. Piense en esto: en un país con ocho millones de kilómetros cuadrados, de grandes terratenientes, los impuestos a la tierra no completan el uno por ciento de los ingresos totales del Estado. Esto es un escándalo. La deuda social es tan grande que es difícil pensar que los compañeros en el gobierno se olviden de todo esto. Si lo hacen, el país tendrá una gran frustración y las disputas dentro del partido serán igual de importantes.
-¿Cómo puede hacer esto un gobierno que tendrá al presidente de la corporación de grandes productores rurales como ministro de Agricultura y a un poderoso empresario como ministro de Industria?
-Mire, durante 10 años, el gobierno de Cardoso hizo una política exclusivamente al servicio del sector financiero. Por eso conservadores como José Alencar se acercaron a Lula. El mismo Alencar suscribió en el programa de gobierno que hay que mejorar la distribución de la riqueza, defender la producción nacional y dejar de favorecer a la especulación financiera. Muchos propietarios empresariales y rurales son conscientes de que este modelo volcado a lo financiero no da para más y saben que ellos también deberán hacer un esfuerzo.
-¿El ala izquierda del PT seguirá reclamando puestos en el gobierno?
-No puedo hablar por todas las corrientes críticas del partido, pero defendemos claramente la participación de todos los sectores en el gobierno. Exigimos participación en el gobierno, pero si no lo logramos no vamos a abrir una guerra dentro del partido.